el casco
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el casco
Un pueblerino (de los de antes) viaja a la capital y entra en una tienda de accesorios de motos para comprase un casco.
- Güenas. Que ha disho er cabo (de la G.C.) que me tengo que poné un casco p’a ir con la amoto (Derbi “paleto”, of course), p’a que me proteja de los golpes si me caigo. Deme uno que sea m’u güeno.
- Aquí tiene. Éste es de los buenos.
- ¿De verdad es m’u güeno?
- Sí
- ¿Pero aguanta bien los golpes?
- Que sí, hombre
- ¿Cuánto de fuertes son los golpes que guanta?
El vendedor, ya mosqueado y para vacilar un poco a tan rústico señor, le contesta (conteniendo la risa):
- Pues este casco podría aguantar hasta dos golpes muy fuertes dados con un buen mazo, como el que tiene el obrero de esa obra de ahí enfrente.
El paleto, no muy convencido, compra el casco; y cuando llega al pueblo ve a su padre y le dice:
- Padre, vamos a probar el casco a ver si me ha engañado el de la tienda de la capital. Póngaselo y siéntese aquí.
El padre se pone el casco y se sienta en una piedra. Mientras tanto, el paleto agarra una maza de 30 kg., se ajusta la boina, toma aire, coge impulso y … ¡¡ BUM !!, le pega al padre un mazazo sobre el casco con tal fuerza que la piedra se empezó a agrietar.
A ese pobre hombre se le incrusta la cabeza en los hombros, que le quedan a la misma altura que las pestañas. Se le juntan las vértebras cervicales con las dorsales, y los omóplatos con las caderas. Por la visera del casco sólo se le aprecia la nariz, por la que se le sale la masa encefálica.
El paleto lo ve y dice:
¡¡ Límpiese los mocos, padre; que voy con el segundo !!
- Güenas. Que ha disho er cabo (de la G.C.) que me tengo que poné un casco p’a ir con la amoto (Derbi “paleto”, of course), p’a que me proteja de los golpes si me caigo. Deme uno que sea m’u güeno.
- Aquí tiene. Éste es de los buenos.
- ¿De verdad es m’u güeno?
- Sí
- ¿Pero aguanta bien los golpes?
- Que sí, hombre
- ¿Cuánto de fuertes son los golpes que guanta?
El vendedor, ya mosqueado y para vacilar un poco a tan rústico señor, le contesta (conteniendo la risa):
- Pues este casco podría aguantar hasta dos golpes muy fuertes dados con un buen mazo, como el que tiene el obrero de esa obra de ahí enfrente.
El paleto, no muy convencido, compra el casco; y cuando llega al pueblo ve a su padre y le dice:
- Padre, vamos a probar el casco a ver si me ha engañado el de la tienda de la capital. Póngaselo y siéntese aquí.
El padre se pone el casco y se sienta en una piedra. Mientras tanto, el paleto agarra una maza de 30 kg., se ajusta la boina, toma aire, coge impulso y … ¡¡ BUM !!, le pega al padre un mazazo sobre el casco con tal fuerza que la piedra se empezó a agrietar.
A ese pobre hombre se le incrusta la cabeza en los hombros, que le quedan a la misma altura que las pestañas. Se le juntan las vértebras cervicales con las dorsales, y los omóplatos con las caderas. Por la visera del casco sólo se le aprecia la nariz, por la que se le sale la masa encefálica.
El paleto lo ve y dice:
¡¡ Límpiese los mocos, padre; que voy con el segundo !!
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