leyendas urbanas
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Re: leyendas urbanas
bueno pues aqui te dejo otra escalofriante leyenda
anika- La dama de corazones
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Re: leyendas urbanas
futakuchi-onna
Las Futakuchi-Onna son mujeres que han sido castigadas por los espíritus con una segunda boca cerca de su nuca. Boca que normalmente queda oculta bajo sus cabellos pero que les murmura y las obliga a traerla comida…
La Futakuchi-Onna pertenece a la familia de los yokai (un tipo de monstruos mitológicos) y tiene el aspecto de una mujer que, por debajo de sus cabellos y algo más arriba de la nuca, tiene una segunda boca completamente funcional (con labios, dientes y lengua). Normalmente es idéntica a su primera boca según la creencia general, aunque otras veces se muestra con un aspecto mucho más escalofriante y grotesco, dientes afilados y un tamaño desproporcionado. Esta segunda boca tiene vida propia, pues al parecer está animada por un espíritu vengativo, que la impulsa a atormentar a su dueña, gritando o chillando si esta no la alimenta directamente o se acerca a los alimentos y no le ofrece, ya que el poder de esta maldita boca secundaria le da la facultad de manipular los cabellos de la mujer para usarlos como tentáculos que usa hábilmente para proporcionarse comida. Según la leyenda, la boca está allí como una forma de castigo a la mujer que lo sufre, normalmente por no comer suficiente o comportarse de forma egoísta con la comida.
Al igual que otros seres mitológicos de aspecto humano, la Futakuchi-Onna suele pasar desapercibida por aquellos con quienes convive y, por lo general, es descubierta después de que una o más personas se percatan de que los alimentos están desapareciendo misteriosamente en proporciones alarmantes, ya que la segunda boca de la Futakuchi-Onna come el doble de lo que come su anfitriona (la mujer en la cual está, a modo de condena…).
Como ya se dio a entender, y es esto lo que resulta más aterrador en la leyenda, la segunda boca de la Futakuchi-Onna tiene conciencia propia y piensa o, para ser más precisos, piensa el espíritu rencoroso y castigador que la controla… Por esto, esta boca viviente no solo puede gritar, chillar y manipular los cabellos de la mujer, sino que además es capaz de obligarla a cometer casi cualquier tipo de acción, incluso un crimen, y la torturara psicológicamente si se niega, murmurando constantemente y avivando el sentimiento de culpa en la mujer, achacándole la falta moral que la llevó a tener una segunda boca y convertirse en un monstruo…
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La historia del avaro:
Esta historia, pasada de generación en generación como una viva advertencia de los castigos sobrenaturales que puede recibir la tacañería, cuenta que, hace mucho tiempo, vivía en un pueblo un artesano muy trabajador, que estaba aún en edad de tener mujer e hijos, y gozaba de cierta holgura económica porque había renunciado a casarse, no porque fuera muy religioso o porque no le gustaran las mujeres, sino porque le producía una profunda aversión la idea de tener que mantener a una mujer, de tener que pagar una boca más… Su dinero era su dinero, era el dinero que conseguía con su esfuerzo, y no quería compartirlo con nadie, pues deseaba poder disfrutarlo él solo, comprándose buena ropa y cosas que, de tener una boca que mantener, seguramente no podría gozar.
No obstante, todo cambió cuando, cierto día, en el pueblo apareció una nueva habitante, que vino sola, sin esposo, padres, hijos, o tipo alguno de compañía. Esta mujer tenía la piel tersa, blanca como la nieve, los cabellos largos y sedosos, y el rostro inundado por una belleza digna de ser retratada por la mano de un hábil pintor. Apenas la vio, el artesano quedó embelesado; sin embargo, lo que realmente le hizo desearla con intensidad y quererla para sí, fue el enterarse, tras un par de días, que la mujer comía sumamente poco, tan poco que, tenerla en casa, acarrearía un gasto económico insignificante en comparación con todo lo bueno que podría obtener con su compañía. Así, el artesano empezó cortejarla hasta que finalmente la convenció para casarse y la llevó a vivir con él.
Inicialmente todo fue alegría, pues la mujer era una compañera agradable y entretenida, y además el artesano veía con gran complacencia que, efectivamente, eran muy ciertos los rumores sobre lo poco que comía. No obstante, el tiempo pasó y el hombre se percató de que sus reservas de alimentos estaban disminuyendo de manera misteriosa, y en cantidad tal que era como si, además de él y la mujer, viviesen dos personas más en la casa, aunque sabía que no habían entrado a robarle porque, justamente por lo aferrado que era a sus posesiones, cuidaba muy bien que nadie entrara a su hogar. Entonces: ¿acaso su esposa se estaba comiendo la reserva cuando él no la veía, cuando dormía o no estaba?… Eso le resultaba un poco difícil de creer porque ella seguía siendo tan delgada como cuando la conoció, y ya debería estar como un luchador de sumo si comiese tanto; sin embargo, se decidió a espiarla para disipar sospechas, de modo que, cierta mañana, fingió ir al trabajo y se quedó escondido en casa…
Lo que vio lo dejó sin palabras, lo horrorizó, y habría gritado si no fuese porque temió perder su vida. Y es que allí, en la cama donde durmió tantas noches con aquella mujer de piel blanca como el marfil, yacía una cosa horrenda, inimaginable, que él no alcanzaba a entender cómo no pudo sentir con sus manos al acariciarle la cabeza a su esposa… Era una boca, con lengua, dientes y labios, una boca viviente que su mujer tenía en la parte de atrás de la cabeza, por encima de la nuca. Esta boca murmuraba cosas que él no alcanzaba a oír, pero creyó que eran acusaciones porque su mujer lloraba con cara de remordimiento, mientras la boca controlaba los cabellos de ella como si fuesen tentáculos, hasta que la mujer se levantó y se acercó a un plato de arroz, y entonces la boca viviente usó los cabellos para agarrar una cuchara y engullir con voracidad la comida…
Fue lo más espantoso que jamás vio en toda su existencia, y unos días después pensó en divorciarse de su esposa, pero la segunda boca intuyó el plan y lo sorprendió en la bañera, llevándoselo a las montañas para matarlo, aunque allí él consiguió escapar y se escondió entre las hierbas y el agua verdosa de un pantano, donde permaneció hasta que su endemoniada mujer desistió y se marchó. Esta es la versión más conocida del final: en la otra, la mujer lo encuentra y lo asesina, devorándole el rostro lentamente con su boca secundaria…
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¿Por qué se transforman en un Futakuchi-Onna?
Existen cuatro versiones sobre la procedencia de la segunda boca que caracteriza a estos monstruos, cada una podría considerarse una leyenda independiente aunque todas tienen puntos en común.
La mujer que no come: En la actualidad se le llama “anorexia”, pero siempre hubo mujeres que se privaban de comer pudiendo hacerlo para mantener la línea: así, cuando enfermaban gravemente, a veces eran castigadas por las fuerzas que gobiernan el mundo sobrenatural, y el castigo era la aparición de una boca viviente que las obligaba a comer…
La mujer que no alimenta a los hijastros: Cuentan que, cuando una madrastra no alimenta a sus hijastros y sólo da de comer a su propia descendencia, es gravemente castigada si esa conducta causa, directa o indirectamente (haciéndolo más proclive a enfermarse y no recuperarse de las enfermedades), la muerte de un hijastro o una hijastra. Entonces le cae una terrible maldición, en la que el espíritu del difunto hijastro o hijastra entra en ella, en su cabeza, donde la atormenta murmurando cosas, y haciéndole crecer una segunda boca que comerá mucho más de lo que le fue negado en vida. Esta creencia se relaciona con una conmovedora historia, en la que una madrastra malvada tenía una hija y una hijastra. A la hija la trataba bien, y le daba de comer en abundancia, en detrimento de la relegada hijastra a la que apenas daba lo suficiente para evitarle la muerte; sin embargo, esto fue mermando la salud de la criatura, que se enfermaba constantemente y un día falleció… Después, pasados unos 49 días (el tiempo máximo en que el alma está en el más allá antes de reencarnar, según el budismo), la madrastra empezó a sentir terribles dolores en la parte posterior de su cabeza: sentía que se le estaba abriendo el hueso, que algo le estaba creciendo, y a veces le parecía escuchar la voz de la hijastra en su cabeza, hasta que un día se despertó y tenía una boca en la parte que le causaba los dolores… Esta boca hablaba con la voz de la hijastra, pues estaba animada por su espíritu que, sediento de venganza, le exigía los alimentos que en vida no le dio, pero en mucha mayor cantidad…
La madre egoísta: Parecida a la versión anterior, una creencia dice que la maldición de la boca viviente también cae sobre todas las madres que, bien por tacañería, por glotonería o ambas cosas, se alimentan bien sólo ellas y a sus hijos no dan casi nada de comer, haciendo que se enfermen y mueran. A ellas, les viene la condena de que, el espíritu del hijo difunto, les atormentará bajo la forma de una boca viviente en la parte posterior de la cabeza…
La esposa del leñador: Esta versión no se generaliza y se relaciona con una historia particular, en la que un leñador estaba un día cortando un árbol, cuando de pronto su esposa se acercó y él, sin querer, le dio un hachazo un poco por arriba de la nuca… Esto no mató a la mujer, pero la herida nunca sanó, y una boca viviente creció en su lugar…
anika- La dama de corazones
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Re: leyendas urbanas
El Túnel de los Gritos
tunel_de_los_gritos
El Tunel de los Gritos (Screaming Tunnel) es un escalofriante lugar en el que se asegura que habita el espíritu sin descanso de una niña que fue quemada en el interior de sus paredes. Si enciendes una cerilla en su interior…
Cerca de las Cataratas del Niagara hay un pequeño túnel que tiempo atrás servía como paso peatonal entre las granjas que había en la zona. Es un estrecho y oscuro paso bajo la vía del tren que une Toronto y Nueva York, en el que habitualmente la niebla impide ver más allá de tu propia mano. En este túnel ocurrió un escalofriante crimen que dejó maldito el lugar y son cientos las personas que aseguran haber sentido una presencia cuando lo han atravesado. Esta es su leyenda…
Hace más de un siglo había algunas casas cerca de los alrededores del túnel. En una de ellas había una familia rota por el alcoholismo del padre, un hombre violento que descargaba toda la furia que sentía por su miserable vida golpeando a su mujer y su única hija cada vez que se emborrachaba. La mujer trataba de soportar las palizas y evitar que golpeara a su hija, poniéndose como escudo y diciéndose a si misma que su marido volvería a ser quien fue cuando se conocieron. Pero la situación no mejoraba y, temiendo por la vida de su pequeña, se armó de valor y decidió pedirle el divorcio.
El hombre al escuchar a su mujer que abandonaba la casa con la niña, se enfureció tanto que la amenazó con prenderle fuego a toda la casa con ellas dentro si trataban de salir de allí.La mujer al ver como el hombre agitaba una lámpara de aceite y la acercaba peligrosamente a las cortinas, decidió plantarle cara por primera vez en su vida y le comenzó a empujar mientras le gritaba fuertemente.
La reacción del hombre no se hizo esperar, lanzó la lámpara contra uno de los muebles, que de inmediato comenzó a consumirse, llegando las llamas hasta el techo de madera en cuestión de segundos. Se giró hacia su esposa y la derribó de un puñetazo, pero no contento con ello la continuó golpeando y pateando aunque ella estaba inconsciente en el suelo. La niña, al ver la escena, escapó presa del pánico, corriendo tan rápido como podía con la intención de llegar hasta la casa de sus vecinos que se encontraban al otro lado del túnel. Mientras corría, sólo se giró un segundo para ver como toda la casa comenzaba a arder mientras su madre aún estaba dentro y su padre salía con paso lento pero seguro con una lámpara de aceite apagada en la mano.
Pero su huida no tuvo éxito; ya que, cuando se encontraba a mitad del oscuro túnel, la niebla le impidió ver una piedra, con la que tropezó y cayó de bruces en el encharcado y frío suelo. Sentía un gran dolor en su tobillo y, por más que trataba de levantarse, el dolor la vencía y caía nuevamente. Ese lapso de tiempo fue aprovechado por su padre para alcanzarla.
La niña quedó paralizada por el miedo cuando observó como su enloquecido padre se acercó a ella y vertió lentamente todo el aceite sobre su diminuto cuerpecito. Entonces sólo un sonido más se escuchó en el túnel: el de una cerilla encendiéndose justo antes de que el padre la arrojara sobre la niña y la prendiera en llamas.
Los gritos de dolor de la niña fueron tan desgarradores que quedaron impresos por la eternidad entre las paredes de este túnel, que desde entonces se llama localmente “El Túnel de los Gritos” (Screaming Tunnel en inglés). El destino del padre nunca quedó claro, unos afirman que regresó a la casa ardiendo y entró nuevamente para arder en las mismas llamas que él había provocado, otros que desapareció y nunca fue detenido.
Lo que sí que es cierto, es que son pocos los valientes que se atreven a acercarse al Túnel de los Gritos de noche, pues cualquiera que entra puede sentir que hay algo negativo en su interior y una presencia les vigila. Se dice además que, si enciendes una cerilla en la mitad del túnel (el lugar donde ardió la niña), se puede escuchar un grito desgarrador y sentirás como una brisa apagará inmediatamente la llama, como si alguien hubiese soplado para que regrese la oscuridad a sus paredes…
NOTA: Esta es una versión de una de las leyendas más famosas de Estados Unidos y Cánada, existen dos variantes más. En una de ellas la niña, escapando del incendio, corrió con sus ropas en llamas hasta el túnel donde finalmente se consumió en el fuego gritando y retorciéndose de dolor. En la otra la niña fue violada en el interior del paso subterráneo y, para evitar que pudiera declarar en contra de sus violadores, éstos la prendieron fuego.
Lo cierto es que en ese lugar hay algo negativo y tenebroso ya que incluso los más escépticos afirman sentir algo vigilándolos mientras cruzan entre sus paredes bajo las vías del tren. Hoy por hoy se ha convertido en uno de los destinos turísticos obligados cuando uno va a visitar las Cataratas del Niagara, ya que su fama se catapultó aún más cuando el túnel se usó como escenario para la película “La Zona Muerta” (1983), basada en un relato de Stephen King.
anika- La dama de corazones
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Re: leyendas urbanas
La Pascualita
pascualita
La Pascualita es el maniquí más famoso de México ya que son cientos los testimonios de personas que aseguran que la han visto mover los ojos, llorar, sonreír e incluso salir del escaparate en noches solitarias…
La Pascualita o “La Chonita” es una de las leyendas más conocidas de todo México. Es una leyenda que perdura en la actualidad, probablemente debido a que, a diferencia de tantas leyendas, tiene la magia de que el ser legendario esté a la vista de todos. Así, no hay quien pueda decir que el maniquí de La Pascualita no existe. Simplemente La Pascualita sigue allí detrás de su vitrina, con todo un cúmulo de testimonios que afirman la presencia de cierta vida sobrenatural en ella.
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mano_pascualitaLa historia del maniquí
Se sabe que el maniquí de la Pascualita apareció en un aparador de La Popular (un local chihuahuense de vestidos de novia) el 25 de marzo de 1930. La versión más común dice que la dueña del negocio, Pascualita Esparza Perales de Pérez, la mandó a traer de Francia. Otra versión también dice que el maniquí fue traído de Francia (de París exactamente), pero que la Sra. Esparza lo adquirió en México DF, dentro de una prestigiosa tienda conocida como “El Puerto de Liverpool”, de la cual ella solía traer telas, azahares, ramos y otros productos que revendía en su local. Al principio no le quisieron vender la hermosa figura de cera; pero, ella estaba tan prendada del maniquí, que amenazó con dejar de comprar sus suministros en la tienda si no se lo vendían, por lo que accedieron y así la Sra. Esparza lo llevó a su local. Sea cual sea la verdad, se cree que la Sra. Esparza compró el maniquí porque, además de ser sumamente bello y de aspecto realista, se parecía bastante a su hermana (encargada de confeccionar los vestidos que exponía en el escaparate de su local) e incluso a ella misma.
Según se cuenta, desde el primer día en que la novia de cera estuvo en la La Popular, todos se detenían a mirarla y, aunque la dueña le dio el nombre de “Chonita” por su aparición en el día de La Encarnación, el vulgo tenía más fuerza y, como todos la llamaban “La Pascualita” por su parecido a la dueña del local, fue ese el nombre que finalmente le quedó.
Si nos preguntamos ahora por qué La Pascualita impresionaba tanto que se convirtió en un icono de la época y se ganó el título de “la novia más bonita de Chihuahua”, la razón está en que era distinta a los demás maniquís de la época: tenía un mejor acabado en la cera, sus ojos eran de cristal, su pelo y sus pestañas eran implantes de verdadero pelo y pestañas, y su expresión, a diferencia de las de tantos maniquís de mirada inerte, era viva y reflejaba emociones, cual si estuviese dotada de humanidad…
Bien, hasta aquí simplemente La Pascualita llamaba la atención; pero, en algún momento de la década de los sesenta (no se sabe si antes o después de 1967), empezaron a surgir rumores de que la novia de cera estaba viva y era capaz de moverse de noche cuando no había nadie en el local, o sonreír a algunas personas. Particularmente, los rumores se hicieron más frecuentes cuando Pascualita Esparza Perales de Pérez falleció en 1967: entonces aparecieron personas diciendo que La Pascualita les seguía con la mirada, que su fantasma les seguía un tiempo si se quedaban viéndola fijamente, o que por breves segundos le aparecían venitas rojas en los ojos… Inclusive, se supo de algunas empleadas que trabajaban en La Popular que renunciaron a su puesto porque vieron llorar o moverse a La Pascualita, y de otras que se negaban a vestirla porque supuestamente le aparecían venas verdosas en las piernas, que posteriormente desaparecían al igual que las venitas rojas que más de uno vio en el blanco de sus ojos.
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Teorías sobre qué causó que La Pascualita cobrara vida
Estas teorías no son especulaciones hechas en el internet: son historias-explicaciones que surgieron en la tradición popular y aún perduran, y que deben su variedad al hecho de que la historia oficial (expuesta arriba) no da razones a los sucesos extraños y escalofriantes que convirtieron en leyenda al maniquí. Veamos ahora esas teorías tejidas por el pueblo chihuahuense a partir de los rumores, la imaginación y la especulación:
pascualita_realEl espíritu de la dueña: Esta teoría fue la primera que surgió, y la que más sentido tiene desde un punto de vista cronológico, ya que los testimonios sobre sucesos paranormales (las cosas que dicen haber visto hacer a La Pascualita) se hicieron patentes en el año en que murió la dueña de la tienda y, puesto que no se sabe en qué momento de la década de los sesenta surgieron, puede pensarse que, o bien estaban ya antes de 1967 (año en que murió la dueña), o bien aparecieron en 1967. De ese modo, si fuese lo segundo, cabría pensar que se debió a lo que afirma esta teoría: a saber, que el espíritu de la dueña se metió en el maniquí, o que simplemente sigue penando en el local y a veces entra en el maniquí. El problema de esta teoría es que no da otra razón que la devoción que la dueña sentía por su maniquí, y el parecido que éste guardaba con ella.
La hija muerta el día de su boda: Esta teoría tiene dos versiones. La primera dice que, justo el día de su boda, la hija de Pascualita (la dueña, no el maniquí) murió por la picadura de un bicho (alacrán, araña venenosa, escorpión: el animal varía) que estaba oculto en su coronita de novia, y que todos la vieron caer muerta cerca del altar. La segunda versión, cuenta que la hija de Pascualita fue apuñalada por un pretendiente celoso, justo cuando estaba en el altar, a punto de casarse con un hombre al que, a despecho del pretendiente, amaba verdaderamente. En todo caso, en ambas versiones dicen que, tras perder a su hija, Pascualita la mandó a embalsamar y a recubrir de parafina y cera, vistiéndola siempre con vestidos nupciales, como para recordar que murió antes de casarse, tenerla siempre cerca y, a la vez, honrarla convirtiéndola en el emblema de su local de vestidos de novia: el problema fue que, sin saberlo, había aprisionado el alma de su hija en su cuerpo embalsamado… Esto del embalsamamiento resulta poco creíble, y en general la teoría no es muy aceptada, pues se sabe que la dueña, que se casó a los 17 años con Enrique Pérez Loera, tuvo solo un descendiente con su esposo, y que ese descendiente era un varón llamado Enrique; sin embargo, se rumorea que también tuvo una hija y que ésta murió ahogada a los cuatro años (esto también haría imposible la teoría), o bien que en realidad si tuvo una hija que creció y murió el día de la boda, aunque esto último casi nadie lo cree.
El chamán enamorado: Dicen que, durante la década de los sesenta, un poderosísimo chamán había llegado de visita a Chihuahua. Este chamán estaba paseando cuando de pronto se paró, anonadado al ver la belleza de La Pascualita. Sus suaves rasgos, sus ojos grandes y dulces, sus manos delicadas, todo en ella le hacía desear que estuviese viva y fuese suya… entonces: ¿por qué no usar sus poderes? Eso fue lo que supuestamente hizo con un ritual, a través del cual cobró vida el maniquí, y se convirtió en su amante, acompañándolo durante los dos meses que vivió en Chihuahua: siempre cada noche, a partir de las diez (hora en que ya estaba cerrado el local). Esta historia es aún más difícil de creer que la anterior, pero podría pensarse que efectivamente hubo un chamán en Chihuahua, y que éste salía con una chica muy parecida a la La Pascualita…
El taxista asesinado y la hija que se suicida: En esta versión, la hija de Pascualita se enamoró de un taxista pobre y su madre, que sentía repugnancia pensando en que ese hombre pudiese transformarse en su futuro yerno, terminó asesinándolo y, a causa de esto, su hija entró en desesperación y se suicidó, lanzándose por un barranco según una variante de esta versión que, así mismo, a veces se presenta con el detalle de que la hija de Pascualita ya se había casado con el taxista cuando éste fue asesinado por su madre. En todo caso, el alma de la hija de Pascualita, después del suicidio, se metió en el maniquí… Como puede verse, la teoría es muy ilógica porque resulta difícil de creer que la dueña de El Popular haya matado a un taxista sin que la Policía se entere y la mande a prisión, o que lo haya matado y haya podido sobornar a las autoridades al punto de que no se hiciera público el rumor de que era una asesina (rumor que, por cierto, jamás existió, salvo en esta versión que quizá nadie crea). Volviendo a la teoría, ésta viene junto al relato de que La Pascualita, a veces cuando ve un taxi, se monta (no como maniquí, sino como duplicado fantasmal del maniquí) en el taxi y desaparece…
La maldición: Aquí la explicación es que la hija de Pascualita era una muchacha mala de pésimo comportamiento, al punto de que fue castigada recibiendo (no se dice quién la envió) una maldición que la hizo fallecer; pero su madre, queriendo recordarla y preservar su gran belleza, la mandó a embalsamar y cubrir de cera…
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la_popularLos policías y el supuesto cuerpo embalsamado
En sus épocas de mayor fama, La Pascualita atrajo tanta gente que los curiosos, provenientes de otras ciudades del amplio México, llegaban en ciertas ocasiones a congestionar el tráfico de la Calle Libertad, forzando a que las autoridades prohibiesen transitar por allí a los coches. En este contexto, se cree que la dueña de El Popular llegó a recibir muchas llamadas telefónicas de personas enfadadas que la acusaban de violar la decencia moral, de transgredir las leyes de Dios al tener un cuerpo embalsamado y hacerlo pasar por maniquí… Inclusive, se cree que, a causa de estas sospechas, La Pascualita sufrió el daño de unas cuantas personas encolerizadas que, cuando nadie las veía, le clavaban las uñas en su piel de cera…
Supuestamente, todo esto causó que la dueña de El Popular hiciese público que La Pascualita era un maniquí; pero, pese a eso, se rumorea que cierto día llegó personal enviado por las autoridades, a fin de constatar si era cierta la acusación de que en El Popular tenían un cadáver en el escaparate: la versión más creíble dice que los inspectores determinaron que era un maniquí, pero otra versión dice que esos inspectores eran policías judiciales (lo cual ni afirma ni niega la primera versión), que cuando entraron les dijeron que volviesen después porque La Pascualita estaba siendo bañada, que entonces sospecharon e insistieron en verla, y que finalmente les mostraron al maniquí envuelto en bata y con toalla en el cabello, dejándoles únicamente revisarle el rostro por “respeto al pudor”, lo cual les hizo sospechar aún más a los policías, que misteriosamente nunca hicieron uso de su autoridad para disipar o confirmar sospechas viendo cómo era La Pascualita por debajo del cuello cuando no tenía su vestido de novia….
chonita_grandeLa leyenda vive hoy
Actualmente muchos creen que podría haber algo sobrenatural en La Pascualita, y todavía hay bastantes personas que afirman haber vivido cosas extrañas. Una vivencia bastante frecuente es la de acercarse, asustarse al ver que el maniquí sonrío por unos segundos; y después, ya de noche, recordar lo sucedido con macabra exactitud, viendo claramente esa sonrisa que antes nos pareció ver de forma tan fugaz que no pudimos apreciar…
También hay historias puntuales que se conocen bastante, como la de cierta mujer que recibió un disparo en la calle estando delante de La Pascualita, a la cual suplicó que sobreviviese y posteriormente, a causa de la milagrosa intervención de la novia de cera, logró conservar su vida; o bueno, al menos la mujer cree que La Pascualita fue la causa de que sobreviviera, y por eso va a encenderle velas cada cierto tiempo, a modo de agradecimiento.
Incluso hay personas que contratan músicos para que le den serenatas a La Pascualita a fin de que no se sienta sola, si bien no se puede saber si lo hacen creyendo que La Pascualita realmente tiene vida propia o simplemente como burla…
Sea o no verdad la leyenda, es indudable que los propietarios de La Popular cuidan con esmero a La Pascualita porque saben que, conservar su belleza y fomentar su leyenda, es necesario para que ésta siga siendo un imán de dinero, ya que La Popular es todavía la tienda de vestidos de novia más visitada de Chihuahua, y siempre el vestido que lleva La Pascualita (a la cual cambian de ropa cada cierto tiempo) es el vestido que más compran, en parte porque, según creen muchas personas, comprar el vestido que está usando La Pascualita, equivale a adquirir un amuleto que traerá un matrimonio feliz y exitoso.
pascualita
La Pascualita es el maniquí más famoso de México ya que son cientos los testimonios de personas que aseguran que la han visto mover los ojos, llorar, sonreír e incluso salir del escaparate en noches solitarias…
La Pascualita o “La Chonita” es una de las leyendas más conocidas de todo México. Es una leyenda que perdura en la actualidad, probablemente debido a que, a diferencia de tantas leyendas, tiene la magia de que el ser legendario esté a la vista de todos. Así, no hay quien pueda decir que el maniquí de La Pascualita no existe. Simplemente La Pascualita sigue allí detrás de su vitrina, con todo un cúmulo de testimonios que afirman la presencia de cierta vida sobrenatural en ella.
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mano_pascualitaLa historia del maniquí
Se sabe que el maniquí de la Pascualita apareció en un aparador de La Popular (un local chihuahuense de vestidos de novia) el 25 de marzo de 1930. La versión más común dice que la dueña del negocio, Pascualita Esparza Perales de Pérez, la mandó a traer de Francia. Otra versión también dice que el maniquí fue traído de Francia (de París exactamente), pero que la Sra. Esparza lo adquirió en México DF, dentro de una prestigiosa tienda conocida como “El Puerto de Liverpool”, de la cual ella solía traer telas, azahares, ramos y otros productos que revendía en su local. Al principio no le quisieron vender la hermosa figura de cera; pero, ella estaba tan prendada del maniquí, que amenazó con dejar de comprar sus suministros en la tienda si no se lo vendían, por lo que accedieron y así la Sra. Esparza lo llevó a su local. Sea cual sea la verdad, se cree que la Sra. Esparza compró el maniquí porque, además de ser sumamente bello y de aspecto realista, se parecía bastante a su hermana (encargada de confeccionar los vestidos que exponía en el escaparate de su local) e incluso a ella misma.
Según se cuenta, desde el primer día en que la novia de cera estuvo en la La Popular, todos se detenían a mirarla y, aunque la dueña le dio el nombre de “Chonita” por su aparición en el día de La Encarnación, el vulgo tenía más fuerza y, como todos la llamaban “La Pascualita” por su parecido a la dueña del local, fue ese el nombre que finalmente le quedó.
Si nos preguntamos ahora por qué La Pascualita impresionaba tanto que se convirtió en un icono de la época y se ganó el título de “la novia más bonita de Chihuahua”, la razón está en que era distinta a los demás maniquís de la época: tenía un mejor acabado en la cera, sus ojos eran de cristal, su pelo y sus pestañas eran implantes de verdadero pelo y pestañas, y su expresión, a diferencia de las de tantos maniquís de mirada inerte, era viva y reflejaba emociones, cual si estuviese dotada de humanidad…
Bien, hasta aquí simplemente La Pascualita llamaba la atención; pero, en algún momento de la década de los sesenta (no se sabe si antes o después de 1967), empezaron a surgir rumores de que la novia de cera estaba viva y era capaz de moverse de noche cuando no había nadie en el local, o sonreír a algunas personas. Particularmente, los rumores se hicieron más frecuentes cuando Pascualita Esparza Perales de Pérez falleció en 1967: entonces aparecieron personas diciendo que La Pascualita les seguía con la mirada, que su fantasma les seguía un tiempo si se quedaban viéndola fijamente, o que por breves segundos le aparecían venitas rojas en los ojos… Inclusive, se supo de algunas empleadas que trabajaban en La Popular que renunciaron a su puesto porque vieron llorar o moverse a La Pascualita, y de otras que se negaban a vestirla porque supuestamente le aparecían venas verdosas en las piernas, que posteriormente desaparecían al igual que las venitas rojas que más de uno vio en el blanco de sus ojos.
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Teorías sobre qué causó que La Pascualita cobrara vida
Estas teorías no son especulaciones hechas en el internet: son historias-explicaciones que surgieron en la tradición popular y aún perduran, y que deben su variedad al hecho de que la historia oficial (expuesta arriba) no da razones a los sucesos extraños y escalofriantes que convirtieron en leyenda al maniquí. Veamos ahora esas teorías tejidas por el pueblo chihuahuense a partir de los rumores, la imaginación y la especulación:
pascualita_realEl espíritu de la dueña: Esta teoría fue la primera que surgió, y la que más sentido tiene desde un punto de vista cronológico, ya que los testimonios sobre sucesos paranormales (las cosas que dicen haber visto hacer a La Pascualita) se hicieron patentes en el año en que murió la dueña de la tienda y, puesto que no se sabe en qué momento de la década de los sesenta surgieron, puede pensarse que, o bien estaban ya antes de 1967 (año en que murió la dueña), o bien aparecieron en 1967. De ese modo, si fuese lo segundo, cabría pensar que se debió a lo que afirma esta teoría: a saber, que el espíritu de la dueña se metió en el maniquí, o que simplemente sigue penando en el local y a veces entra en el maniquí. El problema de esta teoría es que no da otra razón que la devoción que la dueña sentía por su maniquí, y el parecido que éste guardaba con ella.
La hija muerta el día de su boda: Esta teoría tiene dos versiones. La primera dice que, justo el día de su boda, la hija de Pascualita (la dueña, no el maniquí) murió por la picadura de un bicho (alacrán, araña venenosa, escorpión: el animal varía) que estaba oculto en su coronita de novia, y que todos la vieron caer muerta cerca del altar. La segunda versión, cuenta que la hija de Pascualita fue apuñalada por un pretendiente celoso, justo cuando estaba en el altar, a punto de casarse con un hombre al que, a despecho del pretendiente, amaba verdaderamente. En todo caso, en ambas versiones dicen que, tras perder a su hija, Pascualita la mandó a embalsamar y a recubrir de parafina y cera, vistiéndola siempre con vestidos nupciales, como para recordar que murió antes de casarse, tenerla siempre cerca y, a la vez, honrarla convirtiéndola en el emblema de su local de vestidos de novia: el problema fue que, sin saberlo, había aprisionado el alma de su hija en su cuerpo embalsamado… Esto del embalsamamiento resulta poco creíble, y en general la teoría no es muy aceptada, pues se sabe que la dueña, que se casó a los 17 años con Enrique Pérez Loera, tuvo solo un descendiente con su esposo, y que ese descendiente era un varón llamado Enrique; sin embargo, se rumorea que también tuvo una hija y que ésta murió ahogada a los cuatro años (esto también haría imposible la teoría), o bien que en realidad si tuvo una hija que creció y murió el día de la boda, aunque esto último casi nadie lo cree.
El chamán enamorado: Dicen que, durante la década de los sesenta, un poderosísimo chamán había llegado de visita a Chihuahua. Este chamán estaba paseando cuando de pronto se paró, anonadado al ver la belleza de La Pascualita. Sus suaves rasgos, sus ojos grandes y dulces, sus manos delicadas, todo en ella le hacía desear que estuviese viva y fuese suya… entonces: ¿por qué no usar sus poderes? Eso fue lo que supuestamente hizo con un ritual, a través del cual cobró vida el maniquí, y se convirtió en su amante, acompañándolo durante los dos meses que vivió en Chihuahua: siempre cada noche, a partir de las diez (hora en que ya estaba cerrado el local). Esta historia es aún más difícil de creer que la anterior, pero podría pensarse que efectivamente hubo un chamán en Chihuahua, y que éste salía con una chica muy parecida a la La Pascualita…
El taxista asesinado y la hija que se suicida: En esta versión, la hija de Pascualita se enamoró de un taxista pobre y su madre, que sentía repugnancia pensando en que ese hombre pudiese transformarse en su futuro yerno, terminó asesinándolo y, a causa de esto, su hija entró en desesperación y se suicidó, lanzándose por un barranco según una variante de esta versión que, así mismo, a veces se presenta con el detalle de que la hija de Pascualita ya se había casado con el taxista cuando éste fue asesinado por su madre. En todo caso, el alma de la hija de Pascualita, después del suicidio, se metió en el maniquí… Como puede verse, la teoría es muy ilógica porque resulta difícil de creer que la dueña de El Popular haya matado a un taxista sin que la Policía se entere y la mande a prisión, o que lo haya matado y haya podido sobornar a las autoridades al punto de que no se hiciera público el rumor de que era una asesina (rumor que, por cierto, jamás existió, salvo en esta versión que quizá nadie crea). Volviendo a la teoría, ésta viene junto al relato de que La Pascualita, a veces cuando ve un taxi, se monta (no como maniquí, sino como duplicado fantasmal del maniquí) en el taxi y desaparece…
La maldición: Aquí la explicación es que la hija de Pascualita era una muchacha mala de pésimo comportamiento, al punto de que fue castigada recibiendo (no se dice quién la envió) una maldición que la hizo fallecer; pero su madre, queriendo recordarla y preservar su gran belleza, la mandó a embalsamar y cubrir de cera…
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la_popularLos policías y el supuesto cuerpo embalsamado
En sus épocas de mayor fama, La Pascualita atrajo tanta gente que los curiosos, provenientes de otras ciudades del amplio México, llegaban en ciertas ocasiones a congestionar el tráfico de la Calle Libertad, forzando a que las autoridades prohibiesen transitar por allí a los coches. En este contexto, se cree que la dueña de El Popular llegó a recibir muchas llamadas telefónicas de personas enfadadas que la acusaban de violar la decencia moral, de transgredir las leyes de Dios al tener un cuerpo embalsamado y hacerlo pasar por maniquí… Inclusive, se cree que, a causa de estas sospechas, La Pascualita sufrió el daño de unas cuantas personas encolerizadas que, cuando nadie las veía, le clavaban las uñas en su piel de cera…
Supuestamente, todo esto causó que la dueña de El Popular hiciese público que La Pascualita era un maniquí; pero, pese a eso, se rumorea que cierto día llegó personal enviado por las autoridades, a fin de constatar si era cierta la acusación de que en El Popular tenían un cadáver en el escaparate: la versión más creíble dice que los inspectores determinaron que era un maniquí, pero otra versión dice que esos inspectores eran policías judiciales (lo cual ni afirma ni niega la primera versión), que cuando entraron les dijeron que volviesen después porque La Pascualita estaba siendo bañada, que entonces sospecharon e insistieron en verla, y que finalmente les mostraron al maniquí envuelto en bata y con toalla en el cabello, dejándoles únicamente revisarle el rostro por “respeto al pudor”, lo cual les hizo sospechar aún más a los policías, que misteriosamente nunca hicieron uso de su autoridad para disipar o confirmar sospechas viendo cómo era La Pascualita por debajo del cuello cuando no tenía su vestido de novia….
chonita_grandeLa leyenda vive hoy
Actualmente muchos creen que podría haber algo sobrenatural en La Pascualita, y todavía hay bastantes personas que afirman haber vivido cosas extrañas. Una vivencia bastante frecuente es la de acercarse, asustarse al ver que el maniquí sonrío por unos segundos; y después, ya de noche, recordar lo sucedido con macabra exactitud, viendo claramente esa sonrisa que antes nos pareció ver de forma tan fugaz que no pudimos apreciar…
También hay historias puntuales que se conocen bastante, como la de cierta mujer que recibió un disparo en la calle estando delante de La Pascualita, a la cual suplicó que sobreviviese y posteriormente, a causa de la milagrosa intervención de la novia de cera, logró conservar su vida; o bueno, al menos la mujer cree que La Pascualita fue la causa de que sobreviviera, y por eso va a encenderle velas cada cierto tiempo, a modo de agradecimiento.
Incluso hay personas que contratan músicos para que le den serenatas a La Pascualita a fin de que no se sienta sola, si bien no se puede saber si lo hacen creyendo que La Pascualita realmente tiene vida propia o simplemente como burla…
Sea o no verdad la leyenda, es indudable que los propietarios de La Popular cuidan con esmero a La Pascualita porque saben que, conservar su belleza y fomentar su leyenda, es necesario para que ésta siga siendo un imán de dinero, ya que La Popular es todavía la tienda de vestidos de novia más visitada de Chihuahua, y siempre el vestido que lleva La Pascualita (a la cual cambian de ropa cada cierto tiempo) es el vestido que más compran, en parte porque, según creen muchas personas, comprar el vestido que está usando La Pascualita, equivale a adquirir un amuleto que traerá un matrimonio feliz y exitoso.
anika- La dama de corazones
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Inscrito : 20/01/2010
Re: leyendas urbanas
El Cuadro del Niño Llorón
nino_lloron
Un hombre compra un cuadro en el mercado negro, en el lienzo puede verse la imagen de un niño llorando desconsoladamente. Por la noche un llanto le despierta y al acercarse al cuadro puede observar como…
Héctor era un amante del arte y, aunque vivía en una situación realmente cómoda (económicamente hablando), sabía que sus recursos eran limitados y por ello no dudaba en recurrir al mercado negro cuando quería obtener una nueva pieza para su colección.
El tráfico de obras de arte de dudosa procedencia estaba en auge, pues durante y después de la Segunda Guerra Mundial muchos fueron los soldados y oficiales que saquearon museos o las mansiones de los más ricos, llevándose cuanto en ellas encontraban. No era por esto extraño que Héctor comprara verdaderas gangas y cuadros muy por debajo de su valor.
En algunos casos el mismo Héctor se encargaba de encontrar al comprador perfecto y revenderlos posteriormente, multiplicando el precio que había pagado, pero en otros quedaba prendado de la belleza de alguna obra y decidía quedársela él mismo o guardarla algo más de tiempo hasta que decidía si la vendería o serviría para ampliar su gran colección. Ese fue el caso de un cuadro que le dejó sin habla nada más verlo…
En el lienzo podía observarse el rostro de un niño llorando con una expresividad casi única, sin conocer su historia se podía intuir el gran sufrimiento que había padecido el pequeño, un llanto que el artista había captado con tal realismo que sólo mirarlo te imbuía en una gran tristeza.
Héctor estaba decidido, quería comprar esa obra, pero no podía demostrar mucho su interés si no quería que el precio se disparase.
– ¿Y éste cuánto cuesta? – preguntó Héctor.
– Ese es de los caros – le dijo el comerciante ilegal – pero como usted es buen cliente se lo dejo en 100 pesetas.
– ¿100 pesetas? – dijo Héctor con tono malumorado – Pero si a este pintor no lo conoce ni su madre.
En el lienzo podía leerse la firma de un tal Giovanni Bragolin, sin duda un desconocido, aunque eso no era un impedimento para Héctor, que sabía apreciar el arte y no dudaba en que esa obra la podía vender fácilmente al triple del precio que le había marcado.
– Te doy 50 pesetas, esa es mi última oferta y deja de tratarme como a un ignorante o no me volverás a ver el pelo nunca más.
– Disculpe, don Héctor – dijo el vendedor con tono sumiso –, se lo envuelvo ahora mismo.
Héctor se fue a su casa con el cuadro bajo el brazo, una tela vieja lo protegía de las miradas de curiosos y por algún extraño motivo sentía que debía ser así, como si se tratara de un niño real al que hubiese adoptado. Sus lágrimas lo habían conmovido tanto que sentía un profundo pesar cuando recordaba su obra recién adquirida.
Para el cuadro reservó un lugar especial en la habitación en la que dormía, no quería que quedase expuesto a las miradas de las visitas en el salón, al menos no hasta descubrir algo más de su procedencia y el autor. Apuntó en una hoja de papel el nombre del pintor: Giovanni Bragolin. Al día siguiente (y como había hecho en muchas otras ocasiones) acudiría a la biblioteca a buscar información, tal vez el lienzo era más caro de lo que él pensaba.
Al finalizar el día, Héctor se acercó de nuevo al cuadro del niño llorando, se quedó mirándolo durante varios minutos, observando con detalle su compungido gesto. Trató de imaginarse qué pudo causar las lágrimas del pequeño: el hambre, un castigo, malas calificaciones… No, sin duda había una historia mucho más dura detrás de las lágrimas, tal vez la muerte de un hermano o de sus padres. El llanto era desconsolado, pero a la vez mostraba una profunda tristeza y miedo a quedarse solo. Sí, eso debía ser, era algún huérfano de los miles que había dejado la guerra.
Héctor se acostó en la cama mirando hacia el niño, como si tuviera que protegerlo y velar por su descanso. Estaba agotado así que no tardó mucho en dormirse, pero esa noche no podría conciliar el sueño como él hubiese querido…
De madrugada un leve quejido le despertó, era indudablemente el llanto de un niño, la oscuridad no le permitía ver con claridad, pero sin duda el sonido provenía del cuadro. Se levantó y pudo ver como de los ojos del niño parecían brotar lágrimas reales que goteaban hasta el suelo y habían formado un pequeño charco. Impresionado, se quedó mirando fijamente a los ojos del pequeño cuando… ¡Sintió que se movían levemente para mirarle directamente!.
Se pegó tal susto que casi se cae de espaldas, pero por suerte la cama estaba cerca y pudo sentarse sobre ella, totalmente bloqueado por el miedo.
Los ojos del pequeño se clavaban sobre los suyos y su gesto triste tornó a uno enfurecido, sus ojos parecían arder y cambiaron su azulado color por un tono rojizo que parecía echar chispas, de repente el marco del cuadro comenzó a arder con unas llamas tan intensas que rápidamente envolvieron toda la habitación…
Héctor se despertó totalmente empapado en sudor, todo había sido una pesadilla, miró al cuadro y no percibió nada extraño, el niño seguía igual y no había ningún fuego a punto de devorarlo. Trató de conciliar nuevamente el sueño, pero le resultaba muy difícil, así que decidió levantarse para beber un poco de agua. Al pasar cerca del cuadro casi se cae al suelo cuando resbaló sobre un pequeño charco que había justo debajo y era idéntico al de su sueño.
Héctor, que nunca había sido muy asustadizo, trató de encontrar explicación: ¿una gotera?, ¿una tubería rota?, todo parecía imposible pues ni estaba lloviendo ni había ninguna bajante de agua en el cuarto. Descolgó el cuadro y lo dejó sobre una silla de la habitación para comprobar que no hubiera ninguna mancha de humedad detrás del lienzo: no había nada extraño. Intentó calmarse y no darle más importancia, pero esa noche no pudo volver a dormir y sin poder evitarlo seguía echando miradas furtivas al niño del cuadro que reposaba sobre la silla.
Al llegar la mañana desayunó, se aseó y decidió salir a buscar más información sobre el artista. Su búsqueda en la biblioteca no tuvo éxito, toda una mañana perdida entre libros. Pero había algo que no cuadraba, el estilo le resultaba familiar e incluso estaba seguro que había visto ese apellido en alguna otra parte. Así que decidió consultar a Ernesto, otro traficante de obras de arte como él, con el que había tenido más de una vez algún problema al tratar con los mismos clientes o pujar en alguna subasta por el mismo cuadro.
– Vaya, vaya, mira a quien tenemos aquí – dijo Ernesto –; si es mi gran amigo Héctor, supongo que ya no estás resentido porque la condesa no te comprara aquel horroroso retrato.
– Buenas tardes, Ernesto, digamos que la cosa quedaría en paz si me ayudas a encontrar algo de información sobre un artista – le dijo mientras le tendía el trozo de papel donde estaba apuntado el nombre del autor.
– Hombre, pero si es mi gran amigo Bragolin, por supuesto que puedo darte información, pero el tema es… ¿qué saco yo a cambio? – dijo devolviendo el papel a Héctor.
– Supongo que lo de que quedemos en paz no es suficiente, ¿no?.
– Hombre, yo estaba pensando en algo más como un 30% de la venta; si es el cuadro que pienso, hay un buen beneficio para ambos.
– Un 20% y es mi última oferta (esa frase parecía funcionarle siempre).
– De acuerdo, un 25% y dejamos “en paz” el tema de condesa, al fin y al cabo somos “colegas” en este negocio.
Héctor asintio y tomó asiento en un viejo sillón que Ernesto le indicó con la mano.
– Como habrás podido adivinar el nombre de Giovanni Bragolin no es más que un pseudónimo, el nombre real del artista es Bruno Amadio. Es un fascista detestable y sin escrúpulos del que se dice que tuvo que huir de Italia al acabar la guerra. Hace un par de años me crucé con él medio por casualidad en una taberna sevillana, estaba tan borracho que no paraba de decir estupideces sobre el Diablo y todo el dinero que iba a ganar. Lo cierto es que poco tiempo después el pseudónimo con el que firmaba sus obras se empezó a hacer muy popular y escuché que consiguió vender varias de sus obras a una duquesa. Pero el hombre estaba tan desquiciado que parece que no pudo disfrutar mucho de su fortuna, se mudó aquí a Madrid y desapareció.
Héctor, que se había mantenido callado escuchando con atención, le preguntó:
– No quisiera arriesgarme a vender una obra robada aquí en España, ¿no será el cuadro que compré uno de los de la duquesa?
– No, por eso no te preocupes, hasta donde sé ha pintado 27 retratos de niños llorando, pero nunca ha conseguido el mismo realismo que fue capaz de imprimirle al primero. Los 26 restantes son mas o menos conocidos y se pueden localizar con facilidad, incluso hay algunas falsificaciones circulando. Pero algo me dice que el que tienes tú es el primero, la cara con la que me escuchabas es la misma que puse yo cuando vi el cuadro aquella noche en Sevilla. ¿Es precioso verdad? Esos ojitos parecen estar llorando de verdad.
– Ni te lo imaginas, es tan bonito que cuesta desprenderse de él.
– Pues, amigo, te aseguro que cuando se lo llevemos a la duquesa vas a tener como poco más de 100.000 razones para querer venderlo.
Héctor y Ernesto se estrecharon la mano y quedaron en partir hacia Sevilla al día siguiente. Lo que había escuchado era mucho más de lo que jamás había podido imaginar, un auténtico dineral en la época y de paso se podría deshacer de ese cuadro que le provocaba escalofrios y ternura a partes iguales.
Tras tomarse una cerveza en el camino para celebrarlo y cenar algo en una tasca de mala muerte justo bajo su casa, Héctor subió a apartamento y entró en su dormitorio…
En el suelo estaba el cuadro que parecía haberse caído de la silla donde lo dejó por la mañana, lo volvió a subir a la silla, verificando que no se hubiera roto con el golpe, y se desvistió para ir a dormir. Mientras se quitaba la ropa escuchó nuevamente como el cuadro golpeaba el suelo, era como si tuviera vida y no quisiera estar relegado a un lugar tan ruín como una silla. Héctor no quería arriesgarse a romper una obra tan preciada, así que colgó el cuadro nuevamente en la pared donde lo había hecho la noche anterior. Pasados unos minutos, el cansancio de no haber pegado ojo la noche pasada le pasó factura y cayó en un profundo sueño.
Exactamente a la misma hora que la noche anterior un llanto le despertó, el hombre se levantó y, como la noche pasada, pudo verificar que las lágrimas del niño salían del cuadro y mojaban el suelo. El niño se giró y fijó sus ojos sobre los suyos, sólo que esta vez Héctor no reculó ni retiró la mirada. Se quedó buscando una explicación en el interior de los ojos del chiquillo. Sin saber muy bien cómo, pareció adentrarse en sus pensamientos y pudo ver lo que tanto temía…
Como si de un simple espectador se tratase, pudo ver la estampa de un orfanato italiano en la que se agolpaban decenas de niños que habían perdido a sus padres, entre todos ellos pudo distinguir al niño de su cuadro, llorando en una esquina de forma desconsolada. Un hombre vestido con el típico uniforme de las Camisas Negras (fascistas italianos) le retrataba sin dejar de insultarle y golpearle con sus duras botas militares cada vez que cesaba el llanto. Había algo malvado en aquel hombre pues, como si estuviera poseido, pintaba a una velocidad infernal y sonreía con una grotesca mueca de satisfacción cuando veía al pequeño llorar.
La siguiente imagen que le vino a la mente fue la del cuadro en uno de los pasillos del orfanato. Por alguna extraña razón el artista lo había dejado allí mismo tras concluir su obra. Cuando los niños estaban durmiendo el cuadro tomó vida como en su sueño, primero los ojos del niño se volvieron rojos y después una bocanada de llamas comenzó a brotar de los marcos del cuadro, misteriosamente sin dañar el lienzo que parecía no poder quemarse con las llamas.
El fuego rápidamente se propagó cerrando la única posible vía de escape de decenas de niños huérfanos que gritaban de dolor cuando las llamas comenzaron a quemar sus pequeños cuerpecitos. El niño del cuadro asistió muerto de miedo, desde una esquina de la habitación, a cómo el resto de sus compañeros ardían uno por uno, era como si el fuego se comportara de una forma inteligente y le dejara para el final disfrutando de sus lágrimas y del sufrimiento que sentía al ver morir a sus amiguitos. Hasta que finalmente el mismo niño ardió profiriendo horribles gritos de dolor que duraron más de dos minutos.
De nuevo la imagen cambió y pudo verse el orfanato devastado y derruido por las llamas, sobre los restos humeantes había un objeto que parecía no haber sufrido las inclemencias de las altas temperaturas, un lienzo parcialmente enrollado en el que podía verse el rostro lloroso del niño que había muerto esa misma noche junto a sus 26 compañeros. El hombre vestido con el uniforme fascista caminó sobre las ascuas del orfanato como si el calor no le afectara y recogió su obra. Al extenderla, la miró fijamente a los ojos y éstos se volvieron rojos y una voz de ultratumba le dijo:
– Con esto se completa nuestro pacto, nunca más sufrirás por dinero o tendrás necesidad, disfruta de tu vida terrenal, pues yo te estaré esperando en la otra vida.
Héctor veía todo como un simple espectador hasta el momento que escuchó al mismo Diablo proferir aquellas palabras, en ese momento dio un paso atrás y pudo ver como el niño del cuadro le miraba fijamente con los ojos rojos y su boca comenzaba a moverse:
– Tú me has llamado, ¿qué es lo que deseas?, ¿dinero?, ¿mujeres?. Todo lo que quieras yo te lo daré.
Héctor saltó hacia atrás sobre la cama con la mala fortuna de que se golpeó en la cabeza al rodar sobre ésta: el golpe pareció despertarle de su pesadilla, ya que al mirar nuevamente al cuadro, éste mostraba su aspecto normal, el de un niño llorando desconsoladamente.
Pero sabía que no había sido un sueño, un pequeño charco bajo el cuadro delataba que lo que había visto y vivido era real… Sin importarle el dinero que supuestamente iba a recibir por el cuadro, fue corriendo a la cocina, sacó un cuchillo de un cajón y se dirigió corriendo con la intención de desgarrar el cuadro y acabar de una vez con la maldición. Pero al entrar en la habitación la puerta se cerró de un fuerte golpe detrás de él y el cuadro nuevamente mostró su lado más diabólico cuando el niño, con los ojos rojos, se giró a mirarle. Una vez más las llamas comenzaron a quemar todo a su alrededor y Héctor no pudo más que sufrir una de las muertes más atroces posibles mientras el fuego parecía deleitarse con su sufrimiento, quemándole léntamente hasta dejarle totalmente carbonizado.
Misteriosamente ninguna otra parte del edificio ardió y los vecinos no escucharon los alaridos de dolor de Héctor, por lo que a la mañana siguiente, cuando Ernesto pasó por el apartamento de Héctor para emprender juntos su viaje a Sevilla, encontró la puerta abierta y temiendo lo peor entró en el cuarto de su “colega” de profesión, donde encontró todo carbonizado… salvo el lienzo del niño llorando sobre el cuerpo abrasado de Héctor.
Ernesto nunca había sido un hombre con escrúpulos y no iba a empezar a serlo esa mañana, así que tomó el cuadro y salió corriendo del lugar antes de que la policía o algún vecino pudiesen descubrir el destino de Héctor. Debía darse prisa para llegar a Sevilla y poder vender ese cuadro… o tal vez no, pensó mientras lo miraba sentado en uno de los asientos del tren.
Al fin y al cabo era tan bonito y… ¡Tenía que protegerlo!
nino_lloron
Un hombre compra un cuadro en el mercado negro, en el lienzo puede verse la imagen de un niño llorando desconsoladamente. Por la noche un llanto le despierta y al acercarse al cuadro puede observar como…
Héctor era un amante del arte y, aunque vivía en una situación realmente cómoda (económicamente hablando), sabía que sus recursos eran limitados y por ello no dudaba en recurrir al mercado negro cuando quería obtener una nueva pieza para su colección.
El tráfico de obras de arte de dudosa procedencia estaba en auge, pues durante y después de la Segunda Guerra Mundial muchos fueron los soldados y oficiales que saquearon museos o las mansiones de los más ricos, llevándose cuanto en ellas encontraban. No era por esto extraño que Héctor comprara verdaderas gangas y cuadros muy por debajo de su valor.
En algunos casos el mismo Héctor se encargaba de encontrar al comprador perfecto y revenderlos posteriormente, multiplicando el precio que había pagado, pero en otros quedaba prendado de la belleza de alguna obra y decidía quedársela él mismo o guardarla algo más de tiempo hasta que decidía si la vendería o serviría para ampliar su gran colección. Ese fue el caso de un cuadro que le dejó sin habla nada más verlo…
En el lienzo podía observarse el rostro de un niño llorando con una expresividad casi única, sin conocer su historia se podía intuir el gran sufrimiento que había padecido el pequeño, un llanto que el artista había captado con tal realismo que sólo mirarlo te imbuía en una gran tristeza.
Héctor estaba decidido, quería comprar esa obra, pero no podía demostrar mucho su interés si no quería que el precio se disparase.
– ¿Y éste cuánto cuesta? – preguntó Héctor.
– Ese es de los caros – le dijo el comerciante ilegal – pero como usted es buen cliente se lo dejo en 100 pesetas.
– ¿100 pesetas? – dijo Héctor con tono malumorado – Pero si a este pintor no lo conoce ni su madre.
En el lienzo podía leerse la firma de un tal Giovanni Bragolin, sin duda un desconocido, aunque eso no era un impedimento para Héctor, que sabía apreciar el arte y no dudaba en que esa obra la podía vender fácilmente al triple del precio que le había marcado.
– Te doy 50 pesetas, esa es mi última oferta y deja de tratarme como a un ignorante o no me volverás a ver el pelo nunca más.
– Disculpe, don Héctor – dijo el vendedor con tono sumiso –, se lo envuelvo ahora mismo.
Héctor se fue a su casa con el cuadro bajo el brazo, una tela vieja lo protegía de las miradas de curiosos y por algún extraño motivo sentía que debía ser así, como si se tratara de un niño real al que hubiese adoptado. Sus lágrimas lo habían conmovido tanto que sentía un profundo pesar cuando recordaba su obra recién adquirida.
Para el cuadro reservó un lugar especial en la habitación en la que dormía, no quería que quedase expuesto a las miradas de las visitas en el salón, al menos no hasta descubrir algo más de su procedencia y el autor. Apuntó en una hoja de papel el nombre del pintor: Giovanni Bragolin. Al día siguiente (y como había hecho en muchas otras ocasiones) acudiría a la biblioteca a buscar información, tal vez el lienzo era más caro de lo que él pensaba.
Al finalizar el día, Héctor se acercó de nuevo al cuadro del niño llorando, se quedó mirándolo durante varios minutos, observando con detalle su compungido gesto. Trató de imaginarse qué pudo causar las lágrimas del pequeño: el hambre, un castigo, malas calificaciones… No, sin duda había una historia mucho más dura detrás de las lágrimas, tal vez la muerte de un hermano o de sus padres. El llanto era desconsolado, pero a la vez mostraba una profunda tristeza y miedo a quedarse solo. Sí, eso debía ser, era algún huérfano de los miles que había dejado la guerra.
Héctor se acostó en la cama mirando hacia el niño, como si tuviera que protegerlo y velar por su descanso. Estaba agotado así que no tardó mucho en dormirse, pero esa noche no podría conciliar el sueño como él hubiese querido…
De madrugada un leve quejido le despertó, era indudablemente el llanto de un niño, la oscuridad no le permitía ver con claridad, pero sin duda el sonido provenía del cuadro. Se levantó y pudo ver como de los ojos del niño parecían brotar lágrimas reales que goteaban hasta el suelo y habían formado un pequeño charco. Impresionado, se quedó mirando fijamente a los ojos del pequeño cuando… ¡Sintió que se movían levemente para mirarle directamente!.
Se pegó tal susto que casi se cae de espaldas, pero por suerte la cama estaba cerca y pudo sentarse sobre ella, totalmente bloqueado por el miedo.
Los ojos del pequeño se clavaban sobre los suyos y su gesto triste tornó a uno enfurecido, sus ojos parecían arder y cambiaron su azulado color por un tono rojizo que parecía echar chispas, de repente el marco del cuadro comenzó a arder con unas llamas tan intensas que rápidamente envolvieron toda la habitación…
Héctor se despertó totalmente empapado en sudor, todo había sido una pesadilla, miró al cuadro y no percibió nada extraño, el niño seguía igual y no había ningún fuego a punto de devorarlo. Trató de conciliar nuevamente el sueño, pero le resultaba muy difícil, así que decidió levantarse para beber un poco de agua. Al pasar cerca del cuadro casi se cae al suelo cuando resbaló sobre un pequeño charco que había justo debajo y era idéntico al de su sueño.
Héctor, que nunca había sido muy asustadizo, trató de encontrar explicación: ¿una gotera?, ¿una tubería rota?, todo parecía imposible pues ni estaba lloviendo ni había ninguna bajante de agua en el cuarto. Descolgó el cuadro y lo dejó sobre una silla de la habitación para comprobar que no hubiera ninguna mancha de humedad detrás del lienzo: no había nada extraño. Intentó calmarse y no darle más importancia, pero esa noche no pudo volver a dormir y sin poder evitarlo seguía echando miradas furtivas al niño del cuadro que reposaba sobre la silla.
Al llegar la mañana desayunó, se aseó y decidió salir a buscar más información sobre el artista. Su búsqueda en la biblioteca no tuvo éxito, toda una mañana perdida entre libros. Pero había algo que no cuadraba, el estilo le resultaba familiar e incluso estaba seguro que había visto ese apellido en alguna otra parte. Así que decidió consultar a Ernesto, otro traficante de obras de arte como él, con el que había tenido más de una vez algún problema al tratar con los mismos clientes o pujar en alguna subasta por el mismo cuadro.
– Vaya, vaya, mira a quien tenemos aquí – dijo Ernesto –; si es mi gran amigo Héctor, supongo que ya no estás resentido porque la condesa no te comprara aquel horroroso retrato.
– Buenas tardes, Ernesto, digamos que la cosa quedaría en paz si me ayudas a encontrar algo de información sobre un artista – le dijo mientras le tendía el trozo de papel donde estaba apuntado el nombre del autor.
– Hombre, pero si es mi gran amigo Bragolin, por supuesto que puedo darte información, pero el tema es… ¿qué saco yo a cambio? – dijo devolviendo el papel a Héctor.
– Supongo que lo de que quedemos en paz no es suficiente, ¿no?.
– Hombre, yo estaba pensando en algo más como un 30% de la venta; si es el cuadro que pienso, hay un buen beneficio para ambos.
– Un 20% y es mi última oferta (esa frase parecía funcionarle siempre).
– De acuerdo, un 25% y dejamos “en paz” el tema de condesa, al fin y al cabo somos “colegas” en este negocio.
Héctor asintio y tomó asiento en un viejo sillón que Ernesto le indicó con la mano.
– Como habrás podido adivinar el nombre de Giovanni Bragolin no es más que un pseudónimo, el nombre real del artista es Bruno Amadio. Es un fascista detestable y sin escrúpulos del que se dice que tuvo que huir de Italia al acabar la guerra. Hace un par de años me crucé con él medio por casualidad en una taberna sevillana, estaba tan borracho que no paraba de decir estupideces sobre el Diablo y todo el dinero que iba a ganar. Lo cierto es que poco tiempo después el pseudónimo con el que firmaba sus obras se empezó a hacer muy popular y escuché que consiguió vender varias de sus obras a una duquesa. Pero el hombre estaba tan desquiciado que parece que no pudo disfrutar mucho de su fortuna, se mudó aquí a Madrid y desapareció.
Héctor, que se había mantenido callado escuchando con atención, le preguntó:
– No quisiera arriesgarme a vender una obra robada aquí en España, ¿no será el cuadro que compré uno de los de la duquesa?
– No, por eso no te preocupes, hasta donde sé ha pintado 27 retratos de niños llorando, pero nunca ha conseguido el mismo realismo que fue capaz de imprimirle al primero. Los 26 restantes son mas o menos conocidos y se pueden localizar con facilidad, incluso hay algunas falsificaciones circulando. Pero algo me dice que el que tienes tú es el primero, la cara con la que me escuchabas es la misma que puse yo cuando vi el cuadro aquella noche en Sevilla. ¿Es precioso verdad? Esos ojitos parecen estar llorando de verdad.
– Ni te lo imaginas, es tan bonito que cuesta desprenderse de él.
– Pues, amigo, te aseguro que cuando se lo llevemos a la duquesa vas a tener como poco más de 100.000 razones para querer venderlo.
Héctor y Ernesto se estrecharon la mano y quedaron en partir hacia Sevilla al día siguiente. Lo que había escuchado era mucho más de lo que jamás había podido imaginar, un auténtico dineral en la época y de paso se podría deshacer de ese cuadro que le provocaba escalofrios y ternura a partes iguales.
Tras tomarse una cerveza en el camino para celebrarlo y cenar algo en una tasca de mala muerte justo bajo su casa, Héctor subió a apartamento y entró en su dormitorio…
En el suelo estaba el cuadro que parecía haberse caído de la silla donde lo dejó por la mañana, lo volvió a subir a la silla, verificando que no se hubiera roto con el golpe, y se desvistió para ir a dormir. Mientras se quitaba la ropa escuchó nuevamente como el cuadro golpeaba el suelo, era como si tuviera vida y no quisiera estar relegado a un lugar tan ruín como una silla. Héctor no quería arriesgarse a romper una obra tan preciada, así que colgó el cuadro nuevamente en la pared donde lo había hecho la noche anterior. Pasados unos minutos, el cansancio de no haber pegado ojo la noche pasada le pasó factura y cayó en un profundo sueño.
Exactamente a la misma hora que la noche anterior un llanto le despertó, el hombre se levantó y, como la noche pasada, pudo verificar que las lágrimas del niño salían del cuadro y mojaban el suelo. El niño se giró y fijó sus ojos sobre los suyos, sólo que esta vez Héctor no reculó ni retiró la mirada. Se quedó buscando una explicación en el interior de los ojos del chiquillo. Sin saber muy bien cómo, pareció adentrarse en sus pensamientos y pudo ver lo que tanto temía…
Como si de un simple espectador se tratase, pudo ver la estampa de un orfanato italiano en la que se agolpaban decenas de niños que habían perdido a sus padres, entre todos ellos pudo distinguir al niño de su cuadro, llorando en una esquina de forma desconsolada. Un hombre vestido con el típico uniforme de las Camisas Negras (fascistas italianos) le retrataba sin dejar de insultarle y golpearle con sus duras botas militares cada vez que cesaba el llanto. Había algo malvado en aquel hombre pues, como si estuviera poseido, pintaba a una velocidad infernal y sonreía con una grotesca mueca de satisfacción cuando veía al pequeño llorar.
La siguiente imagen que le vino a la mente fue la del cuadro en uno de los pasillos del orfanato. Por alguna extraña razón el artista lo había dejado allí mismo tras concluir su obra. Cuando los niños estaban durmiendo el cuadro tomó vida como en su sueño, primero los ojos del niño se volvieron rojos y después una bocanada de llamas comenzó a brotar de los marcos del cuadro, misteriosamente sin dañar el lienzo que parecía no poder quemarse con las llamas.
El fuego rápidamente se propagó cerrando la única posible vía de escape de decenas de niños huérfanos que gritaban de dolor cuando las llamas comenzaron a quemar sus pequeños cuerpecitos. El niño del cuadro asistió muerto de miedo, desde una esquina de la habitación, a cómo el resto de sus compañeros ardían uno por uno, era como si el fuego se comportara de una forma inteligente y le dejara para el final disfrutando de sus lágrimas y del sufrimiento que sentía al ver morir a sus amiguitos. Hasta que finalmente el mismo niño ardió profiriendo horribles gritos de dolor que duraron más de dos minutos.
De nuevo la imagen cambió y pudo verse el orfanato devastado y derruido por las llamas, sobre los restos humeantes había un objeto que parecía no haber sufrido las inclemencias de las altas temperaturas, un lienzo parcialmente enrollado en el que podía verse el rostro lloroso del niño que había muerto esa misma noche junto a sus 26 compañeros. El hombre vestido con el uniforme fascista caminó sobre las ascuas del orfanato como si el calor no le afectara y recogió su obra. Al extenderla, la miró fijamente a los ojos y éstos se volvieron rojos y una voz de ultratumba le dijo:
– Con esto se completa nuestro pacto, nunca más sufrirás por dinero o tendrás necesidad, disfruta de tu vida terrenal, pues yo te estaré esperando en la otra vida.
Héctor veía todo como un simple espectador hasta el momento que escuchó al mismo Diablo proferir aquellas palabras, en ese momento dio un paso atrás y pudo ver como el niño del cuadro le miraba fijamente con los ojos rojos y su boca comenzaba a moverse:
– Tú me has llamado, ¿qué es lo que deseas?, ¿dinero?, ¿mujeres?. Todo lo que quieras yo te lo daré.
Héctor saltó hacia atrás sobre la cama con la mala fortuna de que se golpeó en la cabeza al rodar sobre ésta: el golpe pareció despertarle de su pesadilla, ya que al mirar nuevamente al cuadro, éste mostraba su aspecto normal, el de un niño llorando desconsoladamente.
Pero sabía que no había sido un sueño, un pequeño charco bajo el cuadro delataba que lo que había visto y vivido era real… Sin importarle el dinero que supuestamente iba a recibir por el cuadro, fue corriendo a la cocina, sacó un cuchillo de un cajón y se dirigió corriendo con la intención de desgarrar el cuadro y acabar de una vez con la maldición. Pero al entrar en la habitación la puerta se cerró de un fuerte golpe detrás de él y el cuadro nuevamente mostró su lado más diabólico cuando el niño, con los ojos rojos, se giró a mirarle. Una vez más las llamas comenzaron a quemar todo a su alrededor y Héctor no pudo más que sufrir una de las muertes más atroces posibles mientras el fuego parecía deleitarse con su sufrimiento, quemándole léntamente hasta dejarle totalmente carbonizado.
Misteriosamente ninguna otra parte del edificio ardió y los vecinos no escucharon los alaridos de dolor de Héctor, por lo que a la mañana siguiente, cuando Ernesto pasó por el apartamento de Héctor para emprender juntos su viaje a Sevilla, encontró la puerta abierta y temiendo lo peor entró en el cuarto de su “colega” de profesión, donde encontró todo carbonizado… salvo el lienzo del niño llorando sobre el cuerpo abrasado de Héctor.
Ernesto nunca había sido un hombre con escrúpulos y no iba a empezar a serlo esa mañana, así que tomó el cuadro y salió corriendo del lugar antes de que la policía o algún vecino pudiesen descubrir el destino de Héctor. Debía darse prisa para llegar a Sevilla y poder vender ese cuadro… o tal vez no, pensó mientras lo miraba sentado en uno de los asientos del tren.
Al fin y al cabo era tan bonito y… ¡Tenía que protegerlo!
anika- La dama de corazones
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Re: leyendas urbanas
Lentillas que te Dejan Ciego
lentillas
Una chica enamorada se gasta todo su presupuesto en tratamientos de belleza para llamar la atención de un chico. Con el poco dinero que le queda compra unas lentes de contacto de mala calidad que acabarán dejándola ciega…
Elena estaba pilladísima de un chico de su universidad desde que comenzó el curso. No podía disimularlo e incluso sus compañeras de clase bromeaban con el tema. Sin embargo no se atrevía a dar ningún paso, en primer lugar porque sabía que Arturo (así se llamaba el chico) tenía novia y en segundo porque su timidez la bloqueaba y la hacía parecer idiota cuando trataba de hablar con él.
El chico por supuesto ya estaba informado y la mantenía “en reserva” por si algún día rompía con la novia. Por lo que la pobre Elena notaba como él también coqueteaba y le daba esperanzas pero sin concretar nada y la mantenía en un estado de embelesamiento que le impedía mirar a otros compañeros que estaban loquitos por ella. Y es que Elena era una de las chicas más guapas del campus y además sabía sacarse partido como nadie con ropa muy ajustada y un impecable maquillaje con el que acudía a clase incluso los días más calurosos.
Un día pareció que la suerte de Elena iba a cambiar cuando se enteró que Arturo había roto con la novia, al parecer por un tema de celos (por supuesto infundados porque Arturo nunca le había sido infiel a la insoportable de su ex novia, pensó ella). Elena sin querer dibujó una sonrisa en su cara al enterarse, ya que la noticia corrió como la pólvora y todas sus amigas que sabían que estaba loquita por él fueron desfilando para darle la “buena noticia”.
Pero lo que más le sorprendió a Elena fue que casi al finalizar las clases fue el propio Arturo quien se acercó a hablar con ella y la invitó a una fiesta/barbacoa en la casa de campo que tenían sus padres en la sierra. Elena casi se desmaya de la emoción y por supuesto aceptó la oferta de la fiesta, a la que estaban invitadas un par de amigas suyas más.
Elena no paraba de darle vueltas al asunto y trataba de planificar cómo podría acercarse a su amado sin resultar demasiado evidente o parecer fácil. Tenía sólo tres días para estar lo más guapa posible ese día e incluso se estableció un calendario de tareas que debía hacer antes de ir a la fiesta, como hacerse la manicura y pedicura, ir a la peluquería e incluso hacerse un tratamiento exfoliante en la cara para eliminar puntos negros y limpiar la cara de piel seca.
Los días previos no había otra cosa en mente de la chica que la fiesta y dedicó dos tardes a ir de compras para encontrar el bikini perfecto y algo de ropa que pareciera informal pero la hiciera sentirse más guapa. Incluso fue a varias ópticas para buscar unas lentillas de colores que pudieran resaltar sus ojos pero que no resultaran demasiado falsas. Pero su presupuesto prácticamente se había agotado con tanto tratamiento y tardes de compras, así que las pocas lentillas que encontró que se ajustaban a sus gustos eran demasido caras y no podía permitírselas.
Angustiada porque quería que todo fuera perfecto, recurrió a internet buscando alguna tienda cercana en la que pudiera comprar las lentillas con el dinero que le quedaba. A los pocos minutos encontró una importadora china que parecía tener el más amplio surtido de lentillas de colores con una gama de tonalidades enorme y unos precios de risa (o al menos eso rezaba el slogan).
Salió corriendo para llegar antes de que cerraran el negocio y lo hizo casi cuando echaban el cierre. Por suerte ya iba preparada incluso con el código del producto y los dueños del local la atendieron rápidamente. La caja y la calidad de las lentillas parecía que dejaban mucho que desear, pero Elena sabía que por el precio que tenían no podía aspirar a mucho más. Además sólo las necesitaba para esa tarde, más adelante podría comprarse otras más caras en la óptica. Ella necesitaba estar guapa a toda costa y sentirse molesta unas cuantas horas no era un problema.
Llegado el día de la barbacoa el aspecto de Elena era simplemente espectacular, sus compañeros de clase se giraban a mirarla sorprendidos, sin duda la inversión que había hecho en ponerse guapa estaba dando sus frutos porque incluso sorprendió a Arturo mirándola con cara de idiota en un par de ocasiones. Toda la mañana tuvo que despachar a los otros chicos que había en la fiesta y que no paraban de acercarse a hablar con ella, no quería que Arturo la viera hablando con otros y declinaba sus ofertas lo más amablemente que podía, aunque eso sí, de una forma tajante para que no se volvieran a acercar.
Comenzó la barbacoa y entre el humo inicial y el calor que hacía al mediodía, todos los jóvenes estaban empapados en sudor y decidieron darse un chapuzón en la piscina. Elena por supuesto no estaba dispuesta a mojarse y su biquini era más una prenda para no desentonar con los demás que para bañarse. Había invertido demasiado dinero en peluquería y maquillaje como para estropear su inmaculado aspecto divirtiéndose con el resto.
Arturo como buen anfitrión seguía avivando el fuego de la barbacoa y Elena vio el momento perfecto para acercarse a hablar con él, ya que todos los demás invitados jugaban en la piscina.
- Hola, Arturo, gracias por la invitación, la fiesta está genial.
– Guau, Elena, estás tan guapa que cuando entraste por la puerta casi no te reconozco.
Elena sonrió y entre los dos comenzó una conversación en la que cada vez estaban más cerca. Cuando llevaban más de quince minutos hablando, el fuego de la barbacoa (que estaba casi desatendida por Arturo) era tan fuerte que el calor era insoportable, pero ninguno de los dos parecía dispuesto a romper ese mágico momento que sin duda era el preludio de su primer beso.
Pero algo inesperado sucedió, cuando Arturo se estaba envalentonando y había posado su mano sobre la cadera de Elena y se acercaba a besarla, la ex novia del chico apareció en escena dando gritos.
- ¡Lo sabía! ¡Estabas esperando que me diera la vuelta para acostarte con cualquiera! ¡Eres igual que todos!.
Arturo se quedó paralizado por un momento, como si tuviera que darle explicaciones a su ex novia por su comportamiento, pero en ese momento recordó que lo habían dejado bien claro, su relación estaba rota y él era libre. Caminó hasta ella y la llevó a un rincón del jardín donde comenzó a hablar con ella tratando de calmarla y que dejara de montar un espectáculo.
Elena se quedó clavada en el sitio sin saber qué hacer y sin poder retirar la mirada de su enamorado, que discutía acaloradamente al otro lado de la barbacoa. Hacía mucho calor y le escocían mucho los ojos, pero estaba tan bloqueada y dolida por la situación que todo le daba igual y aguantó estoicamente varios minutos en el sitio hasta que sucedió algo que no podía esperarse…
De repente Arturo se inclinó y besó apasionadamente a su ex novia. Parecía que todo su esfuerzo y el mágico momento que había vivido con él hacía unos minutos se habían esfumado. Sin poder contenerlas, un par de lágrimas comenzarón a brotar de sus enrojecidos y resecos ojos. En ese momento sintió un dolor tan fuerte que se tuvo que llevar las manos a la cara. Era como si sus lágrimas fueran ácido, le quemaban los ojos y comenzó a gritar como loca.
Sus compañeros no sabían cómo reaccionar y la rodearon para ayudarla, pero ella no paraba de gritar de dolor y retorcese en el suelo. Al parecer las lentillas de mala calidad que había comprado a los chinos se habían derretido por el calor intenso de la barbacoa; y sus lágrimas, al entrar en contacto con el plástico, poco menos se convirtieron en vapor y acabaron de ablandarlas.
Sus amigas trataron de calmarla echándole en los ojos un poco de agua fría, pero parece que eso no hizo más que empeorar la situación, porque las lentillas, al enfriarse tan rápidamente, se quedaron totalmente pegadas a sus córneas. Arturo y otros amigos la llevaron al hospital más cercano en menos de media hora, pero tras varias operaciones a lo largo de interminables semanas, Elena sufrió la desgracia de perder la visión en ambos ojos. Fue imposible despegarle el plástico derretido de sus ojos sin causarle daños irreparables.
NOTA: Esta es una dramatización de una leyenda urbana que circuló recientemente en internet. En la versión original (disimulada con formato de noticia) se habla de que una chica perdió la vista tras mirar prolongadamente las ascuas de una barbacoa que acabaron derritiendo sus lentillas. En realidad aunque es posible que las lentes de contacto se derritan al exponerse a temperaturas muy elevadas (por encima de los 90º centígrados y durante más de diez minutos) es realmente improbable que esto ocurra porque normalmente el dolor que causaría en los ojos obligaría a la persona a apartarse. Realmente el daño sería casi el mismo con lentillas que sin ellas ya que el humor vítreo que hay en el globo ocular está compuesto en un 99% de agua y un calor tan intenso poco menos que haría “bullir” el ojo desde su interior.
FOTOS QUE CIRCULAN EN INTERNET DE LA CHICA QUE QUEDÓ CIEGA:
lentillas_2
lentillas
Una chica enamorada se gasta todo su presupuesto en tratamientos de belleza para llamar la atención de un chico. Con el poco dinero que le queda compra unas lentes de contacto de mala calidad que acabarán dejándola ciega…
Elena estaba pilladísima de un chico de su universidad desde que comenzó el curso. No podía disimularlo e incluso sus compañeras de clase bromeaban con el tema. Sin embargo no se atrevía a dar ningún paso, en primer lugar porque sabía que Arturo (así se llamaba el chico) tenía novia y en segundo porque su timidez la bloqueaba y la hacía parecer idiota cuando trataba de hablar con él.
El chico por supuesto ya estaba informado y la mantenía “en reserva” por si algún día rompía con la novia. Por lo que la pobre Elena notaba como él también coqueteaba y le daba esperanzas pero sin concretar nada y la mantenía en un estado de embelesamiento que le impedía mirar a otros compañeros que estaban loquitos por ella. Y es que Elena era una de las chicas más guapas del campus y además sabía sacarse partido como nadie con ropa muy ajustada y un impecable maquillaje con el que acudía a clase incluso los días más calurosos.
Un día pareció que la suerte de Elena iba a cambiar cuando se enteró que Arturo había roto con la novia, al parecer por un tema de celos (por supuesto infundados porque Arturo nunca le había sido infiel a la insoportable de su ex novia, pensó ella). Elena sin querer dibujó una sonrisa en su cara al enterarse, ya que la noticia corrió como la pólvora y todas sus amigas que sabían que estaba loquita por él fueron desfilando para darle la “buena noticia”.
Pero lo que más le sorprendió a Elena fue que casi al finalizar las clases fue el propio Arturo quien se acercó a hablar con ella y la invitó a una fiesta/barbacoa en la casa de campo que tenían sus padres en la sierra. Elena casi se desmaya de la emoción y por supuesto aceptó la oferta de la fiesta, a la que estaban invitadas un par de amigas suyas más.
Elena no paraba de darle vueltas al asunto y trataba de planificar cómo podría acercarse a su amado sin resultar demasiado evidente o parecer fácil. Tenía sólo tres días para estar lo más guapa posible ese día e incluso se estableció un calendario de tareas que debía hacer antes de ir a la fiesta, como hacerse la manicura y pedicura, ir a la peluquería e incluso hacerse un tratamiento exfoliante en la cara para eliminar puntos negros y limpiar la cara de piel seca.
Los días previos no había otra cosa en mente de la chica que la fiesta y dedicó dos tardes a ir de compras para encontrar el bikini perfecto y algo de ropa que pareciera informal pero la hiciera sentirse más guapa. Incluso fue a varias ópticas para buscar unas lentillas de colores que pudieran resaltar sus ojos pero que no resultaran demasiado falsas. Pero su presupuesto prácticamente se había agotado con tanto tratamiento y tardes de compras, así que las pocas lentillas que encontró que se ajustaban a sus gustos eran demasido caras y no podía permitírselas.
Angustiada porque quería que todo fuera perfecto, recurrió a internet buscando alguna tienda cercana en la que pudiera comprar las lentillas con el dinero que le quedaba. A los pocos minutos encontró una importadora china que parecía tener el más amplio surtido de lentillas de colores con una gama de tonalidades enorme y unos precios de risa (o al menos eso rezaba el slogan).
Salió corriendo para llegar antes de que cerraran el negocio y lo hizo casi cuando echaban el cierre. Por suerte ya iba preparada incluso con el código del producto y los dueños del local la atendieron rápidamente. La caja y la calidad de las lentillas parecía que dejaban mucho que desear, pero Elena sabía que por el precio que tenían no podía aspirar a mucho más. Además sólo las necesitaba para esa tarde, más adelante podría comprarse otras más caras en la óptica. Ella necesitaba estar guapa a toda costa y sentirse molesta unas cuantas horas no era un problema.
Llegado el día de la barbacoa el aspecto de Elena era simplemente espectacular, sus compañeros de clase se giraban a mirarla sorprendidos, sin duda la inversión que había hecho en ponerse guapa estaba dando sus frutos porque incluso sorprendió a Arturo mirándola con cara de idiota en un par de ocasiones. Toda la mañana tuvo que despachar a los otros chicos que había en la fiesta y que no paraban de acercarse a hablar con ella, no quería que Arturo la viera hablando con otros y declinaba sus ofertas lo más amablemente que podía, aunque eso sí, de una forma tajante para que no se volvieran a acercar.
Comenzó la barbacoa y entre el humo inicial y el calor que hacía al mediodía, todos los jóvenes estaban empapados en sudor y decidieron darse un chapuzón en la piscina. Elena por supuesto no estaba dispuesta a mojarse y su biquini era más una prenda para no desentonar con los demás que para bañarse. Había invertido demasiado dinero en peluquería y maquillaje como para estropear su inmaculado aspecto divirtiéndose con el resto.
Arturo como buen anfitrión seguía avivando el fuego de la barbacoa y Elena vio el momento perfecto para acercarse a hablar con él, ya que todos los demás invitados jugaban en la piscina.
- Hola, Arturo, gracias por la invitación, la fiesta está genial.
– Guau, Elena, estás tan guapa que cuando entraste por la puerta casi no te reconozco.
Elena sonrió y entre los dos comenzó una conversación en la que cada vez estaban más cerca. Cuando llevaban más de quince minutos hablando, el fuego de la barbacoa (que estaba casi desatendida por Arturo) era tan fuerte que el calor era insoportable, pero ninguno de los dos parecía dispuesto a romper ese mágico momento que sin duda era el preludio de su primer beso.
Pero algo inesperado sucedió, cuando Arturo se estaba envalentonando y había posado su mano sobre la cadera de Elena y se acercaba a besarla, la ex novia del chico apareció en escena dando gritos.
- ¡Lo sabía! ¡Estabas esperando que me diera la vuelta para acostarte con cualquiera! ¡Eres igual que todos!.
Arturo se quedó paralizado por un momento, como si tuviera que darle explicaciones a su ex novia por su comportamiento, pero en ese momento recordó que lo habían dejado bien claro, su relación estaba rota y él era libre. Caminó hasta ella y la llevó a un rincón del jardín donde comenzó a hablar con ella tratando de calmarla y que dejara de montar un espectáculo.
Elena se quedó clavada en el sitio sin saber qué hacer y sin poder retirar la mirada de su enamorado, que discutía acaloradamente al otro lado de la barbacoa. Hacía mucho calor y le escocían mucho los ojos, pero estaba tan bloqueada y dolida por la situación que todo le daba igual y aguantó estoicamente varios minutos en el sitio hasta que sucedió algo que no podía esperarse…
De repente Arturo se inclinó y besó apasionadamente a su ex novia. Parecía que todo su esfuerzo y el mágico momento que había vivido con él hacía unos minutos se habían esfumado. Sin poder contenerlas, un par de lágrimas comenzarón a brotar de sus enrojecidos y resecos ojos. En ese momento sintió un dolor tan fuerte que se tuvo que llevar las manos a la cara. Era como si sus lágrimas fueran ácido, le quemaban los ojos y comenzó a gritar como loca.
Sus compañeros no sabían cómo reaccionar y la rodearon para ayudarla, pero ella no paraba de gritar de dolor y retorcese en el suelo. Al parecer las lentillas de mala calidad que había comprado a los chinos se habían derretido por el calor intenso de la barbacoa; y sus lágrimas, al entrar en contacto con el plástico, poco menos se convirtieron en vapor y acabaron de ablandarlas.
Sus amigas trataron de calmarla echándole en los ojos un poco de agua fría, pero parece que eso no hizo más que empeorar la situación, porque las lentillas, al enfriarse tan rápidamente, se quedaron totalmente pegadas a sus córneas. Arturo y otros amigos la llevaron al hospital más cercano en menos de media hora, pero tras varias operaciones a lo largo de interminables semanas, Elena sufrió la desgracia de perder la visión en ambos ojos. Fue imposible despegarle el plástico derretido de sus ojos sin causarle daños irreparables.
NOTA: Esta es una dramatización de una leyenda urbana que circuló recientemente en internet. En la versión original (disimulada con formato de noticia) se habla de que una chica perdió la vista tras mirar prolongadamente las ascuas de una barbacoa que acabaron derritiendo sus lentillas. En realidad aunque es posible que las lentes de contacto se derritan al exponerse a temperaturas muy elevadas (por encima de los 90º centígrados y durante más de diez minutos) es realmente improbable que esto ocurra porque normalmente el dolor que causaría en los ojos obligaría a la persona a apartarse. Realmente el daño sería casi el mismo con lentillas que sin ellas ya que el humor vítreo que hay en el globo ocular está compuesto en un 99% de agua y un calor tan intenso poco menos que haría “bullir” el ojo desde su interior.
FOTOS QUE CIRCULAN EN INTERNET DE LA CHICA QUE QUEDÓ CIEGA:
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anika- La dama de corazones
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Re: leyendas urbanas
Leyendas de Árboles Malditos
arbol-portada
Cinco escalofriantes leyendas de árboles que han quedado malditos, pues bajo sus ramas se han cometido atrocidades que han impregnado de maldad el lugar y convertido a los árboles en peligroso focos de actividad paranormal…
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El Roble Encadenado
Era una fría noche de otoño del año 1821, y el conde de Shrewsbury regresaba a casa en su carroza, cuando de pronto un anciano de aspecto zarrapastroso y barba gris se le cruzó en el camino, como solicitándole que detuviese la carroza. ¿Quién sería aquel vagabundo que osaba importunarle?, se preguntó el conde mientras miraba con desdén al viejo, que le extendía la mano mientras, guiado por una mezcla de vergüenza y pesar, hundía la mirada en el suelo.
Al parecer, el anciano quería una moneda, y esto molestó bastante al conde. Detestaba a los mendigos, así que sólo se quejó e hizo un gesto de asco y negación; pero, en lugar de callar, el viejo se indignó y, señalando a un roble que estaba muy cerca, dijo con voz ronca y tono solemne: “Por cada rama que caiga de este viejo roble que aquí yace, un miembro de tu familia morirá”… Como era de esperarse, el conde solo se enfadó más ante la maldición del mendigo, pero obedeció a su sentimiento de superioridad y se marchó sin decirle nada.
Mientras volvía a casa, la llovizna que antes caía se transformó en una lluvia furiosa, en medio de la cual el viento rugía, las gotas caían como clavos de cristal, y los relámpagos hacían palidecer el firmamento, seguidos por el sobrecogedor sonido de los truenos. Intentando guardar la calma, el conde se dijo que, todas las posibles sospechas de que el clima fuese un indicio de que la maldición se cumpliría, no eran más que patrañas propias de mentes supersticiosas, caso que no era el de un hombre inteligente como él, por lo que debía proseguir su camino con altiva indiferencia.
No obstante, poco después la calma del conde se derrumbó por unos instantes, pues un rayo acababa de caer muy cerca, al parecer sobre un árbol… Entonces intentó convencerse de que el árbol afectado no era el roble; pero, al llegar a casa, lloró como un niño al enterarse de que alguien de su familia había muerto, supuestamente por causas desconocidas…
Inquieto ante la reciente desgracia, el conde se sorprendió cuando, al revisar el sendero al día siguiente, constató que efectivamente el rayo había caído en el roble, quitándole una rama… ¿Sería la maldición? Quizá, y por eso ordenó a sus criados que encadenasen las ramas del roble, a fin de impedir que volviesen a caer y a matar más miembros de su familia.
El Árbol del Diablo en New Jersey
arbol-devil-treeEn el Oak Hammock Park, dentro del Municipio de Bernards en Nueva Jersey, yace un viejo roble de aspecto siniestro, con las ramas abiertas hacia el cielo, cual si fuesen brazos de condenados al infierno, paralizados en medio de sus movimientos llenos de angustia y desesperación. Le llaman el Árbol del Diablo: la leyenda dice que a su alrededor ocurren cosas inexplicables, y que muchos han perecido bajo sus ásperas ramas.
Cuentan que, al acercarse al Árbol del Diablo, una sensación de opresión se apodera de ellos, como si en el ambiente se respirase la maldad. Inclusive, algunos han dicho que percibieron gritos sin fuente aparente, o que vieron sombras o siluetas encapuchadas, merodeando con actitud acechante y escurridiza. Pero lo más sorprendente es la historia del carro negro fantasma, que ha perseguido a algunos después de que treparon en sus coches para alejarse del funesto lugar. Ese coche los persigue, castiga con su presencia la valentía de los curiosos, pero siempre desaparece inexplicablemente cuando el coche de las víctimas se aproxima a la carretera principal.
Ahora, y si nos preguntamos por qué nadie ha quemado el árbol o lo ha cortado, la respuesta se resume en una sola palabra: miedo. Y es que, quienes han golpeado al árbol o se han burlado de él, han experimentado accidentes de tráfico, daños en el coche, o algún otro suceso nefasto. Es como si el árbol se protegiese a sí mismo mandando mala suerte a quienes lo ponen en peligro, o al menos eso da a entender lo sucedido en aquella ocasión donde, tras emitirse la orden de derribarlo, los trabajadores encargados de cortarlo no pudieron hacer nada: primero porque las sierras eléctricas dejaron de funcionar inexplicablemente al encenderse cerca del objetivo, segundo porque, tras volver a funcionar inexplicablemente una vez que estuvieron lejos, los dientes de las sierras se rompieron cuando intentaron penetrar en aquella endemoniada madera, y tercero porque, al tratar de cortar con hachas, las hojas de metal se salieron tras los primeros golpes… Claro que alguien podría intentar acabar con el árbol de otra forma, pero todo el que se acerca siente miedo inexplicablemente; y nadie, tras haber respirado el horror que impera en torno al árbol, pensará en eliminarlo sin creer que por ello podría también sufrir la muerte o algo todavía peor…
Otro aspecto interesante de la leyenda, es que el árbol siempre se mantiene caliente al tacto, incluso si hace mucho frío y cae nieve. Es como si de un cuerpo humano se tratase, como si su seca madera fuese carne cálida, palpitante como las vísceras de los seres que, en los numerosos rituales satánicos que se han efectuado junto a él, han sido ofrecidos, sacrificados (hablamos de sacrificios de animales, de humanos no es seguro) al Señor de las Tinieblas… Conjuntamente, el calor constante del árbol es acompañado por pequeñas (unas zonas de unos 3 o 2 metros cuadrados más o menos) frías alrededor, las cuales siempre están, incluso en los meses de más calor; y es que, según el conocimiento esotérico y parapsicológico, el frío inexplicable es algo que acompaña a las presencias malignas…
Como vemos, el Árbol del Diablo tiene impreso el sello de la muerte, y han sido muchos los sucesos ocurridos junto a él: supuestas ejecuciones de esclavos rebeldes en siglos pasados, reuniones y linchamientos efectuados por el Ku Klux Klan, suicidios, un hombre que mató a su familia y después se ahorcó, y sobre todo el caso del asesino Gerard John Schaefer, que violó, mutiló, ahorcó y enterró a dos chicas junto al árbol, volviendo días después para cometer abominables actos de necrofilia con los cadáveres…
Finalmente, se sabe de fotos que muestran ectoplasma, orbes o cosas raras cerca del árbol, pero son muy pocas porque casi siempre las cámaras dejan de funcionar cuando están cerca del Árbol del Diablo.
El Árbol del Vampiro
Se cuenta que en Guadalajara (Jalisco/México) existía un vampiro que se alimentaba de sangre humana. Inicialmente el hematófago solo abusaba de animales, y la preocupación de los pobladores era más que todo económica al encontrar tumbadas y secas a sus vacas o a otras criaturas. Sin embargo, cuando ya el ganado se había reducido considerablemente, comenzaron a aparecer niños muertos en las calles. Era un espectáculo atroz, pues el vampiro era tan salvaje que los infantes habrían quedado como pasas, totalmente secos…
Por temor al vampiro, los padres prohibieron salir a sus niños de noche, y no sólo se quedaron en casa los pequeños, sino también la mayoría de adultos, pues temían no tener fuerza para acabar con un enemigo que podía ser veloz y tremendamente fuerte.
No obstante las muertes prosiguieron, hasta que en medio del temor colectivo se encendió la llama de la ira, y ésta dio paso al coraje, gracias a lo cual se organizó un grupo para acabar con el vampiro. Así, empezaron a seguirle el rastro y una noche consiguieron emboscarlo, lincharlo y clavarle una estaca en el corazón…
Entusiasmados con su victoria sobre el sanguinario vampiro, los pobladores organizaron un entierro al día siguiente de haberle dado muerte, y en el entierro colocaron una lápida grande y pesada, como para evitar que aquel engendro de las sombras volviese a clavar sus infames colmillos en la carne de los vivos.
Con el entierro creyeron que el vampiro se esfumaría para siempre, y al menos fue así en el sentido que importaba para la seguridad pública, pero de una manera sutil y enigmática el hematófago volvió pues, después de que pasaron algunos meses y su tumba fue profanada, empezó a crecer, supuestamente de la estaca que le clavaron, un árbol mágico: este árbol sangraba cuando lo cortaban, reflejaba (en su corteza, de manera borrosa y fantasmal) los rostros de las víctimas del vampiro por la noche, y supuestamente tenía aprisionado el espíritu del vampiro, a causa de lo cual aún perdura, pues los pobladores piensan que, si se lo corta, el perverso chupa sangre podría regresar…
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El Árbol de Los Ahorcados
arbol-ahorcados-mexicoEn una pequeña comunidad de Victoria de Cortázar, en Guanajuato, dentro de México, yace un famoso árbol de mezquite, del cual pendieron alguna vez, ahorcados, inertes y derrotados, muchos revolucionarios caídos durante la Revolución Mexicana; aunque, según la versión popular, los ajusticiados eran bandidos dedicados al pillaje…
Sea como sea, todavía hoy en día se dan fenómenos paranormales en torno al árbol. Así no son pocos los testimonios; y por ejemplo, Uriel Almanza (un morador del lugar) cuenta que muchos van hasta el Árbol de Los Ahorcados para pedir favores (generalmente económicos…) al rostro demoníaco que de forma aparentemente inexplicable se ha plasmado en lo alto del tronco y que, tras la medianoche, cuentan que cobra vida, a la par que las almas de los ahorcados empiezan a llenar el aire con sus escalofriantes lamentos…
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El Árbol de Casandra
En las españolas Islas Canarias, existe la leyenda del Árbol de Casandra, cuya historia tiene dos conocidas versiones:
La primera cuenta que Casandra era una jovencita de entre 12 y 16 años, que pasaba mucho tiempo jugando con un chico de su edad, pero aquella era una época conservadora y el romance que llegaron a tener fue muy mal visto. Así, el padre de Casandra le prohibió encontrarse con su pequeño novio, pero ésta siguió viéndose a escondidas y él, presa de la cólera ante la idea del deshonor, asesinó al novio de su hija…
Tras perder a su amado, Casandra estaba profundamente dolida y resentida con su padre, y realizó un pacto con el Diablo, en parte para vengarse; sin embargo la descubrieron y, como en ese entonces aún las brujas solían ser asesinadas, la capturaron, la ataron al árbol junto al cual hizo el pacto, y allí la quemaron viva… Desde ese fatídico día, comenzó a escucharse que cerca del árbol a veces se escuchaban los alaridos de una jovencita y un ruido como de cadenas arrastrándose. Se cree que es el alma en pena de Casandra, pues muchos dicen haber visto, tallado en la corteza del árbol, un “Casandra e Iván” que después se borra inexplicablemente…
La otra versión de la historia, más cruda aún que la primera, dice que Casandra se quedó embarazada de Iván, y que dio a luz a dos mellizos. Temerosa aún de perder a Iván, Casandra creyó que éste podría dejarla si el tiempo deterioraba su belleza, y tal fue la angustia experimentada ante aquella enfermiza idea, que finalmente hizo un ritual para contactar con el Diablo, a fin de ver si éste le aseguraba una belleza indeleble a cambio de algún sacrificio. Sorprendentemente, el Diablo pidió a Casandra que sacrificase a sus dos mellizos: solo así le daría lo pedido, y tan aferrada a Iván estaba ella, que aceptó realizar el abominable tributo.
Llegó entonces aquella noche profundamente negra en que Casandra, asegurándose de que Iván estuviese dormido y no despertase, tomó con cuidado a los dos bebés, salió de la casa y, bajo la pálida luz de la luna llena y resplandeciente como aquella locura que animaba su mirada, caminó hasta ese árbol en que tantas veces había estado con el padre de los seres que ahora sacrificaría. Allí, aproximadamente a la medianoche según el deseo de Satanás, sacó el puñal y lo levantó con solemnidad; pero, en aquel breve lapso de tiempo en que se detuvo a contemplar lo que estaba haciendo y a combatir la parte de sí misma que se resistía a tal monstruosidad, advirtió entre los arbustos el brillo de unos ojos asombrados y a la vez enfurecidos: era Iván, que se abalanzó velozmente sobre ella sin darle tiempo a reaccionar, la golpeó, la ató al árbol mientras el llanto desesperado de sus hijos acompañaba a las inaudibles carcajadas de Satanás, y la quemó como se quema a una verdadera bruja… Entonces el humo de la carne chamuscada ascendió al firmamento junto con los últimos gritos de Casandra, pero su alma intranquila aún sigue penando en torno al árbol donde la quemó viva el hombre que allí mismo tantas veces la besó…
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arbol-portada
Cinco escalofriantes leyendas de árboles que han quedado malditos, pues bajo sus ramas se han cometido atrocidades que han impregnado de maldad el lugar y convertido a los árboles en peligroso focos de actividad paranormal…
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El Roble Encadenado
Era una fría noche de otoño del año 1821, y el conde de Shrewsbury regresaba a casa en su carroza, cuando de pronto un anciano de aspecto zarrapastroso y barba gris se le cruzó en el camino, como solicitándole que detuviese la carroza. ¿Quién sería aquel vagabundo que osaba importunarle?, se preguntó el conde mientras miraba con desdén al viejo, que le extendía la mano mientras, guiado por una mezcla de vergüenza y pesar, hundía la mirada en el suelo.
Al parecer, el anciano quería una moneda, y esto molestó bastante al conde. Detestaba a los mendigos, así que sólo se quejó e hizo un gesto de asco y negación; pero, en lugar de callar, el viejo se indignó y, señalando a un roble que estaba muy cerca, dijo con voz ronca y tono solemne: “Por cada rama que caiga de este viejo roble que aquí yace, un miembro de tu familia morirá”… Como era de esperarse, el conde solo se enfadó más ante la maldición del mendigo, pero obedeció a su sentimiento de superioridad y se marchó sin decirle nada.
Mientras volvía a casa, la llovizna que antes caía se transformó en una lluvia furiosa, en medio de la cual el viento rugía, las gotas caían como clavos de cristal, y los relámpagos hacían palidecer el firmamento, seguidos por el sobrecogedor sonido de los truenos. Intentando guardar la calma, el conde se dijo que, todas las posibles sospechas de que el clima fuese un indicio de que la maldición se cumpliría, no eran más que patrañas propias de mentes supersticiosas, caso que no era el de un hombre inteligente como él, por lo que debía proseguir su camino con altiva indiferencia.
No obstante, poco después la calma del conde se derrumbó por unos instantes, pues un rayo acababa de caer muy cerca, al parecer sobre un árbol… Entonces intentó convencerse de que el árbol afectado no era el roble; pero, al llegar a casa, lloró como un niño al enterarse de que alguien de su familia había muerto, supuestamente por causas desconocidas…
Inquieto ante la reciente desgracia, el conde se sorprendió cuando, al revisar el sendero al día siguiente, constató que efectivamente el rayo había caído en el roble, quitándole una rama… ¿Sería la maldición? Quizá, y por eso ordenó a sus criados que encadenasen las ramas del roble, a fin de impedir que volviesen a caer y a matar más miembros de su familia.
El Árbol del Diablo en New Jersey
arbol-devil-treeEn el Oak Hammock Park, dentro del Municipio de Bernards en Nueva Jersey, yace un viejo roble de aspecto siniestro, con las ramas abiertas hacia el cielo, cual si fuesen brazos de condenados al infierno, paralizados en medio de sus movimientos llenos de angustia y desesperación. Le llaman el Árbol del Diablo: la leyenda dice que a su alrededor ocurren cosas inexplicables, y que muchos han perecido bajo sus ásperas ramas.
Cuentan que, al acercarse al Árbol del Diablo, una sensación de opresión se apodera de ellos, como si en el ambiente se respirase la maldad. Inclusive, algunos han dicho que percibieron gritos sin fuente aparente, o que vieron sombras o siluetas encapuchadas, merodeando con actitud acechante y escurridiza. Pero lo más sorprendente es la historia del carro negro fantasma, que ha perseguido a algunos después de que treparon en sus coches para alejarse del funesto lugar. Ese coche los persigue, castiga con su presencia la valentía de los curiosos, pero siempre desaparece inexplicablemente cuando el coche de las víctimas se aproxima a la carretera principal.
Ahora, y si nos preguntamos por qué nadie ha quemado el árbol o lo ha cortado, la respuesta se resume en una sola palabra: miedo. Y es que, quienes han golpeado al árbol o se han burlado de él, han experimentado accidentes de tráfico, daños en el coche, o algún otro suceso nefasto. Es como si el árbol se protegiese a sí mismo mandando mala suerte a quienes lo ponen en peligro, o al menos eso da a entender lo sucedido en aquella ocasión donde, tras emitirse la orden de derribarlo, los trabajadores encargados de cortarlo no pudieron hacer nada: primero porque las sierras eléctricas dejaron de funcionar inexplicablemente al encenderse cerca del objetivo, segundo porque, tras volver a funcionar inexplicablemente una vez que estuvieron lejos, los dientes de las sierras se rompieron cuando intentaron penetrar en aquella endemoniada madera, y tercero porque, al tratar de cortar con hachas, las hojas de metal se salieron tras los primeros golpes… Claro que alguien podría intentar acabar con el árbol de otra forma, pero todo el que se acerca siente miedo inexplicablemente; y nadie, tras haber respirado el horror que impera en torno al árbol, pensará en eliminarlo sin creer que por ello podría también sufrir la muerte o algo todavía peor…
Otro aspecto interesante de la leyenda, es que el árbol siempre se mantiene caliente al tacto, incluso si hace mucho frío y cae nieve. Es como si de un cuerpo humano se tratase, como si su seca madera fuese carne cálida, palpitante como las vísceras de los seres que, en los numerosos rituales satánicos que se han efectuado junto a él, han sido ofrecidos, sacrificados (hablamos de sacrificios de animales, de humanos no es seguro) al Señor de las Tinieblas… Conjuntamente, el calor constante del árbol es acompañado por pequeñas (unas zonas de unos 3 o 2 metros cuadrados más o menos) frías alrededor, las cuales siempre están, incluso en los meses de más calor; y es que, según el conocimiento esotérico y parapsicológico, el frío inexplicable es algo que acompaña a las presencias malignas…
Como vemos, el Árbol del Diablo tiene impreso el sello de la muerte, y han sido muchos los sucesos ocurridos junto a él: supuestas ejecuciones de esclavos rebeldes en siglos pasados, reuniones y linchamientos efectuados por el Ku Klux Klan, suicidios, un hombre que mató a su familia y después se ahorcó, y sobre todo el caso del asesino Gerard John Schaefer, que violó, mutiló, ahorcó y enterró a dos chicas junto al árbol, volviendo días después para cometer abominables actos de necrofilia con los cadáveres…
Finalmente, se sabe de fotos que muestran ectoplasma, orbes o cosas raras cerca del árbol, pero son muy pocas porque casi siempre las cámaras dejan de funcionar cuando están cerca del Árbol del Diablo.
El Árbol del Vampiro
Se cuenta que en Guadalajara (Jalisco/México) existía un vampiro que se alimentaba de sangre humana. Inicialmente el hematófago solo abusaba de animales, y la preocupación de los pobladores era más que todo económica al encontrar tumbadas y secas a sus vacas o a otras criaturas. Sin embargo, cuando ya el ganado se había reducido considerablemente, comenzaron a aparecer niños muertos en las calles. Era un espectáculo atroz, pues el vampiro era tan salvaje que los infantes habrían quedado como pasas, totalmente secos…
Por temor al vampiro, los padres prohibieron salir a sus niños de noche, y no sólo se quedaron en casa los pequeños, sino también la mayoría de adultos, pues temían no tener fuerza para acabar con un enemigo que podía ser veloz y tremendamente fuerte.
No obstante las muertes prosiguieron, hasta que en medio del temor colectivo se encendió la llama de la ira, y ésta dio paso al coraje, gracias a lo cual se organizó un grupo para acabar con el vampiro. Así, empezaron a seguirle el rastro y una noche consiguieron emboscarlo, lincharlo y clavarle una estaca en el corazón…
Entusiasmados con su victoria sobre el sanguinario vampiro, los pobladores organizaron un entierro al día siguiente de haberle dado muerte, y en el entierro colocaron una lápida grande y pesada, como para evitar que aquel engendro de las sombras volviese a clavar sus infames colmillos en la carne de los vivos.
Con el entierro creyeron que el vampiro se esfumaría para siempre, y al menos fue así en el sentido que importaba para la seguridad pública, pero de una manera sutil y enigmática el hematófago volvió pues, después de que pasaron algunos meses y su tumba fue profanada, empezó a crecer, supuestamente de la estaca que le clavaron, un árbol mágico: este árbol sangraba cuando lo cortaban, reflejaba (en su corteza, de manera borrosa y fantasmal) los rostros de las víctimas del vampiro por la noche, y supuestamente tenía aprisionado el espíritu del vampiro, a causa de lo cual aún perdura, pues los pobladores piensan que, si se lo corta, el perverso chupa sangre podría regresar…
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El Árbol de Los Ahorcados
arbol-ahorcados-mexicoEn una pequeña comunidad de Victoria de Cortázar, en Guanajuato, dentro de México, yace un famoso árbol de mezquite, del cual pendieron alguna vez, ahorcados, inertes y derrotados, muchos revolucionarios caídos durante la Revolución Mexicana; aunque, según la versión popular, los ajusticiados eran bandidos dedicados al pillaje…
Sea como sea, todavía hoy en día se dan fenómenos paranormales en torno al árbol. Así no son pocos los testimonios; y por ejemplo, Uriel Almanza (un morador del lugar) cuenta que muchos van hasta el Árbol de Los Ahorcados para pedir favores (generalmente económicos…) al rostro demoníaco que de forma aparentemente inexplicable se ha plasmado en lo alto del tronco y que, tras la medianoche, cuentan que cobra vida, a la par que las almas de los ahorcados empiezan a llenar el aire con sus escalofriantes lamentos…
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El Árbol de Casandra
En las españolas Islas Canarias, existe la leyenda del Árbol de Casandra, cuya historia tiene dos conocidas versiones:
La primera cuenta que Casandra era una jovencita de entre 12 y 16 años, que pasaba mucho tiempo jugando con un chico de su edad, pero aquella era una época conservadora y el romance que llegaron a tener fue muy mal visto. Así, el padre de Casandra le prohibió encontrarse con su pequeño novio, pero ésta siguió viéndose a escondidas y él, presa de la cólera ante la idea del deshonor, asesinó al novio de su hija…
Tras perder a su amado, Casandra estaba profundamente dolida y resentida con su padre, y realizó un pacto con el Diablo, en parte para vengarse; sin embargo la descubrieron y, como en ese entonces aún las brujas solían ser asesinadas, la capturaron, la ataron al árbol junto al cual hizo el pacto, y allí la quemaron viva… Desde ese fatídico día, comenzó a escucharse que cerca del árbol a veces se escuchaban los alaridos de una jovencita y un ruido como de cadenas arrastrándose. Se cree que es el alma en pena de Casandra, pues muchos dicen haber visto, tallado en la corteza del árbol, un “Casandra e Iván” que después se borra inexplicablemente…
La otra versión de la historia, más cruda aún que la primera, dice que Casandra se quedó embarazada de Iván, y que dio a luz a dos mellizos. Temerosa aún de perder a Iván, Casandra creyó que éste podría dejarla si el tiempo deterioraba su belleza, y tal fue la angustia experimentada ante aquella enfermiza idea, que finalmente hizo un ritual para contactar con el Diablo, a fin de ver si éste le aseguraba una belleza indeleble a cambio de algún sacrificio. Sorprendentemente, el Diablo pidió a Casandra que sacrificase a sus dos mellizos: solo así le daría lo pedido, y tan aferrada a Iván estaba ella, que aceptó realizar el abominable tributo.
Llegó entonces aquella noche profundamente negra en que Casandra, asegurándose de que Iván estuviese dormido y no despertase, tomó con cuidado a los dos bebés, salió de la casa y, bajo la pálida luz de la luna llena y resplandeciente como aquella locura que animaba su mirada, caminó hasta ese árbol en que tantas veces había estado con el padre de los seres que ahora sacrificaría. Allí, aproximadamente a la medianoche según el deseo de Satanás, sacó el puñal y lo levantó con solemnidad; pero, en aquel breve lapso de tiempo en que se detuvo a contemplar lo que estaba haciendo y a combatir la parte de sí misma que se resistía a tal monstruosidad, advirtió entre los arbustos el brillo de unos ojos asombrados y a la vez enfurecidos: era Iván, que se abalanzó velozmente sobre ella sin darle tiempo a reaccionar, la golpeó, la ató al árbol mientras el llanto desesperado de sus hijos acompañaba a las inaudibles carcajadas de Satanás, y la quemó como se quema a una verdadera bruja… Entonces el humo de la carne chamuscada ascendió al firmamento junto con los últimos gritos de Casandra, pero su alma intranquila aún sigue penando en torno al árbol donde la quemó viva el hombre que allí mismo tantas veces la besó…
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anika- La dama de corazones
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Inscrito : 20/01/2010
Re: leyendas urbanas
ufff anika impresionan estas leyendas,y la de el niño me dio penita y las lentillas que horrorrrr
Re: leyendas urbanas
la verdad es que seran leyendas pero se ponen los pelos de punta gracias nefer
anika- La dama de corazones
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Inscrito : 20/01/2010
Re: leyendas urbanas
El Cadejo
esta leyenda es larga por varias versiones
Cadejo
Los cadejos negros son perros fantasmales de gran tamaño, color negro, y brillantes ojos rojos, que vagan por las noches para asustar, atacar o, según ciertas versiones, matar a individuos malos o inmorales. Para contrarrestarlos están los cadejos blancos, que protegen de los cadejos negros, entablando con éstos, de ser necesario, encarnizados combates…
La leyenda de El Cadejo o de Los Cadejos está presente en casi toda Centroamérica, en México, y al extremo sur en Argentina. Se trata de dos tipos de perros grandes, de centellantes ojos rojos, usualmente descritos como “espectrales” o “fantasmales”: el primer tipo de perro es blanco, está asociado al bien, y tiene un carácter protector, cuidando (desde las sombras o como una presencia que se siente pero casi nunca se ve) sobre todo a ciertos borrachos y a hombres que llegan a su hogar a altas horas de la noche; el segundo es negro, está asociado al mal, y ataca o mata a personas que son malas o muy inmorales. Según se cuenta, ambos tipos de cadejos son enemigos encarnizados, que cuando se enfrentan entablan salvajes combates, en los cuales siempre hay tiempo para que la persona, puesta en peligro por el cadejo negro, consiga escapar; no obstante, esto no sucede siempre, pues los cadejos negros generalmente atacan al tipo de personas que no protegen los cadejos blancos.
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Origen
En la mitología mesoamericana existía la creencia en los nahual, que eran animales-espíritus que protegían a la gente. Según aquella creencia, cada persona, al momento de nacer, contaba ya con un nahual que lo guiaba y protegía. Paralelamente y también en México y Centroamérica, existía la creencia de que los xoloitzcuintle, un tipo de perros, acompañaban a las almas de los difuntos en su tránsito por el Mictlán o inframundo.
Posteriormente, cuando los españoles llegaron a América, trajeron consigo muchas leyendas europeas sobre perros fantasmas, sobre todo perros negros. Pero también trajeron el Cristianismo, con su creencia en los ángeles guardianes y en los demonios como seres que frecuentemente acechaban al ser humano, acercándose sobre todo a aquellos que estaban más alejados de la gracia de Dios y que, por su comportamiento pecaminoso, eran más propensos a ser abandonados por sus ángeles guardianes…
Ocurrió así que, en el proceso de colonización, ambas creencias se fusionaron, y crearon muchos mitos como por ejemplo la leyenda de los cadejos; la cual, como bien puede percibirse, mezcla elementos de cada una de las creencias mencionadas, tanto del lado europeo como del lado nativo. Por este motivo el cadejo blanco y el negro pelean interminablemente como los ángeles contra los demonios, y como los dioses Quetzacóatl y Tezcatlipoca.
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Versiones de la leyenda en distintos países
Honduras
En Honduras se cree en ambos cadejos: el blanco, que protege a la gente de bien, y el negro, que ataca a las malas personas y a las buenas. Según se cuenta, el cadejo negro aparece a las 12:00; pero, cuando ataca, únicamente puede matar a las malas personas, pues la gente buena tiene la protección del cadejo blanco.
El Salvador
La leyenda dice que Dios, al ver todos los males que caían sobre la gente, creó una figura que inspiraba temor pero que tenía el fin de proteger: el cadejo blanco. Sin embargo, al ver lo que Dios había hecho, Satanás sintió envidia y ensañamiento contra Dios, y creó al cadejo negro para contrarrestar al cadejo blanco y frustrar los planes divinos. En la versión convencional, el cadejo blanco protege a todo aquel que se encuentre casualmente en su camino, mientras que el negro ataca a cualquiera que se le cruce; y, cuando ambos cadejos se encuentran, entablan un fiero combate.
Cierta variante salvadoreña de la leyenda, afirma que el cadejo negro se aparece a quienes deambulan a altas horas de la noche, que los persigue para aterrorizarlos, y después los hipnotiza con sus brillantes ojos rojos, robándoles finalmente el alma y dejándolos atontados por el resto de sus vidas, mal que en El Salvador se conoce como “haber quedado jugado por un mal espíritu”. Dentro de esta misma variante de la leyenda, se cree que el cadejo negro no puede robarle el alma a quien se le antoje, ya que el cadejo blanco protege a los creyentes y a los recién nacidos. Y por último, si alguien cree que no será protegido por el cadejo blanco, puede prender incienso pues el humo del incienso ahuyenta al cadejo negro.
México
En México la leyenda de El Cadejo se conoce sobre todo en el estado de Chiapas, dentro de la región de Soconusco, aunque solo se cree en el cadejo negro, no en el blanco.
Cuentan que el cadejo (cuando hablamos de México, se sobreentiende que es el negro) suele aparecer por las noches, y que delata su presencia por el hedor a putrefacción que mana, y porque cuando está cerca todos los perros en la zona lloran, como si el mismo Diablo estuviese llegando; y es que, según dicen, es tan perverso que devora a todas las crías de los canes, por lo que se recomienda esconder a los cachorros si se sospecha de su cercanía.
Pero si el cadejo negro se acerca, no todo está perdido: hay que caminar con los pies juntos (por más difícil y lento que se nos haga) y, si se acerca, escupir en la palma de nuestra mano y ofrecerle el escupitajo…
En cuanto a su origen, en la costa Chiapaneca se cuenta que entre la gente existen ciertos brujos que, mediante un hechizo, pueden materializarse y tomar la forma de cadejos negros, aprovechando ese estado para cometer fechorías como matar gallinas y otros animales, destruir cosas, aterrorizar, acechar mujeres, entrar a casas y robar (llevándose cosas en la boca), o, sobre todo cuando hay luna llena, deambular por calles oscuras y poco o nada transitadas, esperando entre las sombras a que algún incauto de malos pasos les encuentre y sienta el pánico de ver al colosal perro negro con sus colmillos afilados y sus ojos diabólicos… Según dicen, estos brujos-cadejos solo pueden transformarse a medianoche y bajo una ceiba o pochota (unos tipos de árboles), ya que en la simbología maya el Yaxché (una ceiba) era un puente entre el Cielo, la Tierra, y el Inframundo…
Lo anterior puede sembrar la duda de si todos los cadejos son brujos o sólo algunos, y la respuesta es que la leyenda dice que no todos son brujos, que hay otro tipo de cadejos que también fueron humanos, y hay cadejos que jamás fueron humanos.
Sobre los otros cadejos que fueron humanos, una parte de ellos fueron hijos maldecidos por sus padres, creencia esta que se origina de una historia en que un joven libertino fue maldecido por su padre y se convirtió en un alma en pena con forma de enorme perro negro cubierto de cadenas. También existe la historia de una mujer despechada que hizo un pacto diabólico para obtener una transformación y a partir de esa transformación vengarse de su novio que la engañaba. Veamos la historia de la joven despechada:
Jacinto y Margarita eran una pareja de novios que ya llevaban mucho tiempo juntos; él venía prometiéndole matrimonio desde algún tiempo atrás, pero cierto día desapareció sin decir nada y, cuando mucho después Margarita tuvo noticias suyas, se enteró de que se había casado con otra mujer… Sí, todo ese tiempo le había mentido, nunca la tomó en serio, y eso la llenó de ira y rencor, al punto de que hizo un pacto con el Diablo para que éste la transformase en un cadejo y así ella pudiese darle a Jacinto un tormentoso final…
El pacto entre el Diablo y Margarita funcionó, y ella comenzó a transformarse en cadejo cada noche, saliendo de casa y destrozando a dentelladas a todos los perros que se interponían en su camino; cada noche intentaba entrar a la casa de Jacinto, pero la puerta estaba cerrada y por ello se limitaba a intentar tumbarla y a arañarla. Sin embargo, cierto día Jacinto se reunió con amigos y vecinos para que le ayudasen a darle su merecido al cadejo que siempre iba a buscarlo. Esa noche esperaban a Margarita con palos, piedras, agua bendita y orina. Supieron que venía por el llanto y los ladridos de los perros en los alrededores, y cuando por fin sus embestidas y arañazos se escucharon en la puerta de Jacinto, alguien abrió la puerta, el cadejo entró y todos lo atacaron con una mezcla de miedo y furor, dejándolo al borde de la muerte…
Finalmente, una vez que el cadejo estaba en ese estado, en vez de darle muerte lo ataron a un árbol y lo dejaron colgado, a ver si era uno de esos cadejos-brujos. No obstante, todos se llevaron una gran sorpresa cuando, con el despertar del sol, la luz deshizo la intimidante apariencia del cadejo y entonces allí, agotada y colgada del árbol, estaba la despechada y ahora también humillada Margarita, que no dudó en confesar el pacto que hizo con El Maligno para vengarse del mentiroso de Jacinto…
Costa Rica
En términos generales, en Costa Rica se cree que el cadejo es un enorme y fantasmal perro negro, que tiene cadenas, brillantes ojos rojos, cola larga y muy poblada de pelo y, según algunos, patas de cabra y dientes de jaguar. Pero, pese a su aspecto, este ser cuida a los borrachos cuando regresan a sus casas, y espanta (sin atacar) a los niños desobedientes o que andan fuera de casa a horarios indebidos (en la noche).
Cierta versión costarricense de la leyenda, cuenta que hace mucho tiempo existía, en una pequeña comunidad, un sacerdote que, usando su autoridad moral y su elocuencia, deformó el sentido religioso y moral de la comunidad, conduciéndola al pecado. Como castigo a su mal proceder, Dios lo condenó por cien años (trescientos según algunos) a tener la forma de un perro negro, enorme y de ojos rojos. Cuando por fin acabó su tormento, el hombre estaba trastornado y no aguantaba la vida, así que se lanzó al cráter del volcán Poás, pero no murió de la forma en que esperaba, sino que su espíritu se quedó atrapado en el interior del volcán, en medio del magma, los vapores y las rocas, cual si ese fuese su propio infierno personal. A causa de eso, se cree que es él quien provoca los estremecimientos del volcán.
Otra versión costarricense, cuenta que existía un borracho que malgastaba casi todo su dinero en bebida y maltrataba a su familia, sobre todo a la esposa. El hijo mayor del borracho era muy inteligente y estaba cansado del comportamiento dañino de su progenitor, así que ideó un plan para castigarlo. El plan consistía en disfrazarse de monstruo con un cuero negro, y aparecérsele por las noches cuando regresase bien tarde en estado de ebriedad. La primera noche, el susto fue tal que el borracho casi se infarta, y como ya se insinuó, no fue la única vez, pues su hijo siguió asustándolo hasta que, cierto día, él se enfureció y reunió valor para tomar un machete y descuartizar a lo que sea que fuere aquello que por las noches se le aparecía… Así, esa noche, como todas las demás, el “monstruo” se le apareció y él sacó el machete y se abalanzó, pero la criatura retrocedió para esquivar el golpe y de ella salió algo que no se esperaba: la voz de su hijo mayor… “¡Papá, no me mates que soy tu hijo, era solo una broma!”, exclamó, a lo que él respondió maldiciéndolo: “¡De cuatro patas andarás toda la vida!”. Según se cuenta, cuando el joven murió, se transformó en un enorme y espectral perro negro, que sigue a los borrachos como su padre pero no les hace daño.
Finalmente, la tercera versión costarricense cuenta que existía un hijo menor (un “benjamín” o “cumiche”) que vivía en el libertinaje y el despilfarro, por lo que fue maldecido por su padre y se transformó en cadejo. En esta última versión, existe una historia muy interesante:
Había una vez una familia muy adinerada, religiosa, conservadora y de buen nombre, pero el hijo menor despreciaba los preceptos de sus mayores, no conocía lo que era la responsabilidad y, habiéndose acostumbrado a vivir en el lujo y la abundancia, se volvió mimado, arrogante, egoísta y muy libertino (borracho, jugador, mujeriego). Como era de imaginarse, satisfacía sus vicios con el dinero que su padre le daba, hasta que un día el padre se hartó y le dijo que no le daría nada de dinero hasta que no enmendase su comportamiento. Entonces, en lugar de corregirse, el hijo gastó todo lo poco que tenía guardado, y después comenzó a endeudarse para poder pagar el alcohol, las apuestas, y las mujeres. De ese miserable modo siguió subsistiendo, hasta que sus acreedores empezaron a hostigarlo más de lo que podía soportar, pero su solución no fue trabajar para pagar o pedirle perdón a su padre y solicitarle dinero para las deudas: no, lo que hizo fue entrar sigilosamente al cuarto de sus padres, a ver si no lo pillaban y conseguía sacar unos cuantos billetes de esos que su padre guardaba en un sitio que él conocía. Pero el intento de robo falló y su padre, al despertar y ver que el ladrón era su propio hijo, se enfureció tanto que llamó a sus sirvientes, pidiéndoles que lo ataran con cadenas y le dieran unos cuantos azotes; aunque ese no fue el peor castigo, sino la maldición que le hechó y que sorprendentemente se cumplió: “¡Perro maldito, de cuatro patas seguirás toda la vida!”
Guatemala
En este país, el cadejo es un gran perro fantasmal, de color negro o blanco y ojos como ascuas. Este ser cuida a los que se emborrachan, cuando intentan volver a casa o duermen en la calle, por lo que los sigue o duerme cerca de ellos para evitar que los roben o ataquen. Pero lo anterior es solo una creencia puntual, ya que en general hay cierta ambigüedad con respecto a los colores del cadejo y su actitud:
Por un lado, se cree que el blanco es bueno y el negro es malo, y que el blanco sigue a sus protegidos para cuidarlos del negro; pero, cuando aparece un tercer espíritu como La Llorona o la Siguanaba, o simplemente cuando aparece un maleante peligroso, ambos cadejos se unen para proteger a la persona… Entretanto, por otro lado se cree que el blanco cuida a las mujeres y a los niños, y el negro cuida a los hombres.
Finalmente, aumentando el carácter variopinto de las creencias guatemaltecas sobre el cadejo, se cree que, si éste (en su versión negra) llega a lamer la boca de alguien, lo seguirá durante nueve días causándole temor (sin atacar); y, si la persona lamida es alcohólica, jamás podrá abandonar su adicción…
Nicaragua
En Nicaragua se cree que el cadejo blanco (un perro grande, fantasmal, de ojos rojos) cuida a los hombres trasnochadores, siguiéndolos a corta distancia hasta que llegan a sus hogares y están a salvo. Como contraparte el cadejo negro, que en la versión nicaragüense tiene un collar blanco, siempre está deambulando por las noches, al acecho de trasnochadores, sobre los cuales se abalanzará, para golpearlos (aunque jamás los muerde), dejarlos sin sentido, y en un estado de tartamudez, insulsez e idiotez, que desemboca posteriormente en la muerte…
Como bien se ve, el cadejo negro de Nicaragua, aunque no muerda a sus víctimas humanas, es en última instancia un asesino; aunque, para contrarrestarlo, está el cadejo blanco ―hablamos genéricamente, en realidad son “los cadejos blancos” y “los cadejos negros”―, que luchará encarnizadamente con él, siempre venciéndolo. No obstante, la leyenda nicaragüense advierte de que no se debe despreciar al cadejo blanco: hay que tratarlo bien, ya que, si se lo apedrea o se lo intenta ahuyentar con gritos o de cualquier manera, actuará igual que el cadejo negro y la persona finalmente acabará muerta o, como se diría en Nicaragua, “jugada por el Cadejo”.
Por último, entre los indios nicaragüenses de Monimbó, se cuenta que los ojos de los cadejos “parecen candelas”, y que éstos nunca se cansan de caminar, por lo que pasan moviéndose toda la noche, hasta que el sol emerge en el horizonte y entonces, en vez de morir como los vampiros, desaparecen como los espectros que son.
Argentina
En Argentina hay una leyenda muy vinculada al cadejo, al punto de que muchos la cuentan como “la versión argentina del cadejo”: se le conoce como “El Perro Familiar” o el “Familiar”, sobre todo en las zonas rurales de las provincias norteñas. Asimilando a la leyenda del Familiar en la creencia en los cadejos, diríamos que solo existe el cadejo negro, que es enorme, tiene ojos rojos (o no tiene cabeza en ciertas versiones menos extendidas), porta cadenas, está asociado al Diablo pues es un demonio, y siempre aparece después de la medianoche, dando a conocer su proximidad por el ruido de las cadenas que arrastra y el llanto de temor que suscita entre los perros que se encuentran en sus proximidades… Según cuentan, El Perro Familiar (hay algunos, no es un ente único), una vez que se come a alguien, no para hasta devorar al resto de la familia de esa persona. ¿Cómo se originó esta creencia?, veamos:
La leyenda surgió en el siglo XIX, en el latifundio de la familia Hileret, en los alrededores de la ciudad de Lules, después se popularizó en la ciudad de Santa Ana y se expandió por todo el Noroeste de Argentina. La leyenda cuenta que el patrón de los Hileret hizo un pacto con el Diablo para ganar más dinero, y que así consiguió al “Familiar”, con el cual hacía desaparecer a sus empleados más rebeldes… Al respecto, el historiador Eduardo Rosenzvaig dijo: “Los peones estaban capturados de por vida por sus deudas, entonces la única forma que tenían de dejar el ingenio era fugándose. Los patrones tenían hombres armados que trataban de impedirlo; cuando agarraban algún fugitivo lo mataban para dar el ejemplo. Para que eso funcionase en la psicología de los peones se crea el mito: que en las noches de luna llena sale el Familiar. Y que el Familiar hace desaparecer al peón más rebelde”. Explicando mejor la expansión de la leyenda, ocurrió que en el siglo XIX muchos ingenios azucareros se hicieron con enormes sumas de dinero en poco tiempo, a la par que ciertos empleados desaparecían y jamás volvían… La gente del campo entonces se preguntaba: ¿cómo es que los patrones hacen dinero tan rápido?, ¿por qué justamente los peones más vagos y rebeldes son los que desaparecen? La respuesta para ellos, era que los patrones tenían pacto con el Diablo, quien los proveía de un Familiar, ese enorme perro-demonio que pasaba guardado en lugares oscuros y escondidos casi todo el año, pero cada cierto tiempo se encargaba de asesinar a los peores empleados… Por último, el Familiar pasó a convertirse en un ser aún más siniestro con la dictadura militar argentina denominada el Proceso de Reorganización Nacional, que acabó con muchos individuos y con familias enteras, usando cuando podía la leyenda del Familiar, a fin de lavarse las manos con respecto a las desapariciones…
esta leyenda es larga por varias versiones
Cadejo
Los cadejos negros son perros fantasmales de gran tamaño, color negro, y brillantes ojos rojos, que vagan por las noches para asustar, atacar o, según ciertas versiones, matar a individuos malos o inmorales. Para contrarrestarlos están los cadejos blancos, que protegen de los cadejos negros, entablando con éstos, de ser necesario, encarnizados combates…
La leyenda de El Cadejo o de Los Cadejos está presente en casi toda Centroamérica, en México, y al extremo sur en Argentina. Se trata de dos tipos de perros grandes, de centellantes ojos rojos, usualmente descritos como “espectrales” o “fantasmales”: el primer tipo de perro es blanco, está asociado al bien, y tiene un carácter protector, cuidando (desde las sombras o como una presencia que se siente pero casi nunca se ve) sobre todo a ciertos borrachos y a hombres que llegan a su hogar a altas horas de la noche; el segundo es negro, está asociado al mal, y ataca o mata a personas que son malas o muy inmorales. Según se cuenta, ambos tipos de cadejos son enemigos encarnizados, que cuando se enfrentan entablan salvajes combates, en los cuales siempre hay tiempo para que la persona, puesta en peligro por el cadejo negro, consiga escapar; no obstante, esto no sucede siempre, pues los cadejos negros generalmente atacan al tipo de personas que no protegen los cadejos blancos.
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Origen
En la mitología mesoamericana existía la creencia en los nahual, que eran animales-espíritus que protegían a la gente. Según aquella creencia, cada persona, al momento de nacer, contaba ya con un nahual que lo guiaba y protegía. Paralelamente y también en México y Centroamérica, existía la creencia de que los xoloitzcuintle, un tipo de perros, acompañaban a las almas de los difuntos en su tránsito por el Mictlán o inframundo.
Posteriormente, cuando los españoles llegaron a América, trajeron consigo muchas leyendas europeas sobre perros fantasmas, sobre todo perros negros. Pero también trajeron el Cristianismo, con su creencia en los ángeles guardianes y en los demonios como seres que frecuentemente acechaban al ser humano, acercándose sobre todo a aquellos que estaban más alejados de la gracia de Dios y que, por su comportamiento pecaminoso, eran más propensos a ser abandonados por sus ángeles guardianes…
Ocurrió así que, en el proceso de colonización, ambas creencias se fusionaron, y crearon muchos mitos como por ejemplo la leyenda de los cadejos; la cual, como bien puede percibirse, mezcla elementos de cada una de las creencias mencionadas, tanto del lado europeo como del lado nativo. Por este motivo el cadejo blanco y el negro pelean interminablemente como los ángeles contra los demonios, y como los dioses Quetzacóatl y Tezcatlipoca.
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Versiones de la leyenda en distintos países
Honduras
En Honduras se cree en ambos cadejos: el blanco, que protege a la gente de bien, y el negro, que ataca a las malas personas y a las buenas. Según se cuenta, el cadejo negro aparece a las 12:00; pero, cuando ataca, únicamente puede matar a las malas personas, pues la gente buena tiene la protección del cadejo blanco.
El Salvador
La leyenda dice que Dios, al ver todos los males que caían sobre la gente, creó una figura que inspiraba temor pero que tenía el fin de proteger: el cadejo blanco. Sin embargo, al ver lo que Dios había hecho, Satanás sintió envidia y ensañamiento contra Dios, y creó al cadejo negro para contrarrestar al cadejo blanco y frustrar los planes divinos. En la versión convencional, el cadejo blanco protege a todo aquel que se encuentre casualmente en su camino, mientras que el negro ataca a cualquiera que se le cruce; y, cuando ambos cadejos se encuentran, entablan un fiero combate.
Cierta variante salvadoreña de la leyenda, afirma que el cadejo negro se aparece a quienes deambulan a altas horas de la noche, que los persigue para aterrorizarlos, y después los hipnotiza con sus brillantes ojos rojos, robándoles finalmente el alma y dejándolos atontados por el resto de sus vidas, mal que en El Salvador se conoce como “haber quedado jugado por un mal espíritu”. Dentro de esta misma variante de la leyenda, se cree que el cadejo negro no puede robarle el alma a quien se le antoje, ya que el cadejo blanco protege a los creyentes y a los recién nacidos. Y por último, si alguien cree que no será protegido por el cadejo blanco, puede prender incienso pues el humo del incienso ahuyenta al cadejo negro.
México
En México la leyenda de El Cadejo se conoce sobre todo en el estado de Chiapas, dentro de la región de Soconusco, aunque solo se cree en el cadejo negro, no en el blanco.
Cuentan que el cadejo (cuando hablamos de México, se sobreentiende que es el negro) suele aparecer por las noches, y que delata su presencia por el hedor a putrefacción que mana, y porque cuando está cerca todos los perros en la zona lloran, como si el mismo Diablo estuviese llegando; y es que, según dicen, es tan perverso que devora a todas las crías de los canes, por lo que se recomienda esconder a los cachorros si se sospecha de su cercanía.
Pero si el cadejo negro se acerca, no todo está perdido: hay que caminar con los pies juntos (por más difícil y lento que se nos haga) y, si se acerca, escupir en la palma de nuestra mano y ofrecerle el escupitajo…
En cuanto a su origen, en la costa Chiapaneca se cuenta que entre la gente existen ciertos brujos que, mediante un hechizo, pueden materializarse y tomar la forma de cadejos negros, aprovechando ese estado para cometer fechorías como matar gallinas y otros animales, destruir cosas, aterrorizar, acechar mujeres, entrar a casas y robar (llevándose cosas en la boca), o, sobre todo cuando hay luna llena, deambular por calles oscuras y poco o nada transitadas, esperando entre las sombras a que algún incauto de malos pasos les encuentre y sienta el pánico de ver al colosal perro negro con sus colmillos afilados y sus ojos diabólicos… Según dicen, estos brujos-cadejos solo pueden transformarse a medianoche y bajo una ceiba o pochota (unos tipos de árboles), ya que en la simbología maya el Yaxché (una ceiba) era un puente entre el Cielo, la Tierra, y el Inframundo…
Lo anterior puede sembrar la duda de si todos los cadejos son brujos o sólo algunos, y la respuesta es que la leyenda dice que no todos son brujos, que hay otro tipo de cadejos que también fueron humanos, y hay cadejos que jamás fueron humanos.
Sobre los otros cadejos que fueron humanos, una parte de ellos fueron hijos maldecidos por sus padres, creencia esta que se origina de una historia en que un joven libertino fue maldecido por su padre y se convirtió en un alma en pena con forma de enorme perro negro cubierto de cadenas. También existe la historia de una mujer despechada que hizo un pacto diabólico para obtener una transformación y a partir de esa transformación vengarse de su novio que la engañaba. Veamos la historia de la joven despechada:
Jacinto y Margarita eran una pareja de novios que ya llevaban mucho tiempo juntos; él venía prometiéndole matrimonio desde algún tiempo atrás, pero cierto día desapareció sin decir nada y, cuando mucho después Margarita tuvo noticias suyas, se enteró de que se había casado con otra mujer… Sí, todo ese tiempo le había mentido, nunca la tomó en serio, y eso la llenó de ira y rencor, al punto de que hizo un pacto con el Diablo para que éste la transformase en un cadejo y así ella pudiese darle a Jacinto un tormentoso final…
El pacto entre el Diablo y Margarita funcionó, y ella comenzó a transformarse en cadejo cada noche, saliendo de casa y destrozando a dentelladas a todos los perros que se interponían en su camino; cada noche intentaba entrar a la casa de Jacinto, pero la puerta estaba cerrada y por ello se limitaba a intentar tumbarla y a arañarla. Sin embargo, cierto día Jacinto se reunió con amigos y vecinos para que le ayudasen a darle su merecido al cadejo que siempre iba a buscarlo. Esa noche esperaban a Margarita con palos, piedras, agua bendita y orina. Supieron que venía por el llanto y los ladridos de los perros en los alrededores, y cuando por fin sus embestidas y arañazos se escucharon en la puerta de Jacinto, alguien abrió la puerta, el cadejo entró y todos lo atacaron con una mezcla de miedo y furor, dejándolo al borde de la muerte…
Finalmente, una vez que el cadejo estaba en ese estado, en vez de darle muerte lo ataron a un árbol y lo dejaron colgado, a ver si era uno de esos cadejos-brujos. No obstante, todos se llevaron una gran sorpresa cuando, con el despertar del sol, la luz deshizo la intimidante apariencia del cadejo y entonces allí, agotada y colgada del árbol, estaba la despechada y ahora también humillada Margarita, que no dudó en confesar el pacto que hizo con El Maligno para vengarse del mentiroso de Jacinto…
Costa Rica
En términos generales, en Costa Rica se cree que el cadejo es un enorme y fantasmal perro negro, que tiene cadenas, brillantes ojos rojos, cola larga y muy poblada de pelo y, según algunos, patas de cabra y dientes de jaguar. Pero, pese a su aspecto, este ser cuida a los borrachos cuando regresan a sus casas, y espanta (sin atacar) a los niños desobedientes o que andan fuera de casa a horarios indebidos (en la noche).
Cierta versión costarricense de la leyenda, cuenta que hace mucho tiempo existía, en una pequeña comunidad, un sacerdote que, usando su autoridad moral y su elocuencia, deformó el sentido religioso y moral de la comunidad, conduciéndola al pecado. Como castigo a su mal proceder, Dios lo condenó por cien años (trescientos según algunos) a tener la forma de un perro negro, enorme y de ojos rojos. Cuando por fin acabó su tormento, el hombre estaba trastornado y no aguantaba la vida, así que se lanzó al cráter del volcán Poás, pero no murió de la forma en que esperaba, sino que su espíritu se quedó atrapado en el interior del volcán, en medio del magma, los vapores y las rocas, cual si ese fuese su propio infierno personal. A causa de eso, se cree que es él quien provoca los estremecimientos del volcán.
Otra versión costarricense, cuenta que existía un borracho que malgastaba casi todo su dinero en bebida y maltrataba a su familia, sobre todo a la esposa. El hijo mayor del borracho era muy inteligente y estaba cansado del comportamiento dañino de su progenitor, así que ideó un plan para castigarlo. El plan consistía en disfrazarse de monstruo con un cuero negro, y aparecérsele por las noches cuando regresase bien tarde en estado de ebriedad. La primera noche, el susto fue tal que el borracho casi se infarta, y como ya se insinuó, no fue la única vez, pues su hijo siguió asustándolo hasta que, cierto día, él se enfureció y reunió valor para tomar un machete y descuartizar a lo que sea que fuere aquello que por las noches se le aparecía… Así, esa noche, como todas las demás, el “monstruo” se le apareció y él sacó el machete y se abalanzó, pero la criatura retrocedió para esquivar el golpe y de ella salió algo que no se esperaba: la voz de su hijo mayor… “¡Papá, no me mates que soy tu hijo, era solo una broma!”, exclamó, a lo que él respondió maldiciéndolo: “¡De cuatro patas andarás toda la vida!”. Según se cuenta, cuando el joven murió, se transformó en un enorme y espectral perro negro, que sigue a los borrachos como su padre pero no les hace daño.
Finalmente, la tercera versión costarricense cuenta que existía un hijo menor (un “benjamín” o “cumiche”) que vivía en el libertinaje y el despilfarro, por lo que fue maldecido por su padre y se transformó en cadejo. En esta última versión, existe una historia muy interesante:
Había una vez una familia muy adinerada, religiosa, conservadora y de buen nombre, pero el hijo menor despreciaba los preceptos de sus mayores, no conocía lo que era la responsabilidad y, habiéndose acostumbrado a vivir en el lujo y la abundancia, se volvió mimado, arrogante, egoísta y muy libertino (borracho, jugador, mujeriego). Como era de imaginarse, satisfacía sus vicios con el dinero que su padre le daba, hasta que un día el padre se hartó y le dijo que no le daría nada de dinero hasta que no enmendase su comportamiento. Entonces, en lugar de corregirse, el hijo gastó todo lo poco que tenía guardado, y después comenzó a endeudarse para poder pagar el alcohol, las apuestas, y las mujeres. De ese miserable modo siguió subsistiendo, hasta que sus acreedores empezaron a hostigarlo más de lo que podía soportar, pero su solución no fue trabajar para pagar o pedirle perdón a su padre y solicitarle dinero para las deudas: no, lo que hizo fue entrar sigilosamente al cuarto de sus padres, a ver si no lo pillaban y conseguía sacar unos cuantos billetes de esos que su padre guardaba en un sitio que él conocía. Pero el intento de robo falló y su padre, al despertar y ver que el ladrón era su propio hijo, se enfureció tanto que llamó a sus sirvientes, pidiéndoles que lo ataran con cadenas y le dieran unos cuantos azotes; aunque ese no fue el peor castigo, sino la maldición que le hechó y que sorprendentemente se cumplió: “¡Perro maldito, de cuatro patas seguirás toda la vida!”
Guatemala
En este país, el cadejo es un gran perro fantasmal, de color negro o blanco y ojos como ascuas. Este ser cuida a los que se emborrachan, cuando intentan volver a casa o duermen en la calle, por lo que los sigue o duerme cerca de ellos para evitar que los roben o ataquen. Pero lo anterior es solo una creencia puntual, ya que en general hay cierta ambigüedad con respecto a los colores del cadejo y su actitud:
Por un lado, se cree que el blanco es bueno y el negro es malo, y que el blanco sigue a sus protegidos para cuidarlos del negro; pero, cuando aparece un tercer espíritu como La Llorona o la Siguanaba, o simplemente cuando aparece un maleante peligroso, ambos cadejos se unen para proteger a la persona… Entretanto, por otro lado se cree que el blanco cuida a las mujeres y a los niños, y el negro cuida a los hombres.
Finalmente, aumentando el carácter variopinto de las creencias guatemaltecas sobre el cadejo, se cree que, si éste (en su versión negra) llega a lamer la boca de alguien, lo seguirá durante nueve días causándole temor (sin atacar); y, si la persona lamida es alcohólica, jamás podrá abandonar su adicción…
Nicaragua
En Nicaragua se cree que el cadejo blanco (un perro grande, fantasmal, de ojos rojos) cuida a los hombres trasnochadores, siguiéndolos a corta distancia hasta que llegan a sus hogares y están a salvo. Como contraparte el cadejo negro, que en la versión nicaragüense tiene un collar blanco, siempre está deambulando por las noches, al acecho de trasnochadores, sobre los cuales se abalanzará, para golpearlos (aunque jamás los muerde), dejarlos sin sentido, y en un estado de tartamudez, insulsez e idiotez, que desemboca posteriormente en la muerte…
Como bien se ve, el cadejo negro de Nicaragua, aunque no muerda a sus víctimas humanas, es en última instancia un asesino; aunque, para contrarrestarlo, está el cadejo blanco ―hablamos genéricamente, en realidad son “los cadejos blancos” y “los cadejos negros”―, que luchará encarnizadamente con él, siempre venciéndolo. No obstante, la leyenda nicaragüense advierte de que no se debe despreciar al cadejo blanco: hay que tratarlo bien, ya que, si se lo apedrea o se lo intenta ahuyentar con gritos o de cualquier manera, actuará igual que el cadejo negro y la persona finalmente acabará muerta o, como se diría en Nicaragua, “jugada por el Cadejo”.
Por último, entre los indios nicaragüenses de Monimbó, se cuenta que los ojos de los cadejos “parecen candelas”, y que éstos nunca se cansan de caminar, por lo que pasan moviéndose toda la noche, hasta que el sol emerge en el horizonte y entonces, en vez de morir como los vampiros, desaparecen como los espectros que son.
Argentina
En Argentina hay una leyenda muy vinculada al cadejo, al punto de que muchos la cuentan como “la versión argentina del cadejo”: se le conoce como “El Perro Familiar” o el “Familiar”, sobre todo en las zonas rurales de las provincias norteñas. Asimilando a la leyenda del Familiar en la creencia en los cadejos, diríamos que solo existe el cadejo negro, que es enorme, tiene ojos rojos (o no tiene cabeza en ciertas versiones menos extendidas), porta cadenas, está asociado al Diablo pues es un demonio, y siempre aparece después de la medianoche, dando a conocer su proximidad por el ruido de las cadenas que arrastra y el llanto de temor que suscita entre los perros que se encuentran en sus proximidades… Según cuentan, El Perro Familiar (hay algunos, no es un ente único), una vez que se come a alguien, no para hasta devorar al resto de la familia de esa persona. ¿Cómo se originó esta creencia?, veamos:
La leyenda surgió en el siglo XIX, en el latifundio de la familia Hileret, en los alrededores de la ciudad de Lules, después se popularizó en la ciudad de Santa Ana y se expandió por todo el Noroeste de Argentina. La leyenda cuenta que el patrón de los Hileret hizo un pacto con el Diablo para ganar más dinero, y que así consiguió al “Familiar”, con el cual hacía desaparecer a sus empleados más rebeldes… Al respecto, el historiador Eduardo Rosenzvaig dijo: “Los peones estaban capturados de por vida por sus deudas, entonces la única forma que tenían de dejar el ingenio era fugándose. Los patrones tenían hombres armados que trataban de impedirlo; cuando agarraban algún fugitivo lo mataban para dar el ejemplo. Para que eso funcionase en la psicología de los peones se crea el mito: que en las noches de luna llena sale el Familiar. Y que el Familiar hace desaparecer al peón más rebelde”. Explicando mejor la expansión de la leyenda, ocurrió que en el siglo XIX muchos ingenios azucareros se hicieron con enormes sumas de dinero en poco tiempo, a la par que ciertos empleados desaparecían y jamás volvían… La gente del campo entonces se preguntaba: ¿cómo es que los patrones hacen dinero tan rápido?, ¿por qué justamente los peones más vagos y rebeldes son los que desaparecen? La respuesta para ellos, era que los patrones tenían pacto con el Diablo, quien los proveía de un Familiar, ese enorme perro-demonio que pasaba guardado en lugares oscuros y escondidos casi todo el año, pero cada cierto tiempo se encargaba de asesinar a los peores empleados… Por último, el Familiar pasó a convertirse en un ser aún más siniestro con la dictadura militar argentina denominada el Proceso de Reorganización Nacional, que acabó con muchos individuos y con familias enteras, usando cuando podía la leyenda del Familiar, a fin de lavarse las manos con respecto a las desapariciones…
anika- La dama de corazones
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Inscrito : 20/01/2010
Re: leyendas urbanas
El Amigo Imaginario
amigo_imaginario
Una niña llega con su familia a su nuevo hogar, una gigantesca casa con un jardín enorme en el que hay una casita en el árbol. Pronto la niña se volverá más solitaria y sólo querrá pasar el día jugando con su amiga imaginaria…
Casandra era una tímida niña de seis años que prefería la compañía de sus muñecas a relacionarse con otros niños. Por este motivo no le resultó muy duro cambiar de casa y dejar atrás su antiguo barrio y colegio cuando sus padres decidieron mudarse.
Sus padres estaban preocupados por el cambio, pero sabían que con el tiempo acabaría disfrutando de su nuevo hogar. Una vieja mansión que tenía un gran jardín, con un columpio, un tobogán e incluso una pequeña casita de madera en el árbol.
La niña se acostumbró enseguida a su nuevo hogar. Pero tener tanto espacio para jugar la volvió incluso más retraída y solitaria. Casandra solía subir con sus muñecas a la casa del árbol y pasaba allí varias horas hablando sola, según ella con su amiga Ana. Los padres no le dieron mucha importancia pues sabían que a esa edad eran comunes los amigos imaginarios. Las vacaciones de verano pronto acabarían y con el nuevo curso escolar haría nuevos amigos en clase.
Los días pasaban y el comportamiento de la niña cada día era más extraño, casi no hablaba con sus padres y aprovechaba cualquier momento para “refugiarse” en su casita del árbol. Los padres podían escucharla hablar durante horas con su amiga Ana. Pero lo que más les preocupaba era que cada vez conciliaba peor el sueño, hablaba dormida y parecía sufrir pesadillas pues era habitual que entonara frases como “tengo frío”, “no puedo ver” o “ayúdame”. Una noche la madre sintió pasos en el pasillo, asustada avisó a su marido, quien salió a ver y se encontró a Casandra caminando sin rumbo, la niña parecía sonámbula y, cuando su padre la llamó, se despertó totalmente aturdida y sin saber qué hacía de pie fuera de su habitación.
Cada vez las incursiones nocturnas de Casandra eran más atrevidas y se alejaba más de su cuarto. Sus padres tenían miedo de que la niña saliera a la calle, sola y por la noche. Así que decidieron llevarla a una clínica del sueño en la que podrían “monitorear” sus hábitos de sueño para tratar su sonambulismo. Pero tras pasar dos noches no se detectó nada extraño, de hecho en ambas ocasiones Casandra durmió plácidamente toda la noche. El psicólogo tampoco ayudó mucho, únicamente les confirmó lo que ellos ya sabían, que tenía una amiga imaginaria que se llamaba Ana y que tenía su misma edad. El psicólogo le restó importancia al hecho y les dijo que era relativamente frecuente , y más teniendo en cuenta que la niña prácticamente no tenía amistades. Les recomendó que pasaran más tiempo con ella y que trataran de relacionarla con más niños de su edad para que Casandra fuera, poco a poco, olvidando a Ana y centrándose en sus amistades reales.
Los padres siguieron al pie de la letra las indicaciones del psicólogo, pasaban cada vez más tiempo con ella y la dejaban poco tiempo libre para que fuera a “charlar” con Ana en su casa del árbol. Pero eso no hizo más que empeorar su ataque de sonambulismo, parecía como si el tiempo que ya no pasaba con su amiga imaginaria por el día lo compensara por la noche. Sus sueños parecían cada vez más vívidos y en un par de ocasiones el padre la encontró a punto de salir al jardín. La niña cada vez parecía más agotada y con el cansancio acumulado era como si cada noche perdiera más el control y pasara más tiempo sonámbula.
Una noche el padre sintió como alguien bajaba la escalera, al ver a su hija en la puerta de casa un frío le recorrió la espalda. Al contrario que en otras ocasiones, cuando llamó a Casandra la niña pareció ignorarle y solamente le dedicó una mirada fugaz antes de abrir la puerta y salir al jardín. Los ojos de su hija parecían otros, era como si no la reconociera. Asustado, bajó las escaleras y salió corriendo detrás de ella mientras la niña avanzaba en dirección a la casita del árbol; cuando estaba a pocos metros del lugar, la niña se agachó mientras balbuceaba algo que su padre no podía entender.
Casandra comenzó a escavar el suelo con sus manos, su padre al llegar a su lado la escuchó decir “tengo que salir”, “aquí hace mucho frío”. Su padre la abrazó y sintió que su hija estaba congelada, era como si no respondiera y luchaba por seguir cavando, sus pequeños dedos estaban ensangrentados por arañar la tierra y golpearse con las piedras que había en el suelo. Se había roto un par de uñas y aún así parecía no despertarse. El padre no sabía qué hacer mientras la niña pataleaba y le pedía que la soltara y la dejara continuar.
De repente, como si se le encendiera una luz en la cabeza, el padre dejó de llamarla por su nombre y la llamó “Ana”, en ese momento la niña se giró y dejó de luchar mientras se le quedó mirando.
- Ana, ¿eres tú?. – dijo el padre.
La niña le miró fijamente con unos ojitos que imploraban que la ayudasen, un par de segundos después se desmayó, al instante abrió nuevamente los ojos y esta vez Casandra con su propio cuerpo miró asustada en todas direcciones como intentando comprender dónde estaba y por qué le dolían tanto las manos. Su padre la llevó dentro de casa, donde su madre se quedó limpiando sus heridas, el daño no era tanto como parecía en la oscuridad de la noche, pero el padre sabía que tenía un asunto pendiente en el jardín, así que mientras su hija se reponía con su mujer, bajó con una linterna y una pala.
Al llegar al mismo lugar donde Casandra había escavado, volvió a sentir un escalofrío. Pero no era momento de tener miedo, empezaba a intuir el motivo por el que su hija no podía descansar por las noches y quería acabar de una vez por todas con el problema. Clavó una y otras vez la pala, hasta que pudo ver algo que le llamó la atención. Una pequeña manita huesuda apareció bajo la tierra. Era tan pequeña como la de su hija y al verla sintió una tristeza tan profunda que se puso a llorar. El padre entre llantos entró a su casa y le pidió a su mujer que no saliera al jardín bajo ningún concepto mientras él realizaba una llamada.
Menos de veinte minutos después un coche de policía y un forense llegaron para levantar el cadáver de una niña de unos seis años. Investigaciones posteriores demostraron que se trataba de Ana, una niña que había desaparecido hace un par de años en uno de los pueblos cercanos. La niña al parecer había sido asesinada, pues su cadáver mostraba signos de violencia. El anterior propietario de la casa la había enterrado en su jardín, sabiendo que nadie podría investigar en una propiedad privada sin una orden judicial.
Ana nunca más se comunicó con Casandra; parece que, al desvelarse su asesinato y detenerse a su asesino, por fin pudo descansar. Pero Casandra siempre guardaría el escalofriante recuerdo de cuando hablaba con un espíritu que no podía descansar.
NOTA: Siempre se ha creído que los niños tienen un don especial para ver los entes del más allá. Muchas personas identifican los amigos imaginarios, que muchos niños tienen a determinada edad, con la presencia de espíritus que podrían relacionarse y comunicarse con ellos. ¿Será verdad la leyenda? ¿Pueden los niños ver fantasmas? y lo qué es más escalofriante… ¿pueden comunicarse con ellos? Por si acaso la próxima vez que tu hijo, tu sobrino o tu hermanito hable sólo y sientas un frío recorrer tu espalda ponte a temblar porque un fantasma podría estar muy cerca.
amigo_imaginario
Una niña llega con su familia a su nuevo hogar, una gigantesca casa con un jardín enorme en el que hay una casita en el árbol. Pronto la niña se volverá más solitaria y sólo querrá pasar el día jugando con su amiga imaginaria…
Casandra era una tímida niña de seis años que prefería la compañía de sus muñecas a relacionarse con otros niños. Por este motivo no le resultó muy duro cambiar de casa y dejar atrás su antiguo barrio y colegio cuando sus padres decidieron mudarse.
Sus padres estaban preocupados por el cambio, pero sabían que con el tiempo acabaría disfrutando de su nuevo hogar. Una vieja mansión que tenía un gran jardín, con un columpio, un tobogán e incluso una pequeña casita de madera en el árbol.
La niña se acostumbró enseguida a su nuevo hogar. Pero tener tanto espacio para jugar la volvió incluso más retraída y solitaria. Casandra solía subir con sus muñecas a la casa del árbol y pasaba allí varias horas hablando sola, según ella con su amiga Ana. Los padres no le dieron mucha importancia pues sabían que a esa edad eran comunes los amigos imaginarios. Las vacaciones de verano pronto acabarían y con el nuevo curso escolar haría nuevos amigos en clase.
Los días pasaban y el comportamiento de la niña cada día era más extraño, casi no hablaba con sus padres y aprovechaba cualquier momento para “refugiarse” en su casita del árbol. Los padres podían escucharla hablar durante horas con su amiga Ana. Pero lo que más les preocupaba era que cada vez conciliaba peor el sueño, hablaba dormida y parecía sufrir pesadillas pues era habitual que entonara frases como “tengo frío”, “no puedo ver” o “ayúdame”. Una noche la madre sintió pasos en el pasillo, asustada avisó a su marido, quien salió a ver y se encontró a Casandra caminando sin rumbo, la niña parecía sonámbula y, cuando su padre la llamó, se despertó totalmente aturdida y sin saber qué hacía de pie fuera de su habitación.
Cada vez las incursiones nocturnas de Casandra eran más atrevidas y se alejaba más de su cuarto. Sus padres tenían miedo de que la niña saliera a la calle, sola y por la noche. Así que decidieron llevarla a una clínica del sueño en la que podrían “monitorear” sus hábitos de sueño para tratar su sonambulismo. Pero tras pasar dos noches no se detectó nada extraño, de hecho en ambas ocasiones Casandra durmió plácidamente toda la noche. El psicólogo tampoco ayudó mucho, únicamente les confirmó lo que ellos ya sabían, que tenía una amiga imaginaria que se llamaba Ana y que tenía su misma edad. El psicólogo le restó importancia al hecho y les dijo que era relativamente frecuente , y más teniendo en cuenta que la niña prácticamente no tenía amistades. Les recomendó que pasaran más tiempo con ella y que trataran de relacionarla con más niños de su edad para que Casandra fuera, poco a poco, olvidando a Ana y centrándose en sus amistades reales.
Los padres siguieron al pie de la letra las indicaciones del psicólogo, pasaban cada vez más tiempo con ella y la dejaban poco tiempo libre para que fuera a “charlar” con Ana en su casa del árbol. Pero eso no hizo más que empeorar su ataque de sonambulismo, parecía como si el tiempo que ya no pasaba con su amiga imaginaria por el día lo compensara por la noche. Sus sueños parecían cada vez más vívidos y en un par de ocasiones el padre la encontró a punto de salir al jardín. La niña cada vez parecía más agotada y con el cansancio acumulado era como si cada noche perdiera más el control y pasara más tiempo sonámbula.
Una noche el padre sintió como alguien bajaba la escalera, al ver a su hija en la puerta de casa un frío le recorrió la espalda. Al contrario que en otras ocasiones, cuando llamó a Casandra la niña pareció ignorarle y solamente le dedicó una mirada fugaz antes de abrir la puerta y salir al jardín. Los ojos de su hija parecían otros, era como si no la reconociera. Asustado, bajó las escaleras y salió corriendo detrás de ella mientras la niña avanzaba en dirección a la casita del árbol; cuando estaba a pocos metros del lugar, la niña se agachó mientras balbuceaba algo que su padre no podía entender.
Casandra comenzó a escavar el suelo con sus manos, su padre al llegar a su lado la escuchó decir “tengo que salir”, “aquí hace mucho frío”. Su padre la abrazó y sintió que su hija estaba congelada, era como si no respondiera y luchaba por seguir cavando, sus pequeños dedos estaban ensangrentados por arañar la tierra y golpearse con las piedras que había en el suelo. Se había roto un par de uñas y aún así parecía no despertarse. El padre no sabía qué hacer mientras la niña pataleaba y le pedía que la soltara y la dejara continuar.
De repente, como si se le encendiera una luz en la cabeza, el padre dejó de llamarla por su nombre y la llamó “Ana”, en ese momento la niña se giró y dejó de luchar mientras se le quedó mirando.
- Ana, ¿eres tú?. – dijo el padre.
La niña le miró fijamente con unos ojitos que imploraban que la ayudasen, un par de segundos después se desmayó, al instante abrió nuevamente los ojos y esta vez Casandra con su propio cuerpo miró asustada en todas direcciones como intentando comprender dónde estaba y por qué le dolían tanto las manos. Su padre la llevó dentro de casa, donde su madre se quedó limpiando sus heridas, el daño no era tanto como parecía en la oscuridad de la noche, pero el padre sabía que tenía un asunto pendiente en el jardín, así que mientras su hija se reponía con su mujer, bajó con una linterna y una pala.
Al llegar al mismo lugar donde Casandra había escavado, volvió a sentir un escalofrío. Pero no era momento de tener miedo, empezaba a intuir el motivo por el que su hija no podía descansar por las noches y quería acabar de una vez por todas con el problema. Clavó una y otras vez la pala, hasta que pudo ver algo que le llamó la atención. Una pequeña manita huesuda apareció bajo la tierra. Era tan pequeña como la de su hija y al verla sintió una tristeza tan profunda que se puso a llorar. El padre entre llantos entró a su casa y le pidió a su mujer que no saliera al jardín bajo ningún concepto mientras él realizaba una llamada.
Menos de veinte minutos después un coche de policía y un forense llegaron para levantar el cadáver de una niña de unos seis años. Investigaciones posteriores demostraron que se trataba de Ana, una niña que había desaparecido hace un par de años en uno de los pueblos cercanos. La niña al parecer había sido asesinada, pues su cadáver mostraba signos de violencia. El anterior propietario de la casa la había enterrado en su jardín, sabiendo que nadie podría investigar en una propiedad privada sin una orden judicial.
Ana nunca más se comunicó con Casandra; parece que, al desvelarse su asesinato y detenerse a su asesino, por fin pudo descansar. Pero Casandra siempre guardaría el escalofriante recuerdo de cuando hablaba con un espíritu que no podía descansar.
NOTA: Siempre se ha creído que los niños tienen un don especial para ver los entes del más allá. Muchas personas identifican los amigos imaginarios, que muchos niños tienen a determinada edad, con la presencia de espíritus que podrían relacionarse y comunicarse con ellos. ¿Será verdad la leyenda? ¿Pueden los niños ver fantasmas? y lo qué es más escalofriante… ¿pueden comunicarse con ellos? Por si acaso la próxima vez que tu hijo, tu sobrino o tu hermanito hable sólo y sientas un frío recorrer tu espalda ponte a temblar porque un fantasma podría estar muy cerca.
anika- La dama de corazones
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Inscrito : 20/01/2010
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