leyendas urbanas
5 participantes
Página 20 de 21.
Página 20 de 21. • 1 ... 11 ... 19, 20, 21
Re: leyendas urbanas
El Amigo Imaginario
amigo_imaginario
Una niña llega con su familia a su nuevo hogar, una gigantesca casa con un jardín enorme en el que hay una casita en el árbol. Pronto la niña se volverá más solitaria y sólo querrá pasar el día jugando con su amiga imaginaria…
Casandra era una tímida niña de seis años que prefería la compañía de sus muñecas a relacionarse con otros niños. Por este motivo no le resultó muy duro cambiar de casa y dejar atrás su antiguo barrio y colegio cuando sus padres decidieron mudarse.
Sus padres estaban preocupados por el cambio, pero sabían que con el tiempo acabaría disfrutando de su nuevo hogar. Una vieja mansión que tenía un gran jardín, con un columpio, un tobogán e incluso una pequeña casita de madera en el árbol.
La niña se acostumbró enseguida a su nuevo hogar. Pero tener tanto espacio para jugar la volvió incluso más retraída y solitaria. Casandra solía subir con sus muñecas a la casa del árbol y pasaba allí varias horas hablando sola, según ella con su amiga Ana. Los padres no le dieron mucha importancia pues sabían que a esa edad eran comunes los amigos imaginarios. Las vacaciones de verano pronto acabarían y con el nuevo curso escolar haría nuevos amigos en clase.
Los días pasaban y el comportamiento de la niña cada día era más extraño, casi no hablaba con sus padres y aprovechaba cualquier momento para “refugiarse” en su casita del árbol. Los padres podían escucharla hablar durante horas con su amiga Ana. Pero lo que más les preocupaba era que cada vez conciliaba peor el sueño, hablaba dormida y parecía sufrir pesadillas pues era habitual que entonara frases como “tengo frío”, “no puedo ver” o “ayúdame”. Una noche la madre sintió pasos en el pasillo, asustada avisó a su marido, quien salió a ver y se encontró a Casandra caminando sin rumbo, la niña parecía sonámbula y, cuando su padre la llamó, se despertó totalmente aturdida y sin saber qué hacía de pie fuera de su habitación.
Cada vez las incursiones nocturnas de Casandra eran más atrevidas y se alejaba más de su cuarto. Sus padres tenían miedo de que la niña saliera a la calle, sola y por la noche. Así que decidieron llevarla a una clínica del sueño en la que podrían “monitorear” sus hábitos de sueño para tratar su sonambulismo. Pero tras pasar dos noches no se detectó nada extraño, de hecho en ambas ocasiones Casandra durmió plácidamente toda la noche. El psicólogo tampoco ayudó mucho, únicamente les confirmó lo que ellos ya sabían, que tenía una amiga imaginaria que se llamaba Ana y que tenía su misma edad. El psicólogo le restó importancia al hecho y les dijo que era relativamente frecuente , y más teniendo en cuenta que la niña prácticamente no tenía amistades. Les recomendó que pasaran más tiempo con ella y que trataran de relacionarla con más niños de su edad para que Casandra fuera, poco a poco, olvidando a Ana y centrándose en sus amistades reales.
Los padres siguieron al pie de la letra las indicaciones del psicólogo, pasaban cada vez más tiempo con ella y la dejaban poco tiempo libre para que fuera a “charlar” con Ana en su casa del árbol. Pero eso no hizo más que empeorar su ataque de sonambulismo, parecía como si el tiempo que ya no pasaba con su amiga imaginaria por el día lo compensara por la noche. Sus sueños parecían cada vez más vívidos y en un par de ocasiones el padre la encontró a punto de salir al jardín. La niña cada vez parecía más agotada y con el cansancio acumulado era como si cada noche perdiera más el control y pasara más tiempo sonámbula.
Una noche el padre sintió como alguien bajaba la escalera, al ver a su hija en la puerta de casa un frío le recorrió la espalda. Al contrario que en otras ocasiones, cuando llamó a Casandra la niña pareció ignorarle y solamente le dedicó una mirada fugaz antes de abrir la puerta y salir al jardín. Los ojos de su hija parecían otros, era como si no la reconociera. Asustado, bajó las escaleras y salió corriendo detrás de ella mientras la niña avanzaba en dirección a la casita del árbol; cuando estaba a pocos metros del lugar, la niña se agachó mientras balbuceaba algo que su padre no podía entender.
Casandra comenzó a escavar el suelo con sus manos, su padre al llegar a su lado la escuchó decir “tengo que salir”, “aquí hace mucho frío”. Su padre la abrazó y sintió que su hija estaba congelada, era como si no respondiera y luchaba por seguir cavando, sus pequeños dedos estaban ensangrentados por arañar la tierra y golpearse con las piedras que había en el suelo. Se había roto un par de uñas y aún así parecía no despertarse. El padre no sabía qué hacer mientras la niña pataleaba y le pedía que la soltara y la dejara continuar.
De repente, como si se le encendiera una luz en la cabeza, el padre dejó de llamarla por su nombre y la llamó “Ana”, en ese momento la niña se giró y dejó de luchar mientras se le quedó mirando.
- Ana, ¿eres tú?. – dijo el padre.
La niña le miró fijamente con unos ojitos que imploraban que la ayudasen, un par de segundos después se desmayó, al instante abrió nuevamente los ojos y esta vez Casandra con su propio cuerpo miró asustada en todas direcciones como intentando comprender dónde estaba y por qué le dolían tanto las manos. Su padre la llevó dentro de casa, donde su madre se quedó limpiando sus heridas, el daño no era tanto como parecía en la oscuridad de la noche, pero el padre sabía que tenía un asunto pendiente en el jardín, así que mientras su hija se reponía con su mujer, bajó con una linterna y una pala.
Al llegar al mismo lugar donde Casandra había escavado, volvió a sentir un escalofrío. Pero no era momento de tener miedo, empezaba a intuir el motivo por el que su hija no podía descansar por las noches y quería acabar de una vez por todas con el problema. Clavó una y otras vez la pala, hasta que pudo ver algo que le llamó la atención. Una pequeña manita huesuda apareció bajo la tierra. Era tan pequeña como la de su hija y al verla sintió una tristeza tan profunda que se puso a llorar. El padre entre llantos entró a su casa y le pidió a su mujer que no saliera al jardín bajo ningún concepto mientras él realizaba una llamada.
Menos de veinte minutos después un coche de policía y un forense llegaron para levantar el cadáver de una niña de unos seis años. Investigaciones posteriores demostraron que se trataba de Ana, una niña que había desaparecido hace un par de años en uno de los pueblos cercanos. La niña al parecer había sido asesinada, pues su cadáver mostraba signos de violencia. El anterior propietario de la casa la había enterrado en su jardín, sabiendo que nadie podría investigar en una propiedad privada sin una orden judicial.
Ana nunca más se comunicó con Casandra; parece que, al desvelarse su asesinato y detenerse a su asesino, por fin pudo descansar. Pero Casandra siempre guardaría el escalofriante recuerdo de cuando hablaba con un espíritu que no podía descansar.
NOTA: Siempre se ha creído que los niños tienen un don especial para ver los entes del más allá. Muchas personas identifican los amigos imaginarios, que muchos niños tienen a determinada edad, con la presencia de espíritus que podrían relacionarse y comunicarse con ellos. ¿Será verdad la leyenda? ¿Pueden los niños ver fantasmas? y lo qué es más escalofriante… ¿pueden comunicarse con ellos? Por si acaso la próxima vez que tu hijo, tu sobrino o tu hermanito hable sólo y sientas un frío recorrer tu espalda ponte a temblar porque un fantasma podría estar muy cerca.
amigo_imaginario
Una niña llega con su familia a su nuevo hogar, una gigantesca casa con un jardín enorme en el que hay una casita en el árbol. Pronto la niña se volverá más solitaria y sólo querrá pasar el día jugando con su amiga imaginaria…
Casandra era una tímida niña de seis años que prefería la compañía de sus muñecas a relacionarse con otros niños. Por este motivo no le resultó muy duro cambiar de casa y dejar atrás su antiguo barrio y colegio cuando sus padres decidieron mudarse.
Sus padres estaban preocupados por el cambio, pero sabían que con el tiempo acabaría disfrutando de su nuevo hogar. Una vieja mansión que tenía un gran jardín, con un columpio, un tobogán e incluso una pequeña casita de madera en el árbol.
La niña se acostumbró enseguida a su nuevo hogar. Pero tener tanto espacio para jugar la volvió incluso más retraída y solitaria. Casandra solía subir con sus muñecas a la casa del árbol y pasaba allí varias horas hablando sola, según ella con su amiga Ana. Los padres no le dieron mucha importancia pues sabían que a esa edad eran comunes los amigos imaginarios. Las vacaciones de verano pronto acabarían y con el nuevo curso escolar haría nuevos amigos en clase.
Los días pasaban y el comportamiento de la niña cada día era más extraño, casi no hablaba con sus padres y aprovechaba cualquier momento para “refugiarse” en su casita del árbol. Los padres podían escucharla hablar durante horas con su amiga Ana. Pero lo que más les preocupaba era que cada vez conciliaba peor el sueño, hablaba dormida y parecía sufrir pesadillas pues era habitual que entonara frases como “tengo frío”, “no puedo ver” o “ayúdame”. Una noche la madre sintió pasos en el pasillo, asustada avisó a su marido, quien salió a ver y se encontró a Casandra caminando sin rumbo, la niña parecía sonámbula y, cuando su padre la llamó, se despertó totalmente aturdida y sin saber qué hacía de pie fuera de su habitación.
Cada vez las incursiones nocturnas de Casandra eran más atrevidas y se alejaba más de su cuarto. Sus padres tenían miedo de que la niña saliera a la calle, sola y por la noche. Así que decidieron llevarla a una clínica del sueño en la que podrían “monitorear” sus hábitos de sueño para tratar su sonambulismo. Pero tras pasar dos noches no se detectó nada extraño, de hecho en ambas ocasiones Casandra durmió plácidamente toda la noche. El psicólogo tampoco ayudó mucho, únicamente les confirmó lo que ellos ya sabían, que tenía una amiga imaginaria que se llamaba Ana y que tenía su misma edad. El psicólogo le restó importancia al hecho y les dijo que era relativamente frecuente , y más teniendo en cuenta que la niña prácticamente no tenía amistades. Les recomendó que pasaran más tiempo con ella y que trataran de relacionarla con más niños de su edad para que Casandra fuera, poco a poco, olvidando a Ana y centrándose en sus amistades reales.
Los padres siguieron al pie de la letra las indicaciones del psicólogo, pasaban cada vez más tiempo con ella y la dejaban poco tiempo libre para que fuera a “charlar” con Ana en su casa del árbol. Pero eso no hizo más que empeorar su ataque de sonambulismo, parecía como si el tiempo que ya no pasaba con su amiga imaginaria por el día lo compensara por la noche. Sus sueños parecían cada vez más vívidos y en un par de ocasiones el padre la encontró a punto de salir al jardín. La niña cada vez parecía más agotada y con el cansancio acumulado era como si cada noche perdiera más el control y pasara más tiempo sonámbula.
Una noche el padre sintió como alguien bajaba la escalera, al ver a su hija en la puerta de casa un frío le recorrió la espalda. Al contrario que en otras ocasiones, cuando llamó a Casandra la niña pareció ignorarle y solamente le dedicó una mirada fugaz antes de abrir la puerta y salir al jardín. Los ojos de su hija parecían otros, era como si no la reconociera. Asustado, bajó las escaleras y salió corriendo detrás de ella mientras la niña avanzaba en dirección a la casita del árbol; cuando estaba a pocos metros del lugar, la niña se agachó mientras balbuceaba algo que su padre no podía entender.
Casandra comenzó a escavar el suelo con sus manos, su padre al llegar a su lado la escuchó decir “tengo que salir”, “aquí hace mucho frío”. Su padre la abrazó y sintió que su hija estaba congelada, era como si no respondiera y luchaba por seguir cavando, sus pequeños dedos estaban ensangrentados por arañar la tierra y golpearse con las piedras que había en el suelo. Se había roto un par de uñas y aún así parecía no despertarse. El padre no sabía qué hacer mientras la niña pataleaba y le pedía que la soltara y la dejara continuar.
De repente, como si se le encendiera una luz en la cabeza, el padre dejó de llamarla por su nombre y la llamó “Ana”, en ese momento la niña se giró y dejó de luchar mientras se le quedó mirando.
- Ana, ¿eres tú?. – dijo el padre.
La niña le miró fijamente con unos ojitos que imploraban que la ayudasen, un par de segundos después se desmayó, al instante abrió nuevamente los ojos y esta vez Casandra con su propio cuerpo miró asustada en todas direcciones como intentando comprender dónde estaba y por qué le dolían tanto las manos. Su padre la llevó dentro de casa, donde su madre se quedó limpiando sus heridas, el daño no era tanto como parecía en la oscuridad de la noche, pero el padre sabía que tenía un asunto pendiente en el jardín, así que mientras su hija se reponía con su mujer, bajó con una linterna y una pala.
Al llegar al mismo lugar donde Casandra había escavado, volvió a sentir un escalofrío. Pero no era momento de tener miedo, empezaba a intuir el motivo por el que su hija no podía descansar por las noches y quería acabar de una vez por todas con el problema. Clavó una y otras vez la pala, hasta que pudo ver algo que le llamó la atención. Una pequeña manita huesuda apareció bajo la tierra. Era tan pequeña como la de su hija y al verla sintió una tristeza tan profunda que se puso a llorar. El padre entre llantos entró a su casa y le pidió a su mujer que no saliera al jardín bajo ningún concepto mientras él realizaba una llamada.
Menos de veinte minutos después un coche de policía y un forense llegaron para levantar el cadáver de una niña de unos seis años. Investigaciones posteriores demostraron que se trataba de Ana, una niña que había desaparecido hace un par de años en uno de los pueblos cercanos. La niña al parecer había sido asesinada, pues su cadáver mostraba signos de violencia. El anterior propietario de la casa la había enterrado en su jardín, sabiendo que nadie podría investigar en una propiedad privada sin una orden judicial.
Ana nunca más se comunicó con Casandra; parece que, al desvelarse su asesinato y detenerse a su asesino, por fin pudo descansar. Pero Casandra siempre guardaría el escalofriante recuerdo de cuando hablaba con un espíritu que no podía descansar.
NOTA: Siempre se ha creído que los niños tienen un don especial para ver los entes del más allá. Muchas personas identifican los amigos imaginarios, que muchos niños tienen a determinada edad, con la presencia de espíritus que podrían relacionarse y comunicarse con ellos. ¿Será verdad la leyenda? ¿Pueden los niños ver fantasmas? y lo qué es más escalofriante… ¿pueden comunicarse con ellos? Por si acaso la próxima vez que tu hijo, tu sobrino o tu hermanito hable sólo y sientas un frío recorrer tu espalda ponte a temblar porque un fantasma podría estar muy cerca.
anika- La dama de corazones
- Mensajes : 24366
Inscrito : 20/01/2010
Re: leyendas urbanas
La Niña de las Monedas
Una noche mientras la niña dormía escuchó unos ruidos en el pasillo, abrió lentamente la puerta de su cuarto para mirar el pasillo que comunicaba la habitaciones…
Existe una antigua casa del centro de las ciudad que se dice está encantada y cuentan que en ella hace mucho tiempo vivía una familia acomodada que tenía una hija pequeña y varias criadas a su servicio.
Una noche mientras la niña dormía escuchó unos ruidos en el pasillo, abrió lentamente la puerta de su cuarto para mirar el pasillo que comunicaba la habitaciones, un enorme, largo y oscuro corredor lleno de cuadros y enlosado.
Al final del pasillo la niña vio lo que parecía un niño de su edad levantando una de las losetas y metiendo algo dentro de un hueco en el suelo. La niña no podía creerlo, lo que vió relucir en la mano del muchacho al pasar por la tenue luz que entraba por la ventana eran monedas de oro.
Cuando el niño se fue salió y se dirigió hacia allí; entonces apareció una de las criadas con una vela enorme que también había visto lo que había pasado y quería sacar partido.
Decidieron que no dirían nada a nadie, todas las noches se acercarían y con la ayuda de la luz de la vela levantarían la loseta y sacarían las monedas hasta acabarlas. Cada noche, la niña, que por su tamaño cabía dentro, se metía por el hueco bajo la loseta e iba dando monedas a la criada, quien las iba guardando en un enorme saco. Las noches pasaban y aquel tesoro parecía no acabarse nunca. Cada noche que pasaba la vela iba consumiéndose más y más, pero las monedas seguían saliendo a pares y no querían dejarse ninguna.
Una noche en medio de su labor la vela comenzó a parpadear haciendo amagos de apagarse, la criada le dijo a la niña que saliera del hueco, que ya tenían dinero de sobra. La niña le hizo caso y abandonó el escondrijo, pero en el último momento una moneda cayó del saco al hueco y, en un acto de avaricia y sin pensárselo siquiera, la muchacha se metió de nuevo en el hueco. La criada intentó agarrarla pero no pudo, mientras le gritaba que por favor saliera de allí y dejara la moneda, pero en medio de ese griterío la vela terminó de apagarse. En el momento justo en que el último rayo de luz salió de la vela la loseta se cerró ante los ojos de la criada dejando a la niña dentro, fue imposible volverla a abrir nunca mas.
La criada decidió no decir nada a nadie, los padres dieron a la niña por desaparecida y el tema se fue olvidando con el tiempo. Pero aún en la actualidad dentro de esa casa se siguen oyendo por las noches los gritos de auxilio de la niña que repiten noche tras noche en el pasillo “Por favor…socorro…sacadme de aquí…”. Incluso la policía ha acudido multitud de veces ante la llamada de los vecinos que oían voces pidiendo ayuda, pero al llegar al viejo caserón lo único que siempre han encontrado es una vela vieja y consumida puesta justo en el centro de una loseta…
Una noche mientras la niña dormía escuchó unos ruidos en el pasillo, abrió lentamente la puerta de su cuarto para mirar el pasillo que comunicaba la habitaciones…
Existe una antigua casa del centro de las ciudad que se dice está encantada y cuentan que en ella hace mucho tiempo vivía una familia acomodada que tenía una hija pequeña y varias criadas a su servicio.
Una noche mientras la niña dormía escuchó unos ruidos en el pasillo, abrió lentamente la puerta de su cuarto para mirar el pasillo que comunicaba la habitaciones, un enorme, largo y oscuro corredor lleno de cuadros y enlosado.
Al final del pasillo la niña vio lo que parecía un niño de su edad levantando una de las losetas y metiendo algo dentro de un hueco en el suelo. La niña no podía creerlo, lo que vió relucir en la mano del muchacho al pasar por la tenue luz que entraba por la ventana eran monedas de oro.
Cuando el niño se fue salió y se dirigió hacia allí; entonces apareció una de las criadas con una vela enorme que también había visto lo que había pasado y quería sacar partido.
Decidieron que no dirían nada a nadie, todas las noches se acercarían y con la ayuda de la luz de la vela levantarían la loseta y sacarían las monedas hasta acabarlas. Cada noche, la niña, que por su tamaño cabía dentro, se metía por el hueco bajo la loseta e iba dando monedas a la criada, quien las iba guardando en un enorme saco. Las noches pasaban y aquel tesoro parecía no acabarse nunca. Cada noche que pasaba la vela iba consumiéndose más y más, pero las monedas seguían saliendo a pares y no querían dejarse ninguna.
Una noche en medio de su labor la vela comenzó a parpadear haciendo amagos de apagarse, la criada le dijo a la niña que saliera del hueco, que ya tenían dinero de sobra. La niña le hizo caso y abandonó el escondrijo, pero en el último momento una moneda cayó del saco al hueco y, en un acto de avaricia y sin pensárselo siquiera, la muchacha se metió de nuevo en el hueco. La criada intentó agarrarla pero no pudo, mientras le gritaba que por favor saliera de allí y dejara la moneda, pero en medio de ese griterío la vela terminó de apagarse. En el momento justo en que el último rayo de luz salió de la vela la loseta se cerró ante los ojos de la criada dejando a la niña dentro, fue imposible volverla a abrir nunca mas.
La criada decidió no decir nada a nadie, los padres dieron a la niña por desaparecida y el tema se fue olvidando con el tiempo. Pero aún en la actualidad dentro de esa casa se siguen oyendo por las noches los gritos de auxilio de la niña que repiten noche tras noche en el pasillo “Por favor…socorro…sacadme de aquí…”. Incluso la policía ha acudido multitud de veces ante la llamada de los vecinos que oían voces pidiendo ayuda, pero al llegar al viejo caserón lo único que siempre han encontrado es una vela vieja y consumida puesta justo en el centro de una loseta…
anika- La dama de corazones
- Mensajes : 24366
Inscrito : 20/01/2010
Re: leyendas urbanas
Terror en el Quirófano
Pocas veces en la vida se pasa tanto miedo como en el momento en el que tú mismo, un familiar o ser querido debe ser hospitalizado e intervenido quirúrgicamente. Durante minutos, o incluso horas, uno es completamente vulnerable y la vida pende de un hilo, sabes que cualquier error médico te puede costar la vida o dejarte con graves secuelas. No es por eso de extrañar que existan tantas leyendas urbanas en relación a los hospitales, los errores médicos y las operaciones que salieron mal. ¿Pero cuánto hay de verdad y qué es falso en los relatos que casi todos hemos escuchado alguna vez?
Despertar en medio de una operación
Por desgracia es un peligro real y se estima que, una de cada 1.000 personas que son intervenidas quirúrgicamente en el mundo, se despierta durante la operación. Normalmente no se recupera totalmente la conciencia y sólo se recuerdan fragmentos de la conversación del personal sanitario o un leve malestar. Las técnicas han avanzado mucho y cada vez existen más métodos de monitorear al paciente; por lo que, cuando se detecta que está recuperando la conciencia, simplemente se aumenta la dosis de anestesia.
Pero existen multitud de testimonios de individuos que sentían como su cuerpo permanecía inmóvil; incapaces de avisar que estaban despiertos, no podían gritar, ni tan siquiera llorar, y nadie parecía darse cuenta de que sentían dolor cuando cortaban sus cuerpos y urgaban en su órganos. Incluso los que no sentían dolor, podían percibir claramente cómo manipulaban su interior, y escuchar con claridad cómo su carne se desgarraba. Sin duda una de las mayores agonías que se pueden vivir.
Ejemplo: Erin Cook se sometió a cirugía para la extirparle un tumor en su ovario. Recuerda haberse dormido con la anestesia, pero minutos después despertó con un intenso dolor al sentir cómo cortaban su cuerpo. Se sintió atrapada en su cuerpo, incapaz de moverse o respirar. El hospital le informó después que un gas había estado cayendo durante la operación y sólo recibió el 5% de la anestesia necesaria.
Objetos olvidados en tu interior
Durante una intervención quirúrgica se usa diverso material que es necesario para la operación, como bisturís, gasas, pinzas, tijeras, etc. En algunos casos, por descuido de médicos o enfermeras este instrumental se ha olvidado en el interior del paciente y se ha cosido su cuerpo con esos objetos anómalos dentro. Esto puede provocar gran dolor al paciente, fiebre, inflamación o incluso causarle una infección que le puede costar la vida.
Ejemplo: Nelson Bailey dejó la sala de operaciones con una gasa de 30 centímetros de largo por 30 de ancho dentro de su abdomen. Cuando los médicos descubrieron su error y abrieron nuevamente su herida, la gasa estaba podrida y había perforado sus intestinos.
Operar al paciente equivocado
Esta negligencia médica es la que más historias urbanas ha generado, y es que es aterrador pensar que un error al verificar la identidad del paciente puede ocasionar que se le practique una operación que no le era necesaria. Una de las leyendas urbanas que más frecuentemente he escuchado es la del hombre que despertó con una operación de cambio de sexo porque le confundieron con otro paciente con nombre similar, pero no es la única, y en algunos casos el relato cambia y lo que se le hizo fue amputar una pierna u operar a un paciente sano.
Ejemplo: A Kerry Higuera se le practicó una radiografía de rayos X en el abdomen, a pesar que tenía tres meses de embarazo. Los médicos la confundieron con otra paciente del mismo nombre. Este procedimiento aumentó el riesgo del bebé de padecer leucemia o defectos de nacimiento. Afortunadamente su hijo, Nathan, nació bien.
Operar el lado equivocado
Conocido médicamente como “error de lateralidad”, se podría considerar una negligencia médica relativamente común por la cantidad de noticias reales que circulan por la red . Casos como el de un anciano peruano al que se le amputaron ambas piernas porque inicialmente se equivocaron de lado, gente que queda ciega tras ser operada de un ojo sano o incluso testimonios de personas a las que se les extirpó un riñon sano obligándoles a vivir conectados a una máquina de diálisis hasta que reciban un trasplante (si tienen esa suerte).
Ejemplo: Jorge Villanueva Morales (un anciano peruano de 88 años) se quedó sin ambas piernas en enero del 2010, cuando le fue amputada su pierna izquierda por error; según su historia médica, debía habérsele cercenado la pierna derecha.
Abusos sexuales mientra se está sedado
Son varios los casos probados y en los que se ha sentenciado a varios años de prisión a médicos y enfemeros que, aprovechando que los pacientes estaban bajo los efectos de la anestesia, violaron a sus víctimas, la mayoría nunca supieron nada o no podían probar lo sucedido pues ni ellas mismas sabían si había pasado realmente, ya que seguían atontadas después de la intervención .
Ejemplo: Paul Patrick Serdula, un enfermero anestesista, fue descubierto casi por casualidad cuando una empleada de una clínica dental encontró una cámara oculta en el baño de mujeres. Cuando la policía fue a su casa, encontró cientos de cintas en las que se le podía ver violando, sodomizando y manoseando a varias paciente mientras estaban bajo los efectos de la anestesia, una de ellas tan sólo tenía quince años. Fue sentenciado a cadena perpetua más 25 años.
Robo de órganos en la sala de operaciones
Esta es la única leyenda urbana en la que no he podido encontrar casos reales probados. La historia contaría el caso de personas, a las que por ejemplo, se les saca un riñón sano alegando que era necesaria la operación para posteriormente trasplantar el órgano a una persona que pagaría grandes cantidades de dinero a los médicos.
Pero éste no es el caso más escalofriante, otras versiones de la leyenda aseguran que incluso muchas víctimas morirían en la mesa de operaciones en intervenciones quirúrgicas que eran teóricamente rutinarias (como una apendicitis) o simplemente no eran necesarias. De este modo, médicos sin escrúpulos podrían extraer los órganos de la víctima en las condiciones óptimas, en un ambiente esterilizado y sin despertar muchas sospechas.
Pocas veces en la vida se pasa tanto miedo como en el momento en el que tú mismo, un familiar o ser querido debe ser hospitalizado e intervenido quirúrgicamente. Durante minutos, o incluso horas, uno es completamente vulnerable y la vida pende de un hilo, sabes que cualquier error médico te puede costar la vida o dejarte con graves secuelas. No es por eso de extrañar que existan tantas leyendas urbanas en relación a los hospitales, los errores médicos y las operaciones que salieron mal. ¿Pero cuánto hay de verdad y qué es falso en los relatos que casi todos hemos escuchado alguna vez?
Despertar en medio de una operación
Por desgracia es un peligro real y se estima que, una de cada 1.000 personas que son intervenidas quirúrgicamente en el mundo, se despierta durante la operación. Normalmente no se recupera totalmente la conciencia y sólo se recuerdan fragmentos de la conversación del personal sanitario o un leve malestar. Las técnicas han avanzado mucho y cada vez existen más métodos de monitorear al paciente; por lo que, cuando se detecta que está recuperando la conciencia, simplemente se aumenta la dosis de anestesia.
Pero existen multitud de testimonios de individuos que sentían como su cuerpo permanecía inmóvil; incapaces de avisar que estaban despiertos, no podían gritar, ni tan siquiera llorar, y nadie parecía darse cuenta de que sentían dolor cuando cortaban sus cuerpos y urgaban en su órganos. Incluso los que no sentían dolor, podían percibir claramente cómo manipulaban su interior, y escuchar con claridad cómo su carne se desgarraba. Sin duda una de las mayores agonías que se pueden vivir.
Ejemplo: Erin Cook se sometió a cirugía para la extirparle un tumor en su ovario. Recuerda haberse dormido con la anestesia, pero minutos después despertó con un intenso dolor al sentir cómo cortaban su cuerpo. Se sintió atrapada en su cuerpo, incapaz de moverse o respirar. El hospital le informó después que un gas había estado cayendo durante la operación y sólo recibió el 5% de la anestesia necesaria.
Objetos olvidados en tu interior
Durante una intervención quirúrgica se usa diverso material que es necesario para la operación, como bisturís, gasas, pinzas, tijeras, etc. En algunos casos, por descuido de médicos o enfermeras este instrumental se ha olvidado en el interior del paciente y se ha cosido su cuerpo con esos objetos anómalos dentro. Esto puede provocar gran dolor al paciente, fiebre, inflamación o incluso causarle una infección que le puede costar la vida.
Ejemplo: Nelson Bailey dejó la sala de operaciones con una gasa de 30 centímetros de largo por 30 de ancho dentro de su abdomen. Cuando los médicos descubrieron su error y abrieron nuevamente su herida, la gasa estaba podrida y había perforado sus intestinos.
Operar al paciente equivocado
Esta negligencia médica es la que más historias urbanas ha generado, y es que es aterrador pensar que un error al verificar la identidad del paciente puede ocasionar que se le practique una operación que no le era necesaria. Una de las leyendas urbanas que más frecuentemente he escuchado es la del hombre que despertó con una operación de cambio de sexo porque le confundieron con otro paciente con nombre similar, pero no es la única, y en algunos casos el relato cambia y lo que se le hizo fue amputar una pierna u operar a un paciente sano.
Ejemplo: A Kerry Higuera se le practicó una radiografía de rayos X en el abdomen, a pesar que tenía tres meses de embarazo. Los médicos la confundieron con otra paciente del mismo nombre. Este procedimiento aumentó el riesgo del bebé de padecer leucemia o defectos de nacimiento. Afortunadamente su hijo, Nathan, nació bien.
Operar el lado equivocado
Conocido médicamente como “error de lateralidad”, se podría considerar una negligencia médica relativamente común por la cantidad de noticias reales que circulan por la red . Casos como el de un anciano peruano al que se le amputaron ambas piernas porque inicialmente se equivocaron de lado, gente que queda ciega tras ser operada de un ojo sano o incluso testimonios de personas a las que se les extirpó un riñon sano obligándoles a vivir conectados a una máquina de diálisis hasta que reciban un trasplante (si tienen esa suerte).
Ejemplo: Jorge Villanueva Morales (un anciano peruano de 88 años) se quedó sin ambas piernas en enero del 2010, cuando le fue amputada su pierna izquierda por error; según su historia médica, debía habérsele cercenado la pierna derecha.
Abusos sexuales mientra se está sedado
Son varios los casos probados y en los que se ha sentenciado a varios años de prisión a médicos y enfemeros que, aprovechando que los pacientes estaban bajo los efectos de la anestesia, violaron a sus víctimas, la mayoría nunca supieron nada o no podían probar lo sucedido pues ni ellas mismas sabían si había pasado realmente, ya que seguían atontadas después de la intervención .
Ejemplo: Paul Patrick Serdula, un enfermero anestesista, fue descubierto casi por casualidad cuando una empleada de una clínica dental encontró una cámara oculta en el baño de mujeres. Cuando la policía fue a su casa, encontró cientos de cintas en las que se le podía ver violando, sodomizando y manoseando a varias paciente mientras estaban bajo los efectos de la anestesia, una de ellas tan sólo tenía quince años. Fue sentenciado a cadena perpetua más 25 años.
Robo de órganos en la sala de operaciones
Esta es la única leyenda urbana en la que no he podido encontrar casos reales probados. La historia contaría el caso de personas, a las que por ejemplo, se les saca un riñón sano alegando que era necesaria la operación para posteriormente trasplantar el órgano a una persona que pagaría grandes cantidades de dinero a los médicos.
Pero éste no es el caso más escalofriante, otras versiones de la leyenda aseguran que incluso muchas víctimas morirían en la mesa de operaciones en intervenciones quirúrgicas que eran teóricamente rutinarias (como una apendicitis) o simplemente no eran necesarias. De este modo, médicos sin escrúpulos podrían extraer los órganos de la víctima en las condiciones óptimas, en un ambiente esterilizado y sin despertar muchas sospechas.
anika- La dama de corazones
- Mensajes : 24366
Inscrito : 20/01/2010
Re: leyendas urbanas
La Santa Compaña
Probablemente la leyenda urbana más conocida y escalofriante de cuantas hay en la tradición oral en España. La Santa Compaña es una procesión de muertos que vagan por la noche reclamando el alma de los vivos…
Álvaro llevaba años sin poner los pies en el pueblecito de Galicia donde creció; pero, la grave enfermedad que sufría su padre, le obligó a desplazarse a la zona rural donde se crió para darle un último adiós. Por desgracia su padre tenía las horas contadas.
Angustiado por el ambiente familiar que había en la que antes fue su casa, decidió salir a pasear para despejarse un poco. No le importó que ya hubieran pasado las 2 de la madrugada, tenía que separarse de sus hermanos, unos insensibles que como parásitos ,y con su padre aún con vida, se repartían la herencia como hienas despedazan la carroña.
Distraído y con la mente en otro lado, caminaba por los abandonados caminos que llevaban a la ermita del pueblo, una pequeña iglesia que se cerró varios años atrás por el grave deterioro que había sufrido su tejado en una lluvia de granizo. La ermita antes era la última escala en la procesión del pueblo, que finalizaba llevando la imagen de un Cristo desde la Iglesia que había cerca de la plaza hasta allí. Pero cada vez eran menos los habitantes de la comarca y el pueblo parecía una fantasmagórica visión de lo que Álvaro recordaba de su niñez, por lo que la ermita nunca fue restaurada.
Cuando se encontraba a escasos metros del tramo final, escuchó una especie de cánticos, su curiosidad le llevó a acercarse aún más, pero algo en su interior le decía que debía esconderse. Un frío indescriptible parecía metérsele en los huesos y comenzó a sentir un fuerte olor a cera quemada.
Instintivamente decidió ocultarse tras unos arbustos para contemplar aterrado lo que parecía una romería fantasmal precedida por un hombre que con la cara demacrada portaba una cruz en la mano; los demás integrantes eran aún mucho más aterradores, pues claramente podía verse que ya estaban muertos y sus rostros eran poco más que unas calaveras que movían sus escalofriantes mandíbulas mientras entonaban un rosario. Todos los muertos portaban una vela en su mano y su lento paso parecía dirigirles directamente a la casa del padre de Álvaro.
Álvaro, tan asustado como intrigado, decidió seguir a distancia a la cadavérica procesión, que cada vez se acercaba más a la que fue su casa, el lugar donde sufría la agonía de una lenta enfermedad su padre. Hasta que sorprendentemente su padre apareció caminando y, sin mediar palabra, uno de los esqueletos envuelto en una túnica se le acercó y le ofreció una de las velas. Su padre, como hipnotizado, alargó la mano y la recogió, y tal y como había aparecido se esfumó en ese instante. El resto de integrantes de esa Santa Compaña también parecieron evaporarse en una extraña niebla. Todos menos el portador de la cruz, el primer integrante de la procesión de muertos que quedó tendido en el suelo durante unos segundos. Pasado ese tiempo se levantó, y con la cara totalmente descompuesta por el cansancio y como si su misma vida fuera gradualmente absorvida por la compañía de los muertos, como un sonámbulo comenzó a caminar en dirección al pueblo.
Álvaro estaba tan petrificado por el miedo que no podía moverse, sólo el grito desgarrador de una de sus hermanas le despertó del shock en el que se encontraba. Casi sin darse cuenta había caminado siguiendo a la Santa Compaña hasta escasos metros de la casa de su padre, y el grito confirmó sus más temidas sospechas: la procesión de muertos había venido a reclamar el alma de su padre.
Corrió tan rápido como pudo hasta la habitación donde yacía su padre ya sin vida, prácticamente toda la familia se encontraba con él en el momento que su alma abandonó su cuerpo, Álvaro entendió en ese momento que la imagen que vio de su padre no era más que su alma uniéndose a una Santa Compaña con la que vagaría eternamente reclamando el alma de otros moribundos.
NOTA: La Santa Compaña es una de las leyendas urbanas más conocidas y escalofriantes de la tradición oral española. Aunque normalmente todas las personas que dicen haber visto esta procesión de muertos se ubican en Galicia, también hay casos de avistamientos en Asturias y otras regiones del norte de España, donde también se la conoce como Güestia.
Básicamente se trataría de una procesión de muertos “liderada” por un vivo que porta una cruz, este portador camina como si estuviera sonámbulo y no recuerda nada al día siguiente, aunque su vida se va consumiendo poco a poco por la compañía de los muertos. Sólo si encuentra a otro vivo capaz de ver a la Santa Compaña, y le entrega su cruz, se liberará de la maldición que noche tras noche le obliga a liderar la comitiva de difuntos. Por otra parte los muertos llevan en su mano una vela o cirio cada uno, cuando encuentran a una persona que fallecerá dentro de poco le entregan su vela, si la persona la acepta morirá en un corto plazo de tiempo.
Probablemente la leyenda urbana más conocida y escalofriante de cuantas hay en la tradición oral en España. La Santa Compaña es una procesión de muertos que vagan por la noche reclamando el alma de los vivos…
Álvaro llevaba años sin poner los pies en el pueblecito de Galicia donde creció; pero, la grave enfermedad que sufría su padre, le obligó a desplazarse a la zona rural donde se crió para darle un último adiós. Por desgracia su padre tenía las horas contadas.
Angustiado por el ambiente familiar que había en la que antes fue su casa, decidió salir a pasear para despejarse un poco. No le importó que ya hubieran pasado las 2 de la madrugada, tenía que separarse de sus hermanos, unos insensibles que como parásitos ,y con su padre aún con vida, se repartían la herencia como hienas despedazan la carroña.
Distraído y con la mente en otro lado, caminaba por los abandonados caminos que llevaban a la ermita del pueblo, una pequeña iglesia que se cerró varios años atrás por el grave deterioro que había sufrido su tejado en una lluvia de granizo. La ermita antes era la última escala en la procesión del pueblo, que finalizaba llevando la imagen de un Cristo desde la Iglesia que había cerca de la plaza hasta allí. Pero cada vez eran menos los habitantes de la comarca y el pueblo parecía una fantasmagórica visión de lo que Álvaro recordaba de su niñez, por lo que la ermita nunca fue restaurada.
Cuando se encontraba a escasos metros del tramo final, escuchó una especie de cánticos, su curiosidad le llevó a acercarse aún más, pero algo en su interior le decía que debía esconderse. Un frío indescriptible parecía metérsele en los huesos y comenzó a sentir un fuerte olor a cera quemada.
Instintivamente decidió ocultarse tras unos arbustos para contemplar aterrado lo que parecía una romería fantasmal precedida por un hombre que con la cara demacrada portaba una cruz en la mano; los demás integrantes eran aún mucho más aterradores, pues claramente podía verse que ya estaban muertos y sus rostros eran poco más que unas calaveras que movían sus escalofriantes mandíbulas mientras entonaban un rosario. Todos los muertos portaban una vela en su mano y su lento paso parecía dirigirles directamente a la casa del padre de Álvaro.
Álvaro, tan asustado como intrigado, decidió seguir a distancia a la cadavérica procesión, que cada vez se acercaba más a la que fue su casa, el lugar donde sufría la agonía de una lenta enfermedad su padre. Hasta que sorprendentemente su padre apareció caminando y, sin mediar palabra, uno de los esqueletos envuelto en una túnica se le acercó y le ofreció una de las velas. Su padre, como hipnotizado, alargó la mano y la recogió, y tal y como había aparecido se esfumó en ese instante. El resto de integrantes de esa Santa Compaña también parecieron evaporarse en una extraña niebla. Todos menos el portador de la cruz, el primer integrante de la procesión de muertos que quedó tendido en el suelo durante unos segundos. Pasado ese tiempo se levantó, y con la cara totalmente descompuesta por el cansancio y como si su misma vida fuera gradualmente absorvida por la compañía de los muertos, como un sonámbulo comenzó a caminar en dirección al pueblo.
Álvaro estaba tan petrificado por el miedo que no podía moverse, sólo el grito desgarrador de una de sus hermanas le despertó del shock en el que se encontraba. Casi sin darse cuenta había caminado siguiendo a la Santa Compaña hasta escasos metros de la casa de su padre, y el grito confirmó sus más temidas sospechas: la procesión de muertos había venido a reclamar el alma de su padre.
Corrió tan rápido como pudo hasta la habitación donde yacía su padre ya sin vida, prácticamente toda la familia se encontraba con él en el momento que su alma abandonó su cuerpo, Álvaro entendió en ese momento que la imagen que vio de su padre no era más que su alma uniéndose a una Santa Compaña con la que vagaría eternamente reclamando el alma de otros moribundos.
NOTA: La Santa Compaña es una de las leyendas urbanas más conocidas y escalofriantes de la tradición oral española. Aunque normalmente todas las personas que dicen haber visto esta procesión de muertos se ubican en Galicia, también hay casos de avistamientos en Asturias y otras regiones del norte de España, donde también se la conoce como Güestia.
Básicamente se trataría de una procesión de muertos “liderada” por un vivo que porta una cruz, este portador camina como si estuviera sonámbulo y no recuerda nada al día siguiente, aunque su vida se va consumiendo poco a poco por la compañía de los muertos. Sólo si encuentra a otro vivo capaz de ver a la Santa Compaña, y le entrega su cruz, se liberará de la maldición que noche tras noche le obliga a liderar la comitiva de difuntos. Por otra parte los muertos llevan en su mano una vela o cirio cada uno, cuando encuentran a una persona que fallecerá dentro de poco le entregan su vela, si la persona la acepta morirá en un corto plazo de tiempo.
anika- La dama de corazones
- Mensajes : 24366
Inscrito : 20/01/2010
Re: leyendas urbanas
ya te echaba de nemos por aqui mi querida anika,pero vamos en estos momentos yo no me leo la del quirofano ni la santa compaña que me dara el yuyuuu completito ya despues de la operacion si eso mejor
Re: leyendas urbanas
pues si mejor que no las leas porque dan yuyu , gracias por pasarte por aqui animo guapisima
anika- La dama de corazones
- Mensajes : 24366
Inscrito : 20/01/2010
Re: leyendas urbanas
Las rokurokubi
Rokurokubi
Este horrendo espectro femenino puede estirar el cuello largamente, y disfruta asustando niños y espiando. Durante el día es una mujer normal, pero por la noche drena la energía vital de sus víctimas o incluso, según cierta versión, les chupa sangre o las devora…
Una rokurokubi es un tipo de monstruoso espectro femenino, originario del folclore japonés y perteneciente a la categoría de los yokai (que engloba apariciones, espíritus, demonios y monstruos). Durante el día su aspecto es como el de una mujer normal, muchas veces muy guapa, casada y con hijos, pero por la noche adquiere la capacidad de estirar su cuello tanto como para ir a otros lugares, donde asustarán (sus rostros pueden volverse demoníacos, horrendos), drenarán energía, o incluso chuparán sangre…
Como ya se dijo, las rokurokubi tienen un aspecto normal y, cuando conocen de su condición (pues no siempre es así), hacen lo posible por mantenerla en secreto. Aún así, suelen ser personas embaucadoras, deshonestas, fisgonas y a menudo egoístas.
En términos generales, las rokurokubi se pueden dividir de dos modos. Según el conocimiento de su propia condición, están las mujeres que saben que son rokurokubi y las que no lo saben; según su naturaleza moral, hay rokurokubis casi inofensivas y que solo asustan (sobre todo a niños, según cierta creencia), molestan, curiosean o drenan un poco de energía, y rokurokubis perversas que gustan de aterrar al punto del trauma y de drenar grandes cantidades de energía o incluso, según una versión, chupan sangre… Lógicamente, cada una de las dos categorías de la primera división, se puede combinar con cualquiera de las dos categorías de la segunda división, y así habrá cuatro tipos por derivación, al menos según la creencia popular dominante; ya que, si nos aferramos a la versión budista, la rokurokubi necesariamente es un ser perverso, que nació así como karma a malas acciones pasadas o como castigo por quebrantar los preceptos budistas. En esta versión budista la rokurokubi puede matar y comer a su víctima, pero afortunadamente suele elegir como presas a hombres de baja moral, como ladrones, asesinos, violadores, adúlteros, borrachos o drogadictos.
Muy distinta de la versión budista sobre el origen de la rokurokubi, en aquella teoría se afirma que la creencia en estos seres se originó a partir de la leyenda de una mujer que tenía la mala costumbre de andar espiando a todo el mundo en sus casas, y que como castigo se la convirtió en alma en pena. Claro que esta explicación se refiere al origen de la creencia en las rokurokubis, mientras que la explicación budista se refiere al origen de las rokurokubis como tales, presuponiendo su existencia.
Con respecto a las rokurokubis se pueden formular las siguientes preguntas: 1) ¿cómo sabemos si hemos sido víctimas de estos seres?, 2) ¿cómo puede darse cuenta de que es una rokurokubi aquella mujer que lo es y no lo sabe?, 3) ¿cómo podemos darnos cuenta de que una mujer es una rokurokubi?.
Con respecto a la primera pregunta, si nos levantamos demasiado cansados y sin razón aparente, podemos suponer que una rokurokubi nos drenó energía; o, suponiendo que chupen sangre, podemos suponer que fuimos víctimas de estos seres si nos levantamos con inexplicables señales de mordidas.
Ahora, una mujer puede saber que es rokurokubi si se levanta y tiene estrías pálidas en el cuello, pues supuestamente eso se debería a que calló dormida con el cuello estirado mientras buscaba víctimas y la piel aún está adaptándose a la longitud normal. También, si se levanta y recuerda sueños en que veía desde ángulos inusuales (que con una longitud de cuello humana son imposibles de alcanzar) partes de su habitación o de otros sitios conocidos o desconocidos pero aparentemente reales, puede suponer que es una rokurokubi.
Por nuestra parte, si la rokurokubi en cuestión convive con nosotros, también lo de las estrías en el cuello nos sirve. Sin embargo, otra cosa a tener en cuenta es ver si nosotros u otros habitantes de la casa amanecen cansados, o incluso si los animales (si tenemos animales) despiertan sin energía, ya que en general una rokurokubi preferirá drenar la energía a quienes tiene cerca. Finalmente, podemos poner una lámpara de aceite y ver si el aceite de ésta aparece inexplicablemente disminuido a la mañana siguiente, pues muchas rokurokubi se beben el aceite de esas lámparas, al menos según cierta versión de la leyenda.
Por último, hay que estar atentos a las siguientes confusiones que se han dado en torno a las rokurokubi:
1. Se las confunde con los nukekubi, cuyas cabezas flotan despegadas del cuerpo. Esta confusión se debe a la historia que en 1903 escribió Lafcadio Hern (escritor extranjero que se inspiraba en temas japoneses), y en la cual usó dicho nombre para las rokurokubi.
2. A veces se confunden con los rokurokubei, que son la versión masculina de las rokurokubi.
3. A diferencia de las dos anteriores que son confusiones nominales, está la confusión ontológica (esto es, que se le confunde con otro ser) en que se piensa que se está ante una rokurokubi cuando se está ante un tanuki, que es un tipo de mapache sobrenatural que puede asumir la forma de la rokurokubi. Lógicamente, esta confusión rige en el marco de ficción (o muy discutible realidad…) de la leyenda.
Explicación de orden parapsicológico-esotérico
Las experiencias fuera del cuerpo, conocidas como “EEC” (Experiencias Extra Corpóreas) en la Parapsicología y “viajes astrales” en el Esoterismo, pueden ser el fondo de realidad que inspiró la leyenda de las rokurokubi. ¿Por qué? Vamos por partes:
Ángulos de visión extraños que las mujeres- rokurokubi suelen recordar al despertar:
En el desdoblamiento astral la persona flota o vuela, y puede ver su propio cuerpo o cualquier parte de su habitación o del lugar que sea como si estuviera en el suelo, en el techo, o en las paredes, ya que no todos los cuerpos astrales se comportan de la misma manera.
Cuello largo de las rokurokubi: El cordón de plata es una especie de cable de energía que solo se rompe al momento de la muerte, y que une al cuerpo astral (donde está la conciencia y por ende la visión de quien tiene el viaje astral) con el cuerpo físico. El grado de conciencia en un viaje astral varía mucho y a veces las visiones objetivas se mezclan con ensoñaciones o imágenes producidas por la sugestión. De ese modo, el condicionamiento cultural, unido a un grado de consciencia no total durante el viaje astral, harían que la mujer desdoblada perciba su cordón de plata como una especie de cuello largo, o que bien no recuerde sino borrosamente la visión del cordón de plata, y la reinterprete como un cuello largo al despertar.
Drenar energía: este comportamiento de la rokurokubi equivaldría al vampirismo astral, y cabe recordar que cada tipo de vampiro astral tiende a drenar las energías astrales correspondientes a sus tendencias dominantes. De ese modo, se esclarece el porqué, en la creencia budista, la rokurokubi prefiere víctimas viciosas o de baja naturaleza, ya que las buenas personas no suelen ejercer el vampirismo astral, sea consciente o inconscientemente, pues de ambas formas se puede ejercer.
Chupar sangre: Esto sería una metáfora del vampirismo astral, producida por la exageración y la imaginación popular, que tiende a deformar todo de manera que se vuelva más impactante, teniendo muchas veces simbolismos de fondo aquellas deformaciones.
Asustar o curiosear: Cuando alguien se desdobla, sea que lo recuerde o no al volver a su cuerpo físico, tiende a experimentar miedo o curiosidad, y si experimenta lo segundo, se moverá a donde pueda, y asustará a quienes tengan algo desarrollado el sexto sentido, pues estas personas le percibirán como un espectro, cuyo rostro puede deformarse en función de las emociones, ya que está hecho de materia astral y ésta es maleable. Ahora bien, hay personas perversas que tienen la capacidad de desdoblarse y gustan de aterrorizar, pero muy pocos de estos casos se corresponderían con mujeres-rokurokubi. Y en cuanto al porqué los niños son quienes más comúnmente resultan asustados por estos seres, es simplemente porque los niños suelen tener menos cerrado el tercer ojo que los adultos, de modo que pueden percibir con mayor facilidad a los fantasmas y cuerpos astrales de personas vivas que se han desdoblado…
Rokurokubi
Este horrendo espectro femenino puede estirar el cuello largamente, y disfruta asustando niños y espiando. Durante el día es una mujer normal, pero por la noche drena la energía vital de sus víctimas o incluso, según cierta versión, les chupa sangre o las devora…
Una rokurokubi es un tipo de monstruoso espectro femenino, originario del folclore japonés y perteneciente a la categoría de los yokai (que engloba apariciones, espíritus, demonios y monstruos). Durante el día su aspecto es como el de una mujer normal, muchas veces muy guapa, casada y con hijos, pero por la noche adquiere la capacidad de estirar su cuello tanto como para ir a otros lugares, donde asustarán (sus rostros pueden volverse demoníacos, horrendos), drenarán energía, o incluso chuparán sangre…
Como ya se dijo, las rokurokubi tienen un aspecto normal y, cuando conocen de su condición (pues no siempre es así), hacen lo posible por mantenerla en secreto. Aún así, suelen ser personas embaucadoras, deshonestas, fisgonas y a menudo egoístas.
En términos generales, las rokurokubi se pueden dividir de dos modos. Según el conocimiento de su propia condición, están las mujeres que saben que son rokurokubi y las que no lo saben; según su naturaleza moral, hay rokurokubis casi inofensivas y que solo asustan (sobre todo a niños, según cierta creencia), molestan, curiosean o drenan un poco de energía, y rokurokubis perversas que gustan de aterrar al punto del trauma y de drenar grandes cantidades de energía o incluso, según una versión, chupan sangre… Lógicamente, cada una de las dos categorías de la primera división, se puede combinar con cualquiera de las dos categorías de la segunda división, y así habrá cuatro tipos por derivación, al menos según la creencia popular dominante; ya que, si nos aferramos a la versión budista, la rokurokubi necesariamente es un ser perverso, que nació así como karma a malas acciones pasadas o como castigo por quebrantar los preceptos budistas. En esta versión budista la rokurokubi puede matar y comer a su víctima, pero afortunadamente suele elegir como presas a hombres de baja moral, como ladrones, asesinos, violadores, adúlteros, borrachos o drogadictos.
Muy distinta de la versión budista sobre el origen de la rokurokubi, en aquella teoría se afirma que la creencia en estos seres se originó a partir de la leyenda de una mujer que tenía la mala costumbre de andar espiando a todo el mundo en sus casas, y que como castigo se la convirtió en alma en pena. Claro que esta explicación se refiere al origen de la creencia en las rokurokubis, mientras que la explicación budista se refiere al origen de las rokurokubis como tales, presuponiendo su existencia.
Con respecto a las rokurokubis se pueden formular las siguientes preguntas: 1) ¿cómo sabemos si hemos sido víctimas de estos seres?, 2) ¿cómo puede darse cuenta de que es una rokurokubi aquella mujer que lo es y no lo sabe?, 3) ¿cómo podemos darnos cuenta de que una mujer es una rokurokubi?.
Con respecto a la primera pregunta, si nos levantamos demasiado cansados y sin razón aparente, podemos suponer que una rokurokubi nos drenó energía; o, suponiendo que chupen sangre, podemos suponer que fuimos víctimas de estos seres si nos levantamos con inexplicables señales de mordidas.
Ahora, una mujer puede saber que es rokurokubi si se levanta y tiene estrías pálidas en el cuello, pues supuestamente eso se debería a que calló dormida con el cuello estirado mientras buscaba víctimas y la piel aún está adaptándose a la longitud normal. También, si se levanta y recuerda sueños en que veía desde ángulos inusuales (que con una longitud de cuello humana son imposibles de alcanzar) partes de su habitación o de otros sitios conocidos o desconocidos pero aparentemente reales, puede suponer que es una rokurokubi.
Por nuestra parte, si la rokurokubi en cuestión convive con nosotros, también lo de las estrías en el cuello nos sirve. Sin embargo, otra cosa a tener en cuenta es ver si nosotros u otros habitantes de la casa amanecen cansados, o incluso si los animales (si tenemos animales) despiertan sin energía, ya que en general una rokurokubi preferirá drenar la energía a quienes tiene cerca. Finalmente, podemos poner una lámpara de aceite y ver si el aceite de ésta aparece inexplicablemente disminuido a la mañana siguiente, pues muchas rokurokubi se beben el aceite de esas lámparas, al menos según cierta versión de la leyenda.
Por último, hay que estar atentos a las siguientes confusiones que se han dado en torno a las rokurokubi:
1. Se las confunde con los nukekubi, cuyas cabezas flotan despegadas del cuerpo. Esta confusión se debe a la historia que en 1903 escribió Lafcadio Hern (escritor extranjero que se inspiraba en temas japoneses), y en la cual usó dicho nombre para las rokurokubi.
2. A veces se confunden con los rokurokubei, que son la versión masculina de las rokurokubi.
3. A diferencia de las dos anteriores que son confusiones nominales, está la confusión ontológica (esto es, que se le confunde con otro ser) en que se piensa que se está ante una rokurokubi cuando se está ante un tanuki, que es un tipo de mapache sobrenatural que puede asumir la forma de la rokurokubi. Lógicamente, esta confusión rige en el marco de ficción (o muy discutible realidad…) de la leyenda.
Explicación de orden parapsicológico-esotérico
Las experiencias fuera del cuerpo, conocidas como “EEC” (Experiencias Extra Corpóreas) en la Parapsicología y “viajes astrales” en el Esoterismo, pueden ser el fondo de realidad que inspiró la leyenda de las rokurokubi. ¿Por qué? Vamos por partes:
Ángulos de visión extraños que las mujeres- rokurokubi suelen recordar al despertar:
En el desdoblamiento astral la persona flota o vuela, y puede ver su propio cuerpo o cualquier parte de su habitación o del lugar que sea como si estuviera en el suelo, en el techo, o en las paredes, ya que no todos los cuerpos astrales se comportan de la misma manera.
Cuello largo de las rokurokubi: El cordón de plata es una especie de cable de energía que solo se rompe al momento de la muerte, y que une al cuerpo astral (donde está la conciencia y por ende la visión de quien tiene el viaje astral) con el cuerpo físico. El grado de conciencia en un viaje astral varía mucho y a veces las visiones objetivas se mezclan con ensoñaciones o imágenes producidas por la sugestión. De ese modo, el condicionamiento cultural, unido a un grado de consciencia no total durante el viaje astral, harían que la mujer desdoblada perciba su cordón de plata como una especie de cuello largo, o que bien no recuerde sino borrosamente la visión del cordón de plata, y la reinterprete como un cuello largo al despertar.
Drenar energía: este comportamiento de la rokurokubi equivaldría al vampirismo astral, y cabe recordar que cada tipo de vampiro astral tiende a drenar las energías astrales correspondientes a sus tendencias dominantes. De ese modo, se esclarece el porqué, en la creencia budista, la rokurokubi prefiere víctimas viciosas o de baja naturaleza, ya que las buenas personas no suelen ejercer el vampirismo astral, sea consciente o inconscientemente, pues de ambas formas se puede ejercer.
Chupar sangre: Esto sería una metáfora del vampirismo astral, producida por la exageración y la imaginación popular, que tiende a deformar todo de manera que se vuelva más impactante, teniendo muchas veces simbolismos de fondo aquellas deformaciones.
Asustar o curiosear: Cuando alguien se desdobla, sea que lo recuerde o no al volver a su cuerpo físico, tiende a experimentar miedo o curiosidad, y si experimenta lo segundo, se moverá a donde pueda, y asustará a quienes tengan algo desarrollado el sexto sentido, pues estas personas le percibirán como un espectro, cuyo rostro puede deformarse en función de las emociones, ya que está hecho de materia astral y ésta es maleable. Ahora bien, hay personas perversas que tienen la capacidad de desdoblarse y gustan de aterrorizar, pero muy pocos de estos casos se corresponderían con mujeres-rokurokubi. Y en cuanto al porqué los niños son quienes más comúnmente resultan asustados por estos seres, es simplemente porque los niños suelen tener menos cerrado el tercer ojo que los adultos, de modo que pueden percibir con mayor facilidad a los fantasmas y cuerpos astrales de personas vivas que se han desdoblado…
anika- La dama de corazones
- Mensajes : 24366
Inscrito : 20/01/2010
Re: leyendas urbanas
El Puente de los Lamentos
puente-de-los-lamentos
Una de las leyendas urbanas más aterradoras y difundidas en Estados Unidos cuenta la historia de un puente, en el que si detienes tu vehículo por la noche, podrás escucharse los lamentos y llantos de un bebé. ¿Te atreverías a comprobarlo?…
Tom viajaba de noche por una carretera comarcal de Ohio, era un viaje tranquilo y porque no decirlo tal vez un poco aburrido. Para entretenerse había sintonizado una frecuencia de radio en la que un loco predicador hablaba de la salvación eterna, por supuesto después de hacer una generosa donación a su iglesia. Tom solamente de escucharle se estaba poniendo enfermo, ¿cómo podia existir gente que le creyera? ¿no estaría prohibido vender productos falsos como las astillas de la cruz de Cristo o las lágrimas de la virgen María? Estaba tan indignado que casi no se dio cuenta de una jovencita que caminaba por el árcen de la carretera y le hacía gestos para que se detuviera.
Casi frenando en seco Tom detuvo su vehículo pocos metros por delante de la chica.
– Cielo, como se te ocurre caminar sola a estas horas con el frío que hace, he estado a punto de llevarte por delante con mi coche – dijo Tom mientras reducía el volumen de la radio.
– Gracias por detenerse señor, tengo mucha prisa porque mi bebé me está esperando, se me ha hecho de noche y nadie se ha detenido para ayudarme, usted debe ser la tercera persona que veo en media hora y el primero que me ayuda.
– No te precoupes, si no me desvía mucho del camino te acercaré a tu casa.
Tom no acostumbraba a recoger autoestopistas y probablemente si no hubiera estaba tan absorto con el programa de radio que escuchaba no se hubiera arriesgado a detener su vehículo para ayudar a una desconocida. En todo caso al ver la cara de preocupación de la que parecía casi una niña y escuchar la historia de que debía reunirse con su bebé se conmovió.
– Hola, me llamo Tom, no se como no te has congelado en una noche como esta – le dijo mientras le ofrecía una sonrisa.
-Muchas gracias Tom, soy Sarah, no tenía previsto caminar hasta tan tarde, realmente no estoy lejos de casa, sólo hay que llegar al próximo puente que está a un par de kilómetros, allí está mi bebé esperándome.
Tom no se atrevía a preguntarle la edad a la chica, le había dejado impresionado que nombrara dos veces a su bebé pues no aparentaba tener mas de catorce o quince años. Fijándose un poco en las ropas de Sarah se dio cuenta que probablemente perteneciera a algún tipo de congregación amish porque sus holgadas vestimentas parecían casi sacadas del siglo pasado. Estaba confuso y no sabía que tema de conversación sacar pues aunque se moría de ganas de comentar con alguien las estupideces que pregonaba en su discurso el predicador, sabía que los amish eran bastante religiosos y lo que menos pretendía era incomodar a la chiquilla. Casi sin darse cuenta se creo un incómodo silencio que duró un par de minutos hasta que…
-¡Es aquí! – dijo la chica al acercarse al puente que le había mencionado antes.
Tom redujo la velocidad del vehículo hasta que como por arte de magia, al situarse sobre el puente, el coche se detuvo solo. Las luces, la radio y la calefacción se apagaron y por más que trataba de arrancar nuevamente le resultaba imposible. Y entonces sintió algo a su izquierda…
Era como si todos los animales que habitan la noche se hubieran puesto de acuerdo para hacer un silencio absoluto, no se escuchaba nada, ni tan siquiera el viento mover las hojas de los árboles cercanos. Cuando de repente un suave llanto se empezó a oir, era como un susurro que cada vez se hacía más fuerte. Bajó la ventanilla para escuchar mejor y cuando se dio la vuelta vio que la chica ya no estaba en el asiento del copiloto.
Era verdaderamente extraño, porque no había escuchado abrirse o cerrarse la puerta de su acompañante, también le resultó raro que se fuera sin despedirse pues se había mostrado muy educada durante los escasos minutos que la había conocido. Pero lo que verdaderamente le atormentaba era ese llanto que cada vez era más intenso, como el de un bebé que lleva desatendido horas. Bajó del vehículo y se acercó al borde del puente donde parecía que se escuchaba con mayor intensidad. No había duda provenía de debajo del puente.
Tom no era un hombre valiente pero se encontraba como hipnotizado por los quejidos de lo que parecía un bebé, pensó que tal vez Sarah había bajado a atender a su hijo y por eso, con las prisas, no se había despedido, así que regresó a la entrada del puente y bajó al río por uno de los laterales.
Descendió hasta encontrarse cerca del río, el lugar del que parecía provenir el llanto. Misteriosamente, y aunque no podía ver nada, cada vez podía escuchar con más claridad el lamento del bebé, era extraño porque parecía provenir de las aguas y por más que miraba junto a su lecho no podía ver nada, pero entonces lo sintió…
Como si una fría aguja de hielo se clavara en su espalda, le sacudió un escalofrío que le dejó prácticamente petrificado. Podía notar como alguien le miraba desde el puente, una mirada fija que le helaba la sangre. Lentamente levantó la cabeza para ver quien le vigilaba y cayó al suelo de la impresión…
Colgando del puente se encontraba el cadáver se Sarah que parecía haberse ahorcado con una cuerda atada a la barandilla del puente. Sus fríos ojos de muerta le miraban fijamente, su rostro tenía una extraña mueca de dolor y su boca parecía desencajada, pero lo más aterrador estaba por llegar. Porque aunque Sarah parecía llevar varios días muerta en el lugar, empezó a moverse. Un brazo se extendió y con un dedo señaló el lecho del río.
Tom aún desde el suelo estaba tan petrificado por el miedo que no se atrevía a moverse, pero como la luz atrae a los insectos nocturnos casí sin poder evitarlo giró su cabeza hasta mirar al lugar donde apuntaba el dedo en descomposición de Sarah.
En el agua podía verse el cuerpo de un recién nacido flotando boca abajo y una vez más escuchó el llanto desconsolado.
El miedo dio camino al pánico y el terror que antes le paralizaba ahora le obligaba a correr, a correr tan rápido como podía. Subió tropezando por la cuesta por la que había descendido al cauce del río y se metió nuevamente en su coche. Pero no arrancaba y cada vez se escuchaba más cerca el llanto del niño y el lamento del espíritu de Sarah. Totalmente desesperado empezó a empujar el vehículo que, tan misteriosamente como se había apagado, se encendió solo al cruzar el puente. Subió al coche y condujo tan rápido como pudo para escapar del Puente de los Lamentos.
NOTA: La leyenda de los “Puentes del llanto del bebé” (Crybaby Bridge) es una de las más conocidas en Estados Unidos y tiene especial difusión en el estado de Ohio donde prácticamente todos los puentes de construcción antigua tiene su propia leyenda. La mayoría de estas historias tiene un punto en común, una madre demasiado joven que tras ocultar su embarazo decide arrojar a su bebé recién nacido al río desde un puente para que sus padres no la descubran. El bebé muere ahogado (o golpeado por las rocas según la versión) y la madre sufre tal sentimiento de culpa que acaba suicidándose ahorcándose desde una viga del puente (o lanzándose al río ella también). Desde ese momento el alma en pena del bebé no cesa de llorar cada noche y el espíritu de la madre trata de encontrarlo a la orilla del río o busca ayuda de los conductores que circulan sobre el puente.
En casi todas las versiones si detienes el vehículo sobre el puente y te paras a escuchar podrás oir el llanto, y lo que es más escalofriante, tu vehículo se detendrá y no podrás arrancarlo de nuevo. La única forma de ponerlo en marcha nuevamente será empujarlo hasta cruzar completamente el puente.
Existen muchas variantes de esta leyenda, en algunas el espíritu de la madre y el niño te pueden llegar a incitar a suicidarte, ahorcándote como lo hizo la madre o simplemente saltando al río donde las frías aguas o un golpe contra las rocas acabará con tu vida. En otras versiones se habla de un orfanato que se incendió y los niños asustados al escapar acabaron ahogándose en el río. Por eso es posible escuchar más de un lamento.
puente-de-los-lamentos
Una de las leyendas urbanas más aterradoras y difundidas en Estados Unidos cuenta la historia de un puente, en el que si detienes tu vehículo por la noche, podrás escucharse los lamentos y llantos de un bebé. ¿Te atreverías a comprobarlo?…
Tom viajaba de noche por una carretera comarcal de Ohio, era un viaje tranquilo y porque no decirlo tal vez un poco aburrido. Para entretenerse había sintonizado una frecuencia de radio en la que un loco predicador hablaba de la salvación eterna, por supuesto después de hacer una generosa donación a su iglesia. Tom solamente de escucharle se estaba poniendo enfermo, ¿cómo podia existir gente que le creyera? ¿no estaría prohibido vender productos falsos como las astillas de la cruz de Cristo o las lágrimas de la virgen María? Estaba tan indignado que casi no se dio cuenta de una jovencita que caminaba por el árcen de la carretera y le hacía gestos para que se detuviera.
Casi frenando en seco Tom detuvo su vehículo pocos metros por delante de la chica.
– Cielo, como se te ocurre caminar sola a estas horas con el frío que hace, he estado a punto de llevarte por delante con mi coche – dijo Tom mientras reducía el volumen de la radio.
– Gracias por detenerse señor, tengo mucha prisa porque mi bebé me está esperando, se me ha hecho de noche y nadie se ha detenido para ayudarme, usted debe ser la tercera persona que veo en media hora y el primero que me ayuda.
– No te precoupes, si no me desvía mucho del camino te acercaré a tu casa.
Tom no acostumbraba a recoger autoestopistas y probablemente si no hubiera estaba tan absorto con el programa de radio que escuchaba no se hubiera arriesgado a detener su vehículo para ayudar a una desconocida. En todo caso al ver la cara de preocupación de la que parecía casi una niña y escuchar la historia de que debía reunirse con su bebé se conmovió.
– Hola, me llamo Tom, no se como no te has congelado en una noche como esta – le dijo mientras le ofrecía una sonrisa.
-Muchas gracias Tom, soy Sarah, no tenía previsto caminar hasta tan tarde, realmente no estoy lejos de casa, sólo hay que llegar al próximo puente que está a un par de kilómetros, allí está mi bebé esperándome.
Tom no se atrevía a preguntarle la edad a la chica, le había dejado impresionado que nombrara dos veces a su bebé pues no aparentaba tener mas de catorce o quince años. Fijándose un poco en las ropas de Sarah se dio cuenta que probablemente perteneciera a algún tipo de congregación amish porque sus holgadas vestimentas parecían casi sacadas del siglo pasado. Estaba confuso y no sabía que tema de conversación sacar pues aunque se moría de ganas de comentar con alguien las estupideces que pregonaba en su discurso el predicador, sabía que los amish eran bastante religiosos y lo que menos pretendía era incomodar a la chiquilla. Casi sin darse cuenta se creo un incómodo silencio que duró un par de minutos hasta que…
-¡Es aquí! – dijo la chica al acercarse al puente que le había mencionado antes.
Tom redujo la velocidad del vehículo hasta que como por arte de magia, al situarse sobre el puente, el coche se detuvo solo. Las luces, la radio y la calefacción se apagaron y por más que trataba de arrancar nuevamente le resultaba imposible. Y entonces sintió algo a su izquierda…
Era como si todos los animales que habitan la noche se hubieran puesto de acuerdo para hacer un silencio absoluto, no se escuchaba nada, ni tan siquiera el viento mover las hojas de los árboles cercanos. Cuando de repente un suave llanto se empezó a oir, era como un susurro que cada vez se hacía más fuerte. Bajó la ventanilla para escuchar mejor y cuando se dio la vuelta vio que la chica ya no estaba en el asiento del copiloto.
Era verdaderamente extraño, porque no había escuchado abrirse o cerrarse la puerta de su acompañante, también le resultó raro que se fuera sin despedirse pues se había mostrado muy educada durante los escasos minutos que la había conocido. Pero lo que verdaderamente le atormentaba era ese llanto que cada vez era más intenso, como el de un bebé que lleva desatendido horas. Bajó del vehículo y se acercó al borde del puente donde parecía que se escuchaba con mayor intensidad. No había duda provenía de debajo del puente.
Tom no era un hombre valiente pero se encontraba como hipnotizado por los quejidos de lo que parecía un bebé, pensó que tal vez Sarah había bajado a atender a su hijo y por eso, con las prisas, no se había despedido, así que regresó a la entrada del puente y bajó al río por uno de los laterales.
Descendió hasta encontrarse cerca del río, el lugar del que parecía provenir el llanto. Misteriosamente, y aunque no podía ver nada, cada vez podía escuchar con más claridad el lamento del bebé, era extraño porque parecía provenir de las aguas y por más que miraba junto a su lecho no podía ver nada, pero entonces lo sintió…
Como si una fría aguja de hielo se clavara en su espalda, le sacudió un escalofrío que le dejó prácticamente petrificado. Podía notar como alguien le miraba desde el puente, una mirada fija que le helaba la sangre. Lentamente levantó la cabeza para ver quien le vigilaba y cayó al suelo de la impresión…
Colgando del puente se encontraba el cadáver se Sarah que parecía haberse ahorcado con una cuerda atada a la barandilla del puente. Sus fríos ojos de muerta le miraban fijamente, su rostro tenía una extraña mueca de dolor y su boca parecía desencajada, pero lo más aterrador estaba por llegar. Porque aunque Sarah parecía llevar varios días muerta en el lugar, empezó a moverse. Un brazo se extendió y con un dedo señaló el lecho del río.
Tom aún desde el suelo estaba tan petrificado por el miedo que no se atrevía a moverse, pero como la luz atrae a los insectos nocturnos casí sin poder evitarlo giró su cabeza hasta mirar al lugar donde apuntaba el dedo en descomposición de Sarah.
En el agua podía verse el cuerpo de un recién nacido flotando boca abajo y una vez más escuchó el llanto desconsolado.
El miedo dio camino al pánico y el terror que antes le paralizaba ahora le obligaba a correr, a correr tan rápido como podía. Subió tropezando por la cuesta por la que había descendido al cauce del río y se metió nuevamente en su coche. Pero no arrancaba y cada vez se escuchaba más cerca el llanto del niño y el lamento del espíritu de Sarah. Totalmente desesperado empezó a empujar el vehículo que, tan misteriosamente como se había apagado, se encendió solo al cruzar el puente. Subió al coche y condujo tan rápido como pudo para escapar del Puente de los Lamentos.
NOTA: La leyenda de los “Puentes del llanto del bebé” (Crybaby Bridge) es una de las más conocidas en Estados Unidos y tiene especial difusión en el estado de Ohio donde prácticamente todos los puentes de construcción antigua tiene su propia leyenda. La mayoría de estas historias tiene un punto en común, una madre demasiado joven que tras ocultar su embarazo decide arrojar a su bebé recién nacido al río desde un puente para que sus padres no la descubran. El bebé muere ahogado (o golpeado por las rocas según la versión) y la madre sufre tal sentimiento de culpa que acaba suicidándose ahorcándose desde una viga del puente (o lanzándose al río ella también). Desde ese momento el alma en pena del bebé no cesa de llorar cada noche y el espíritu de la madre trata de encontrarlo a la orilla del río o busca ayuda de los conductores que circulan sobre el puente.
En casi todas las versiones si detienes el vehículo sobre el puente y te paras a escuchar podrás oir el llanto, y lo que es más escalofriante, tu vehículo se detendrá y no podrás arrancarlo de nuevo. La única forma de ponerlo en marcha nuevamente será empujarlo hasta cruzar completamente el puente.
Existen muchas variantes de esta leyenda, en algunas el espíritu de la madre y el niño te pueden llegar a incitar a suicidarte, ahorcándote como lo hizo la madre o simplemente saltando al río donde las frías aguas o un golpe contra las rocas acabará con tu vida. En otras versiones se habla de un orfanato que se incendió y los niños asustados al escapar acabaron ahogándose en el río. Por eso es posible escuchar más de un lamento.
anika- La dama de corazones
- Mensajes : 24366
Inscrito : 20/01/2010
Re: leyendas urbanas
ufffff anika,que historias mas aterradoras en verdad,aunque digan que son leyendas urbanas,mejor no menospreciarlas porque nunc se sabe cuanto hay de verdad en las leyendas
fantastico como siempre tus aportes cielo
fantastico como siempre tus aportes cielo
Re: leyendas urbanas
Bueno nefer espero que esta sea menos escalofriante y la puedas leer
anika- La dama de corazones
- Mensajes : 24366
Inscrito : 20/01/2010
Re: leyendas urbanas
El Muerto Bajo el Colchón
La Leyenda:
Una pareja se registra en un hotel y tienen que soportar un horrible olor en su cuarto durante toda la noche. Llaman a la recepción para quejarse y alguien deduce que el olor se originaba debajo de la cama.
Ahora, no hay ningún modo de que esta situación tenga un buen fin. En este punto de la historia realmente esperas que la última persona en estar en ese cuarto se haya emborrachado y haya defecado en la cabecera de la cama. Pero no, el personal de limpieza quita el colchón de la cama y descubre que la pareja ha estado durmiendo sobre el cuerpo en descomposición de una niña que ha sido metida en el colchón.
La Verdad:
Esto realmente paso, en Las Vegas. También en la de Ciudad de Kansas, Atlantic City, NJ y en varias ocasiones en Florida y California y, bueno, digamos que bajo o dentro de una cama en un cuarto de hotel parece ser un destino bastante popular para los recientemente fallecidos.
Tiene sentido si piensas en ello. El closet y bajo la cama son dos de los lugares más populares para esconder cualquier cosa (pornografía), así que no es sorprendente que terminen ahí tantos cadáveres. De hecho, las probabilidades son muy buenas de que por lo menos una persona haya matado a una prostituta, para después tratar de meterla bajo la cama, sólo para descubrir que ya había un cuerpo ahí.
La parte más extraña no es que los cuerpos terminen escondidos en tan terrible lugar (los asesinos usualmente no son del tipo que planean las cosas). No, la parte extraña es que en casi todas las historias las personas durmieron parte, o en muchos de los casos, la noche entera, encima del cadáver antes de reportarlo.
La mayoría de la gente que conocemos se quejaría porque alguien tal vez haya fumado un cigarrillo en ese cuarto hace cuatro meses. Pero no estas personas, ellos prefirieron dormir centímetros arriba de un montón de carne humana putrefacta, antes de molestar a la recepción del hotel para pedir un nuevo cuarto.
O, por lo menos esperamos que todo lo que hayan hecho en la cama es dormir. Oh, amigo, puedes imaginar morir y la primer cosa que pasa enseguida es, una pareja teniendo relaciones encima de ti? Ewww.
Ojala que al menos les hayan dado un desayuno continental gratis por la odisea.
La Leyenda:
Una pareja se registra en un hotel y tienen que soportar un horrible olor en su cuarto durante toda la noche. Llaman a la recepción para quejarse y alguien deduce que el olor se originaba debajo de la cama.
Ahora, no hay ningún modo de que esta situación tenga un buen fin. En este punto de la historia realmente esperas que la última persona en estar en ese cuarto se haya emborrachado y haya defecado en la cabecera de la cama. Pero no, el personal de limpieza quita el colchón de la cama y descubre que la pareja ha estado durmiendo sobre el cuerpo en descomposición de una niña que ha sido metida en el colchón.
La Verdad:
Esto realmente paso, en Las Vegas. También en la de Ciudad de Kansas, Atlantic City, NJ y en varias ocasiones en Florida y California y, bueno, digamos que bajo o dentro de una cama en un cuarto de hotel parece ser un destino bastante popular para los recientemente fallecidos.
Tiene sentido si piensas en ello. El closet y bajo la cama son dos de los lugares más populares para esconder cualquier cosa (pornografía), así que no es sorprendente que terminen ahí tantos cadáveres. De hecho, las probabilidades son muy buenas de que por lo menos una persona haya matado a una prostituta, para después tratar de meterla bajo la cama, sólo para descubrir que ya había un cuerpo ahí.
La parte más extraña no es que los cuerpos terminen escondidos en tan terrible lugar (los asesinos usualmente no son del tipo que planean las cosas). No, la parte extraña es que en casi todas las historias las personas durmieron parte, o en muchos de los casos, la noche entera, encima del cadáver antes de reportarlo.
La mayoría de la gente que conocemos se quejaría porque alguien tal vez haya fumado un cigarrillo en ese cuarto hace cuatro meses. Pero no estas personas, ellos prefirieron dormir centímetros arriba de un montón de carne humana putrefacta, antes de molestar a la recepción del hotel para pedir un nuevo cuarto.
O, por lo menos esperamos que todo lo que hayan hecho en la cama es dormir. Oh, amigo, puedes imaginar morir y la primer cosa que pasa enseguida es, una pareja teniendo relaciones encima de ti? Ewww.
Ojala que al menos les hayan dado un desayuno continental gratis por la odisea.
anika- La dama de corazones
- Mensajes : 24366
Inscrito : 20/01/2010
Página 20 de 21. • 1 ... 11 ... 19, 20, 21
Temas similares
» leyendas urbanas mails en cadena
» Cinco leyendas urbanas sobre los virus en Internet
» Cuentos y Leyendas del Antiguo Egipto
» Mitos y leyendas - Dioses y héroes en la mitología griega
» Mitos y leyendas: La nueva alianza [2010 Castellano Latino]
» Cinco leyendas urbanas sobre los virus en Internet
» Cuentos y Leyendas del Antiguo Egipto
» Mitos y leyendas - Dioses y héroes en la mitología griega
» Mitos y leyendas: La nueva alianza [2010 Castellano Latino]
Página 20 de 21.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.