Castillo Himeji (Japón)
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Castillo Himeji (Japón)
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El Himeji-jo no solo está considerado como el castillo mejor conservado y de mayor importancia de la época feudal, sino que durante la primavera también se transforma en una de las estampas más bellas del país. La ciudad de Himeji y su castillo compiten con el parque Takada en la ciudad de Joetsu (prefectura de Niigata) y el parque Hirosaki en la prefectura de Aomori, por el primer puesto del mejor lugar para para contemplar el florecimiento del cerezo en Japón.
La historia del castillo se remonta al año 1333, cuando Akamatsu Norimura construyó una primera fortificación aprovechando la topografía del monte Himeyama, pero no sería hasta dos siglos más tarde cuando Toyotomi Hideyoshi reformaría el castillo edificando una torre principal de tres plantas y muchas de sus laberínticas murallas de piedra.
Para que os hagáis una idea de su calibre y valor, en 1600 Tokugawa Ieyasu decidió premiar la fidelidad de su yerno Ikeda Terumasa entregándole el castillo, y este, ni corto ni perezoso, lo reconstruyó y amplió para darle su configuración actual en unos trabajos que ocuparon a entre 40 y 50 millones de personas durante ocho años. No es extraño que fuese uno de los primeros lugares de Japón es ser declarados como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Al borde del desastre
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El castillo Himeji nunca fue tomado, y tras recorrerlo es no es difícil imaginar el porqué: para llegar hasta él hay que recorrer un gran número de serpenteante calles amuralladas cuyas mayores avenidas a menudo conducen a callejones sin salida. Cada tramo está separado por un pórtico, y el supuesto ejército invasor que tratase de abrirse paso por ellos tendría que ganar tramo a tramo, recibiendo una incesante lluvia de flechas desde unas aspilleras llamadas hazama. Esta medida logró disuadir cualquier intento, pero si no lo hubiese hecho, una vez en el castillo es prácticamente imposible trepar por las escaleras de madera con una armadura, especialmente si sobre tu cabeza silban las lanzas.
Pese a su efectividad intimatoria, profundizando un poco en su pasado descubrimos que tenemos que estar tremendamente agradecidos de que haya logrado sobrevivir hasta nuestros días en todo su esplendor; especialmente si tenemos en cuenta que estuvo a punto de ser completamente destruido en demasiadas ocasiones. Durante la era Meiji el gobierno consideraba que los castillos se habían vuelto obsoletos y eran demasiado costosos de mantener y tan solo los esfuerzos del coronel Nakamura Shigeto lograron detener la orden de demolición.
Cuando el sistema feudal fue abolido en 1871, el castillo se subastó, siendo adquirido por un residente de la ciudad por 23 yenes (equivalentes a unos 1825 euros actuales). El comprador tenía intención de demoler el complejo para desarrollar la tierra pero el coste estimado de destruir el castillo terminó siendo demasiado grande, salvándolo de nuevo.
A finales de la Segunda Guerra Mundial el ejército aliado bombardeó intensamente la ciudad de Himeji quemando los alrededores del castillo hasta los cimientos. Milagrosamente, el castillo sobrevivió intacto incluso después de recibir el impacto de una bomba incendiaria que no llegó a detonar quedando incrustada en su último piso.
Por último, en 1995 la ciudad resultó muy dañada durante el Terremoto de Kobe, pero de nuevo, el castillo de Himeji logró sobrevivir virtualmente intacto demostrando una remarcable resistencia a los terremotos. Incluso la botella de sake situada sobre el altar de la planta superior permaneció en su sitio. Toquemos madera (como de la que está construido el castillo y tan buena suerte le ha traído) para que siempre siga ahí; al alcance de los miles de visitantes que llegan de todas partes para admirar esta joya del país del cerezo.
AVISO: El castillo se encuentra actualmente en mitad de un ambicioso proyecto de restauración y el interior del mismo permanecerá cerrado al público hasta marzo de 2015. El resto del complejo sigue pudiendo visitarse, aunque la torre principal está completamente cubierta por una gigantesca estructura a la que es posible subir para apreciar las labores que se están llevando a cabo y obtener una visión única de su tejado desde el exterior. Encontraréis más información en la página oficial de estas instalaciones especiales para visitantes.
El Himeji-jo no solo está considerado como el castillo mejor conservado y de mayor importancia de la época feudal, sino que durante la primavera también se transforma en una de las estampas más bellas del país. La ciudad de Himeji y su castillo compiten con el parque Takada en la ciudad de Joetsu (prefectura de Niigata) y el parque Hirosaki en la prefectura de Aomori, por el primer puesto del mejor lugar para para contemplar el florecimiento del cerezo en Japón.
La historia del castillo se remonta al año 1333, cuando Akamatsu Norimura construyó una primera fortificación aprovechando la topografía del monte Himeyama, pero no sería hasta dos siglos más tarde cuando Toyotomi Hideyoshi reformaría el castillo edificando una torre principal de tres plantas y muchas de sus laberínticas murallas de piedra.
Para que os hagáis una idea de su calibre y valor, en 1600 Tokugawa Ieyasu decidió premiar la fidelidad de su yerno Ikeda Terumasa entregándole el castillo, y este, ni corto ni perezoso, lo reconstruyó y amplió para darle su configuración actual en unos trabajos que ocuparon a entre 40 y 50 millones de personas durante ocho años. No es extraño que fuese uno de los primeros lugares de Japón es ser declarados como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Al borde del desastre
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El castillo Himeji nunca fue tomado, y tras recorrerlo es no es difícil imaginar el porqué: para llegar hasta él hay que recorrer un gran número de serpenteante calles amuralladas cuyas mayores avenidas a menudo conducen a callejones sin salida. Cada tramo está separado por un pórtico, y el supuesto ejército invasor que tratase de abrirse paso por ellos tendría que ganar tramo a tramo, recibiendo una incesante lluvia de flechas desde unas aspilleras llamadas hazama. Esta medida logró disuadir cualquier intento, pero si no lo hubiese hecho, una vez en el castillo es prácticamente imposible trepar por las escaleras de madera con una armadura, especialmente si sobre tu cabeza silban las lanzas.
Pese a su efectividad intimatoria, profundizando un poco en su pasado descubrimos que tenemos que estar tremendamente agradecidos de que haya logrado sobrevivir hasta nuestros días en todo su esplendor; especialmente si tenemos en cuenta que estuvo a punto de ser completamente destruido en demasiadas ocasiones. Durante la era Meiji el gobierno consideraba que los castillos se habían vuelto obsoletos y eran demasiado costosos de mantener y tan solo los esfuerzos del coronel Nakamura Shigeto lograron detener la orden de demolición.
Cuando el sistema feudal fue abolido en 1871, el castillo se subastó, siendo adquirido por un residente de la ciudad por 23 yenes (equivalentes a unos 1825 euros actuales). El comprador tenía intención de demoler el complejo para desarrollar la tierra pero el coste estimado de destruir el castillo terminó siendo demasiado grande, salvándolo de nuevo.
A finales de la Segunda Guerra Mundial el ejército aliado bombardeó intensamente la ciudad de Himeji quemando los alrededores del castillo hasta los cimientos. Milagrosamente, el castillo sobrevivió intacto incluso después de recibir el impacto de una bomba incendiaria que no llegó a detonar quedando incrustada en su último piso.
Por último, en 1995 la ciudad resultó muy dañada durante el Terremoto de Kobe, pero de nuevo, el castillo de Himeji logró sobrevivir virtualmente intacto demostrando una remarcable resistencia a los terremotos. Incluso la botella de sake situada sobre el altar de la planta superior permaneció en su sitio. Toquemos madera (como de la que está construido el castillo y tan buena suerte le ha traído) para que siempre siga ahí; al alcance de los miles de visitantes que llegan de todas partes para admirar esta joya del país del cerezo.
AVISO: El castillo se encuentra actualmente en mitad de un ambicioso proyecto de restauración y el interior del mismo permanecerá cerrado al público hasta marzo de 2015. El resto del complejo sigue pudiendo visitarse, aunque la torre principal está completamente cubierta por una gigantesca estructura a la que es posible subir para apreciar las labores que se están llevando a cabo y obtener una visión única de su tejado desde el exterior. Encontraréis más información en la página oficial de estas instalaciones especiales para visitantes.
El Avi65- El astrologo de la pirámide
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