Historia de brujas
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Re: Historia de brujas
Muchas gracias nefer por pasarte por aqui , y es cierto la gra juana de arco murio para ser marti todos creian que era bruja que vida aquella devio de ser un martirio en la que ami no me uviera gustado vivir
anika- La dama de corazones
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Re: Historia de brujas
Gracias dipu me da mucha alegria que te pases por aqui son historia muy interesantes ,,
anika- La dama de corazones
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Inscrito : 20/01/2010
Re: Historia de brujas
JUANA DE NAVARRA, LA REINA DE FRANCIA EMBRUJADA
LA REINA EMBRUJADA
Francia, 4 de Enero del Año de Gracia de 1305.
Desde la madrugada, una tremenda tempestad de nieve sopla sin descanso sobre la Champaña y las pobres gentes de la ciudad de Troyes se resguardan del frío en sus casas, a la vera del fuego del hogar. En el Palacio Episcopal, el obispo ha mandado cerrar todos los contravientos de las ventanas y debe, él también, calentarse ante la gran chimenea con un bol de vino caliente a mano.
El viento silba, sacude las insignias y aúlla en las calles desiertas. Nadie, desde luego, tendría la idea de abandonar el calor de su casa.
Sin embargo, sobre las dos de la tarde, dos jinetes salen en tromba de las caballerizas del palacio episcopal y se dirigen a las afueras de la ciudad. Cabalgan arropados en gruesas vestimentas de espesa tela y cubiertos por gorros de ala ancha que, en nada, se cubren de copos de nieve.
Repetidas veces, el más gordo de ambos, un hombre sexagenario con manos de asesino, de faz vulgar, con una proeminente y averrugada nariz, y con pequeños ojos porcinos, echa una mirada atrás con inquietud. Inquiere a su compañero de viaje:
-¿Estás seguro de que no nos han seguido?
-No, no. No había ni un alma en las calles.
La catedral de Troyes, según un grabado sobre madera.
¿Quiénes son esos dos personajes?
El más delgado es un joven monje jacobino, Fray Jean de Fay. En cuanto al más gordo, el que lleva ropajes de vaquero, con semblante de bruto y las manos de un estrangulador, es sencillamente el obispo de Troyes en persona, Monseñor Guichard, que sale de su palacio y abandona la ciudad para dedicarse a menesteres misteriosos.
De momento, y los ojos cubiertos de nieve, enrabia y maldice a una mujer; prosigue, pese a que el lenguaje es bastante inesperado en boca de un prelado:
-Conseguiré desembarazarme de esta guarra y maldita arpía que pasa sus días haciéndose acariciar el joyel en la torre de Nesle...
¿De quién habla en estos términos tan ilustrativos? ¿De aquellas prostitutas, meretrices y mujeres de vida ligera? No; habla ni más ni menos que de la Reina de Francia, Juana de Navarra, esposa del rey Felipe IV "el Hermoso".
Sello episcopal del Obispo Guichard de Troyes.
Para comprender el odio que le anima contra la soberana, hay que remontarse a tres años atrás. En 1302, un escándalo había estallado en la corte de Blanca de Navarra, Condesa de Champaña y madre de la Reina de Francia. El tesorero del condado, el canónigo Jean de Calais, era sospechoso de un desvío de fondos. Asustado, y sin duda culpable, huyó para refugiarse en Italia.
La reina Juana había entonces acusado al obispo de Troyes, hombre de mala reputación aunque miembro del Consejo del Rey, de haber facilitado la huída del canónigo estafador. El obispo se defendió con vigor de tamaña acusación pero no evitó que la reina consiguiese su expulsión del Consejo Real.
Sin embargo, algunos días después, el 2 de mayo de 1302, la reina Blanca de Navarra, condesa de Champaña, cuya salud era entonces inmejorable, sucumbió brutalmente ante un mal misterioso que nunca se esclareció.
Casi de inmediato, un rumor acusador persistente, popular, corrió como reguero de pólvora por ciudades y campos señalando a Monseñor Guichard (que se libraba, según los dires y diretes, a prácticas mágicas y de brujería) como culpable de haberla expedido al otro mundo gracias a encantamientos maléficos. Naturalmente, dando crédito al rumor popular y dispuesta a perjudicar al odiado obispo de Troyes, Juana de Navarra se declaró convencida de su culpabilidad y ordenó una investigación en toda regla. Pese a los esfuerzos invertidos, nada se pudo probar y la investigación se vió truncada aunque, en las indagaciones colaterales, se hicieron descubrimientos no menos macabros para mayor satisfacción de la soberana: se le imputaba, supuestamente al prelado, nada menos que cuatro crímenes de sangre. La policía del Rey le acusaba del asesinato del cura de la localidad de Laubressel, de un pescador y de dos campesinos.
Casi de inmediato, la reina ordenó la apertura de una nueva investigación que tenía visos de tener más éxito que la anterior. Ante tamaña noticia y amenaza, el obispo Guichard entró en una cólera terrible:
-¡Mataré a esa urraca!
Y en vísperas de Navidad, sintiéndose en peligro, había decidido actuar y embrujar a la reina con la ayuda de una bruja llamada Margueronne de Bellevillette y de un tal Regnaud de Langres, apodado el Eremita de Saint-Flavit, extraño personaje que vivía solitariamente en el bosque de Coudray.
He aquí por qué el obispo de Troyes cabalga en plena tempestad de nieve, en vez de calentarse las palmas de las manos en el hogar de su chimenea.
Tras haber recorrido varias leguas en pleno campo nevado, los dos jinetes penetran en un bosque hasta dar con una cabaña de la cual sale un hombre hirsuto y harapiento que se inclina ante ellos:
-Buenas tardes Monseñor! Entrad, aprisa, Margueronne os aguarda!
Los dos hombres saltan de sus monturas, entran en la cabaña tras los pasos del eremita y saludan a la bruja, una cuarentona desaliñada que juega con un gato, agachada a la vera de la chimenea. Alza sus ojos verdes:
-¿Tenéis lo que hace falta?
Fray Jean de Fay saca de debajo de su túnica un pedazo de cera blanca:
-Si.
Margueronne toma la cera y la tira en una olla de agua hirviendo sobre el fuego.
-Nos haría falta una comadrona!, dice el obispo.
-He traído a una de Pouy..., responde el eremita. Se llama Perrotte. Está aguardando en la granja.
La bruja, mientras tanto, saca la cera ya maleable de la olla hirviendo y la trabaja hasta darle aspecto de figura de mujer. Cuando por fin ha acabado, la presenta al obispo.
-Déjela sobre la cama, ordena éste. Hay que bautizarla!
Fray Jean de Fay toma una cazuela, la deposita sobre la mesa y la llena de agua, que bendice casi de inmediato.
-Ya está, Monseñor. Todo está preparado.
Guichard llama entonces a su vera al eremita:
-Tú serás el padrino!
El eremita se niega, duda, aduce que no está bien...
-¿Crees que si eso no fuera correcto, te obligaríamos a hacerlo? Truena el obispo. Llama a la comadrona! Ella hará de madrina!
Van en busca de Perrotte, la comadrona. Llega, temblando de frío, el rostro helado y con mueca de sorprendida; el hermano Jean le explica en qué consiste su papel en aquella extraña función. Casi enseguida, una extraña ceremonia se inicia en aquella sórdida cabaña iluminada tan solo por las llamas del fuego de la chimenea.
El monje saca de debajo de sus ropajes una estola de sacerdote, se lo pone y recita las plegarias del bautizo. En el momento en que pronuncia la frase "Apponite manus patrini et matrinae...", el obispo, el eremita, la bruja y la comadrona, arrodillados en corro y a ras del suelo, tocan la figurina de cera con sus manos tendidas.
Fuera, el viento silba sin tregua, amenazando con echar abajo puerta y contravientos.
-¿Cómo se llama? pregunta el jacobino.
-Juana! responden todos gravemente.
El monje toma el óleo que le entrega el obispo, unge la figura de cera y se inclina sobre ella:
-¿Quiere ser bautizada?
-Si, lo queremos! responden al unísono los conjurados.
Y el monje toma el agua bendecida de aquella cazuela, derramando algunas gotas sobre la figura sentenciando:
-In nomine Patris... et Filii... et Spiritus Sancti...
-Amen! dicen todos.
La comadrona, que no debe presenciar la segunda parte del encantamiento, es nuevamente conducida a la granja donde improvisará una cama en el pajar para pasar la noche.
Solo permanecen el obispo, el monje, el eremita y la bruja. Cogen la figura de cera y la depositan sobre la mesa. Margueronne, armada con un estilete, atraviesa repetidas veces la cabeza de la figura sentenciando:
-Aquella para la que se ha hecho esto, esta semana no tendrá ya cabeza!
La extraña ceremonia ha terminado. El eremita sube al granero para esconder la figura embrujada. Margueronne se reúne con la comadrona para dormir también en la granja y el obispo, acompañado de su devoto esbirro y monje, vuelve a cabalgar hacia Troyes.
Días más tarde, corrió la noticia de que la reina había repentinamente enfermado. Entonces, y por tres veces consecutivas, la bruja volvió a la cabaña del eremita de Saint-Flavit para apuñalar la testa de la figura de cera.
La última sesión del encantamiento fue interrumpida por la llegada de Monseñor Guichard y de Fray Jean de Fay. El obispo estaba furioso:
-Todo lo que hacemos no vale nada! gritó. Dicen que ha venido de Poitiers un médico que cura a la reina! Hay que acabar con esto, por el Diablo!
Y, tirando bruscamente la figura de cera al suelo, la aplastó a golpes de talón chillando:
-¡Que muera pues la arpía!...
Recogió los pedazos y los echó al fuego.
Dos días más tarde, el 2 de abril de 1305, la reina Juana, consorte de Felipe IV el Hermoso, fallecía súbitamente en el castillo de Vincennes de un mal misterioso...
Epílogo
Tres años más tarde, el eremita de Saint-Flavit, cuyos remordimientos atormentaban y quitaban el sueño, acudió a París y obtuvo un pase para acceder al Palacio del Louvre, solicitando una entrevista con el confesor del rey. El confesor en cuestión era un dominicano que no dudó en recibirle. El eremita le contó entonces, palabra por palabra, todo lo que pasó en su cabaña del bosque de Coudray: la ceremonia del bautizo, la figura de cera, el encantamiento a petición de Monseñor Guichard, etc.
Al día siguiente, el obispo de Troyes, Fray Jean de Fay y la bruja Margueronne de Bellevillette fueron arrestados y encarcelados por orden del rey Felipe. Obviamente, y como era de esperar, los tres negaron categóricamente las acusaciones formuladas, y el asunto duró años. Es cierto que, en aquella época, el rey andaba demasiado ocupado con los Templarios. Finalmente, al cabo de ocho años, el obispo de Troyes fue liberado por falta de pruebas...
Si el encantamiento de la figura de cera y su posterior destrucción fueron la causa de la extraña muerte de la reina Juana es, desde luego, un misterio que sobrepasa nuestro entendimiento cuando se cruza la línea que separa el campo de la razón de los dominios de la magia pura.
En cualquier caso, el testimonio del eremita arrepentido nos trae al menos una plausible explicación o pista sobre cual debió de ser la verdadera causa del inexplicable deceso de la consorte del rey Felipe IV "el Hermoso" de Francia.
La Torre de Nesle, París, a orillas del Sena, según un antiguo dibujo, fue escenario de los secretos encuentros de la reina Juana de Navarra con apuestos sementales de los que se deshacía tirándolos al río...
En cuanto a las alusiones de Guichard sobre lo que hacía la reina Juana en la torre de Nesle, pese a las "violaciones" acometidas por Alexandre Dumas contra la Historia para sus intereses novelísiticos (el autor tergiversó la realidad de los hechos en su obra "La Torre de Nesle", invirtiendo los papeles de adúltera y asesina entre Juana de Navarra y su nuera Margarita de Borgoña), es bien cierto. La reina Juana era quien, en realidad, recibía en aquella torre a orillas del Sena a apuestos y fornidos jóvenes sementales para que la hicieran gozar de los placeres de la carne; y a los que luego hacía meter, atados de pies y manos, en sacos cosidos y tirados vivos al Sena para borrar toda prueba de sus devaneos sexuales.
LA REINA EMBRUJADA
Francia, 4 de Enero del Año de Gracia de 1305.
Desde la madrugada, una tremenda tempestad de nieve sopla sin descanso sobre la Champaña y las pobres gentes de la ciudad de Troyes se resguardan del frío en sus casas, a la vera del fuego del hogar. En el Palacio Episcopal, el obispo ha mandado cerrar todos los contravientos de las ventanas y debe, él también, calentarse ante la gran chimenea con un bol de vino caliente a mano.
El viento silba, sacude las insignias y aúlla en las calles desiertas. Nadie, desde luego, tendría la idea de abandonar el calor de su casa.
Sin embargo, sobre las dos de la tarde, dos jinetes salen en tromba de las caballerizas del palacio episcopal y se dirigen a las afueras de la ciudad. Cabalgan arropados en gruesas vestimentas de espesa tela y cubiertos por gorros de ala ancha que, en nada, se cubren de copos de nieve.
Repetidas veces, el más gordo de ambos, un hombre sexagenario con manos de asesino, de faz vulgar, con una proeminente y averrugada nariz, y con pequeños ojos porcinos, echa una mirada atrás con inquietud. Inquiere a su compañero de viaje:
-¿Estás seguro de que no nos han seguido?
-No, no. No había ni un alma en las calles.
La catedral de Troyes, según un grabado sobre madera.
¿Quiénes son esos dos personajes?
El más delgado es un joven monje jacobino, Fray Jean de Fay. En cuanto al más gordo, el que lleva ropajes de vaquero, con semblante de bruto y las manos de un estrangulador, es sencillamente el obispo de Troyes en persona, Monseñor Guichard, que sale de su palacio y abandona la ciudad para dedicarse a menesteres misteriosos.
De momento, y los ojos cubiertos de nieve, enrabia y maldice a una mujer; prosigue, pese a que el lenguaje es bastante inesperado en boca de un prelado:
-Conseguiré desembarazarme de esta guarra y maldita arpía que pasa sus días haciéndose acariciar el joyel en la torre de Nesle...
¿De quién habla en estos términos tan ilustrativos? ¿De aquellas prostitutas, meretrices y mujeres de vida ligera? No; habla ni más ni menos que de la Reina de Francia, Juana de Navarra, esposa del rey Felipe IV "el Hermoso".
Sello episcopal del Obispo Guichard de Troyes.
Para comprender el odio que le anima contra la soberana, hay que remontarse a tres años atrás. En 1302, un escándalo había estallado en la corte de Blanca de Navarra, Condesa de Champaña y madre de la Reina de Francia. El tesorero del condado, el canónigo Jean de Calais, era sospechoso de un desvío de fondos. Asustado, y sin duda culpable, huyó para refugiarse en Italia.
La reina Juana había entonces acusado al obispo de Troyes, hombre de mala reputación aunque miembro del Consejo del Rey, de haber facilitado la huída del canónigo estafador. El obispo se defendió con vigor de tamaña acusación pero no evitó que la reina consiguiese su expulsión del Consejo Real.
Sin embargo, algunos días después, el 2 de mayo de 1302, la reina Blanca de Navarra, condesa de Champaña, cuya salud era entonces inmejorable, sucumbió brutalmente ante un mal misterioso que nunca se esclareció.
Casi de inmediato, un rumor acusador persistente, popular, corrió como reguero de pólvora por ciudades y campos señalando a Monseñor Guichard (que se libraba, según los dires y diretes, a prácticas mágicas y de brujería) como culpable de haberla expedido al otro mundo gracias a encantamientos maléficos. Naturalmente, dando crédito al rumor popular y dispuesta a perjudicar al odiado obispo de Troyes, Juana de Navarra se declaró convencida de su culpabilidad y ordenó una investigación en toda regla. Pese a los esfuerzos invertidos, nada se pudo probar y la investigación se vió truncada aunque, en las indagaciones colaterales, se hicieron descubrimientos no menos macabros para mayor satisfacción de la soberana: se le imputaba, supuestamente al prelado, nada menos que cuatro crímenes de sangre. La policía del Rey le acusaba del asesinato del cura de la localidad de Laubressel, de un pescador y de dos campesinos.
Casi de inmediato, la reina ordenó la apertura de una nueva investigación que tenía visos de tener más éxito que la anterior. Ante tamaña noticia y amenaza, el obispo Guichard entró en una cólera terrible:
-¡Mataré a esa urraca!
Y en vísperas de Navidad, sintiéndose en peligro, había decidido actuar y embrujar a la reina con la ayuda de una bruja llamada Margueronne de Bellevillette y de un tal Regnaud de Langres, apodado el Eremita de Saint-Flavit, extraño personaje que vivía solitariamente en el bosque de Coudray.
He aquí por qué el obispo de Troyes cabalga en plena tempestad de nieve, en vez de calentarse las palmas de las manos en el hogar de su chimenea.
Tras haber recorrido varias leguas en pleno campo nevado, los dos jinetes penetran en un bosque hasta dar con una cabaña de la cual sale un hombre hirsuto y harapiento que se inclina ante ellos:
-Buenas tardes Monseñor! Entrad, aprisa, Margueronne os aguarda!
Los dos hombres saltan de sus monturas, entran en la cabaña tras los pasos del eremita y saludan a la bruja, una cuarentona desaliñada que juega con un gato, agachada a la vera de la chimenea. Alza sus ojos verdes:
-¿Tenéis lo que hace falta?
Fray Jean de Fay saca de debajo de su túnica un pedazo de cera blanca:
-Si.
Margueronne toma la cera y la tira en una olla de agua hirviendo sobre el fuego.
-Nos haría falta una comadrona!, dice el obispo.
-He traído a una de Pouy..., responde el eremita. Se llama Perrotte. Está aguardando en la granja.
La bruja, mientras tanto, saca la cera ya maleable de la olla hirviendo y la trabaja hasta darle aspecto de figura de mujer. Cuando por fin ha acabado, la presenta al obispo.
-Déjela sobre la cama, ordena éste. Hay que bautizarla!
Fray Jean de Fay toma una cazuela, la deposita sobre la mesa y la llena de agua, que bendice casi de inmediato.
-Ya está, Monseñor. Todo está preparado.
Guichard llama entonces a su vera al eremita:
-Tú serás el padrino!
El eremita se niega, duda, aduce que no está bien...
-¿Crees que si eso no fuera correcto, te obligaríamos a hacerlo? Truena el obispo. Llama a la comadrona! Ella hará de madrina!
Van en busca de Perrotte, la comadrona. Llega, temblando de frío, el rostro helado y con mueca de sorprendida; el hermano Jean le explica en qué consiste su papel en aquella extraña función. Casi enseguida, una extraña ceremonia se inicia en aquella sórdida cabaña iluminada tan solo por las llamas del fuego de la chimenea.
El monje saca de debajo de sus ropajes una estola de sacerdote, se lo pone y recita las plegarias del bautizo. En el momento en que pronuncia la frase "Apponite manus patrini et matrinae...", el obispo, el eremita, la bruja y la comadrona, arrodillados en corro y a ras del suelo, tocan la figurina de cera con sus manos tendidas.
Fuera, el viento silba sin tregua, amenazando con echar abajo puerta y contravientos.
-¿Cómo se llama? pregunta el jacobino.
-Juana! responden todos gravemente.
El monje toma el óleo que le entrega el obispo, unge la figura de cera y se inclina sobre ella:
-¿Quiere ser bautizada?
-Si, lo queremos! responden al unísono los conjurados.
Y el monje toma el agua bendecida de aquella cazuela, derramando algunas gotas sobre la figura sentenciando:
-In nomine Patris... et Filii... et Spiritus Sancti...
-Amen! dicen todos.
La comadrona, que no debe presenciar la segunda parte del encantamiento, es nuevamente conducida a la granja donde improvisará una cama en el pajar para pasar la noche.
Solo permanecen el obispo, el monje, el eremita y la bruja. Cogen la figura de cera y la depositan sobre la mesa. Margueronne, armada con un estilete, atraviesa repetidas veces la cabeza de la figura sentenciando:
-Aquella para la que se ha hecho esto, esta semana no tendrá ya cabeza!
La extraña ceremonia ha terminado. El eremita sube al granero para esconder la figura embrujada. Margueronne se reúne con la comadrona para dormir también en la granja y el obispo, acompañado de su devoto esbirro y monje, vuelve a cabalgar hacia Troyes.
Días más tarde, corrió la noticia de que la reina había repentinamente enfermado. Entonces, y por tres veces consecutivas, la bruja volvió a la cabaña del eremita de Saint-Flavit para apuñalar la testa de la figura de cera.
La última sesión del encantamiento fue interrumpida por la llegada de Monseñor Guichard y de Fray Jean de Fay. El obispo estaba furioso:
-Todo lo que hacemos no vale nada! gritó. Dicen que ha venido de Poitiers un médico que cura a la reina! Hay que acabar con esto, por el Diablo!
Y, tirando bruscamente la figura de cera al suelo, la aplastó a golpes de talón chillando:
-¡Que muera pues la arpía!...
Recogió los pedazos y los echó al fuego.
Dos días más tarde, el 2 de abril de 1305, la reina Juana, consorte de Felipe IV el Hermoso, fallecía súbitamente en el castillo de Vincennes de un mal misterioso...
Epílogo
Tres años más tarde, el eremita de Saint-Flavit, cuyos remordimientos atormentaban y quitaban el sueño, acudió a París y obtuvo un pase para acceder al Palacio del Louvre, solicitando una entrevista con el confesor del rey. El confesor en cuestión era un dominicano que no dudó en recibirle. El eremita le contó entonces, palabra por palabra, todo lo que pasó en su cabaña del bosque de Coudray: la ceremonia del bautizo, la figura de cera, el encantamiento a petición de Monseñor Guichard, etc.
Al día siguiente, el obispo de Troyes, Fray Jean de Fay y la bruja Margueronne de Bellevillette fueron arrestados y encarcelados por orden del rey Felipe. Obviamente, y como era de esperar, los tres negaron categóricamente las acusaciones formuladas, y el asunto duró años. Es cierto que, en aquella época, el rey andaba demasiado ocupado con los Templarios. Finalmente, al cabo de ocho años, el obispo de Troyes fue liberado por falta de pruebas...
Si el encantamiento de la figura de cera y su posterior destrucción fueron la causa de la extraña muerte de la reina Juana es, desde luego, un misterio que sobrepasa nuestro entendimiento cuando se cruza la línea que separa el campo de la razón de los dominios de la magia pura.
En cualquier caso, el testimonio del eremita arrepentido nos trae al menos una plausible explicación o pista sobre cual debió de ser la verdadera causa del inexplicable deceso de la consorte del rey Felipe IV "el Hermoso" de Francia.
La Torre de Nesle, París, a orillas del Sena, según un antiguo dibujo, fue escenario de los secretos encuentros de la reina Juana de Navarra con apuestos sementales de los que se deshacía tirándolos al río...
En cuanto a las alusiones de Guichard sobre lo que hacía la reina Juana en la torre de Nesle, pese a las "violaciones" acometidas por Alexandre Dumas contra la Historia para sus intereses novelísiticos (el autor tergiversó la realidad de los hechos en su obra "La Torre de Nesle", invirtiendo los papeles de adúltera y asesina entre Juana de Navarra y su nuera Margarita de Borgoña), es bien cierto. La reina Juana era quien, en realidad, recibía en aquella torre a orillas del Sena a apuestos y fornidos jóvenes sementales para que la hicieran gozar de los placeres de la carne; y a los que luego hacía meter, atados de pies y manos, en sacos cosidos y tirados vivos al Sena para borrar toda prueba de sus devaneos sexuales.
anika- La dama de corazones
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Re: Historia de brujas
Marie La Reina del Vudú
@virginiaescobar, bruja de new orleans, brujas, brujas famosas, historia de la brujeria, historias de brujas, la reina del vudu, la viuda de Paris, Marie La Reina del Vudú, marie laveau, paganismo, reina del vudu en New orleans, religion, religiones afroamericanas, vidu
Según nos cuenta la historia, Marie era una mujer de color y libre que nació en el Barrio Francés de Nueva Orleans, hija del rico hacendado blanco Charles Laveau y de la mulata Darcental Marguetto. Era una joven de belleza, de pelo negro, piel morena y ojos de mirada penetrante. Le gustaba cubrir sus cabellos con un casquete hecho de tela de colores brillantes. Se casó con un negro libre el 4 de agosto de 1819, Jacques Paris, emigrado de Haití. Como ambos eran católicos lo hicieron en la Catedral de San Luis. Pero al mismo tiempo, se dice que ambos practicaban el vudú y otras hechicerías.
En 1826 su primer matrimonio llega a su fin con la trágica muerte de su esposo, bajo circunstancias no aclaradas. En el mismo año, Marie comienza su segunda relación con otro hombre negro y libre, Chistope Glapion. De esta segunda unión nacieron 15 hijos uno de ellos, su hija Marie Laveau siguió los pasos de su madre y se convirtió en reina del vudoo.
Es interesante notar que hasta la muerte de su primer esposo, Marie trabaja como peluquera en un pequeño salón de Nueva Orleans y que al parecer su negocio adelantaba a pasos acelerados. Alrededor de éste período, comienza a interesarse por las artes ocultas y enfoca toda su atención a la práctica del Vodoo.
A Marie le gustaba decir que era la “Viuda Paris”. Entonces, abiertamente, comenzó a practicar el vudú y logró atraer a su grupo de influencia a muchas mujeres blancas y ricas de Nueva Orleáns, su poder y su fama crecieron. Su segundo esposo también murió en forma misteriosa.
En 1830 se le proclamó “Reina del Vudú en Nueva Orleáns”, y ejerció sus poderes hasta 1835 en que falleció, a los 66 años de edad. Sin embargo, otros registros oficiales de Nueva Orleans de defunciones, existe una Marie Glapion Laveau cuyo fallecimiento tuvo lugar el 15 de junio de 1881, a los 98 años de edad (aunque se cree que pudiera tratarse de otra persona).
Su tumba se encuentra en el cementerio de San Luis de Nueva Orleans, y es visitada por muchos fieles, siendo una de las grandes atracciones de la ciudad conjuntamente con el Museo Histórico del Vudú de Nueva Orleans.
Se cree que su interés nace de su profunda curiosidad por el misterio que encierra la muerte de la Reina del Vudú.
La muerte de un enemigo costaba, como mínimo, mil dólares. Mató a mucha gente y, según dicen, tenía el poder de maldecir a las personas hasta la cuarta generación.Entre otras cosas, se dice que hacía lo siguiente:
* Invocaba a los espíritus de los muertos.
* Hacía caer los cuadros de las paredes simplemente con mirarlos.
* Causó muchas desgracias entre las familias.
* Escribía el nombre de la víctima en un globo, amarraba en el cordel una imagen de san Expedito y soltaba el globo en el aire. El infeliz cuyo nombre estaba escrito allí, se desvanecía en la misma dirección que la del globo, llevado por el viento. ¿Sería cierto?
* Era especialista en ganar procesos judiciales, haciendo con los nombres de los jurados, del promotor y del juez, lo siguiente: ponía sus nombres en un pedazo de papel, los colocaba dentro de un bloque de hielo y los cubría con azúcar, Encendía nueve velas alrededor del bloque de hielo, golpeaba nueve veces en el suelo recitando oraciones en una lengua desconocida. En casos más difíciles apelaba a otros objetos tales como velas negras, o a animales tales como sapos, lagartos, cobras u otros, hasta alcanzar victoria.
* Hacía bolas de cera con pedazos de carne (de preferencia humana) y las traspasaba con alfileres o los marcaba con sangre. Esas bolitas podían causar la muerte o cualquier efecto deseado.
anika- La dama de corazones
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Re: Historia de brujas
a mi el vudu me da terror,es oirlo nombrar y me da de todo,aunque si no crees en ello dicen que no pueden hacerte nada,solo es sugestion,pero vamos a mi no me gusta la palabra ,anikaaaa esta noche duermo debajo del colchon por si acaso
Re: Historia de brujas
tambien dicen que si ay agua de por medio como el mar algun rio el vudu no te puede hacer ningun daño ,un poquito de yuyu si que da estas cosas del vudo pero espero que anoche pudieras dormir yo devo de ser masoquista porque estas historias me encantan ya ves e puesto tres hilo de estas historias y estoy buscando para poner mas ,bueno tranquila que no pasa nada ,,,besitos guapa
anika- La dama de corazones
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Re: Historia de brujas
Sara Hellen “la mujer vampiro” y su lápida
Durante el desastre del terremoti en Perú ocurrió un echo insólito, ya que en el cementerio de Piczo, en el que estaba enterrada Sara Hellen (la mujer vampiro) era la única lápida que seguía en pie tras los terremotos.
Además de todo esto, la historia de Sara Hellen está llena de romanticismo ya que, según cuenta la leyenda, cuando cumpla 100 años de su muerte, volverá de entro los muertos, además de que muchos grupos culturales peruanos, acuden en cada aniversario para asegurarse de que no ocurre nada en la lápida. Muchos de los asistentes afirman que en cada aniversario se escucha como la lápida “cruje”.
sarah hellen
Así se llamaba una mujer la cual hoy, después de más de un siglo fallecida sigue causando un miedo insospechado entre los ciudadanos de Pisco. Se la conoce en todo Perú como “La Mujer Vampiro”.
Nació en Inglaterra, criada en el seno de una familia pudiente. Conocida por su obsesión por las prácticas de brujería y magia negra e inclusive relacionada con la adoración a Satanás y al mismísimo Conde Drácula. Fué asesinada de forma violenta pos sus vecinos en el año 1893, en su terrible agonía juró regresar del más allá en el centenario de su muerte para castigar el crimen que contra ella perpetraron.
Tanto el pueblo inglés, como su propia familia, no querían conservar cerca los restos del cuerpo de Sarah, por miedo a las amenazas que ella pronunció antes de exhalar el último hilo de vida. Enviaron su cuerpo inerte en barco a las costas del Perú, y depositaron su féretro en el cementerio de la localidad de Pisco, donde permanece en la actualidad. Se extendió a una excepcional velocidad el rumor sobre su resurrección, y todos creían con certeza que en el centenario de su muerte, Sarah saldría de entre los muertos para vengar su asesinato.
En 1993, la mayoría de los ciudadanos de Pisco vigilaron su tumba e incluso pusieron puestos de vigilancia en el interior de la necrópolis. Absolutamente todo el pueblo se concentró en la plaza, armados de crucifijos y agua bendita, para luchar contra la “Vampira” si esta llegaba a salir de su tumba y así poder defenderse de su ira. Aparte de los ciudadanos, vinieron de otras provincias una gran aglomeración de chamanes y brujas que realizaron rituales para evitar que la mujer vampiro pudiese salir de su tumba, y en el caso e que esta llegara a salir, no tuviera poder suficiente para maldecirlos con su mal.
Cuando posteriormente se examinó la tumba y observaron que estaba intacta, y que tal resurrección no se realizó, se lo achacaron a que los ritos chamánicos habían surtido su efecto y que realmente sirvieron como escudo protector.
Desde ese día se hizo tan famosa la imagen de Sarah Hellen que un músico peruano, Julio Andrade, le compuso una canción a la Sarah en su disco “Algo más de mí…” con el título “Sarah Ellen”. En el vídeo musical se veía una mujer saliendo del cementerio toda vestida de negro, muy sensual, sexy y hermosa, todo lo contrario a la imagen que tendría que tener una mujer cuyo cuerpo ha estado 100 años bajo tierra.
También los beatos le han dado su sitio en el púlpito “Santa Sarah Hellen”, aunque no reconocida por la iglesia, se le reconocen entre sus devotos un sin fin de curaciones y milagros, la fe hacía esta “Santa” crece cada día…
¿Vampira, bruja o Santa? Cualquiera sabe, pero lo que si está claro es que ella nunca imaginaria que hoy, más de un siglo de su fallecimiento, pudiera ser tan famosa lejos de su ciudad natal.
Durante el desastre del terremoti en Perú ocurrió un echo insólito, ya que en el cementerio de Piczo, en el que estaba enterrada Sara Hellen (la mujer vampiro) era la única lápida que seguía en pie tras los terremotos.
Además de todo esto, la historia de Sara Hellen está llena de romanticismo ya que, según cuenta la leyenda, cuando cumpla 100 años de su muerte, volverá de entro los muertos, además de que muchos grupos culturales peruanos, acuden en cada aniversario para asegurarse de que no ocurre nada en la lápida. Muchos de los asistentes afirman que en cada aniversario se escucha como la lápida “cruje”.
sarah hellen
Así se llamaba una mujer la cual hoy, después de más de un siglo fallecida sigue causando un miedo insospechado entre los ciudadanos de Pisco. Se la conoce en todo Perú como “La Mujer Vampiro”.
Nació en Inglaterra, criada en el seno de una familia pudiente. Conocida por su obsesión por las prácticas de brujería y magia negra e inclusive relacionada con la adoración a Satanás y al mismísimo Conde Drácula. Fué asesinada de forma violenta pos sus vecinos en el año 1893, en su terrible agonía juró regresar del más allá en el centenario de su muerte para castigar el crimen que contra ella perpetraron.
Tanto el pueblo inglés, como su propia familia, no querían conservar cerca los restos del cuerpo de Sarah, por miedo a las amenazas que ella pronunció antes de exhalar el último hilo de vida. Enviaron su cuerpo inerte en barco a las costas del Perú, y depositaron su féretro en el cementerio de la localidad de Pisco, donde permanece en la actualidad. Se extendió a una excepcional velocidad el rumor sobre su resurrección, y todos creían con certeza que en el centenario de su muerte, Sarah saldría de entre los muertos para vengar su asesinato.
En 1993, la mayoría de los ciudadanos de Pisco vigilaron su tumba e incluso pusieron puestos de vigilancia en el interior de la necrópolis. Absolutamente todo el pueblo se concentró en la plaza, armados de crucifijos y agua bendita, para luchar contra la “Vampira” si esta llegaba a salir de su tumba y así poder defenderse de su ira. Aparte de los ciudadanos, vinieron de otras provincias una gran aglomeración de chamanes y brujas que realizaron rituales para evitar que la mujer vampiro pudiese salir de su tumba, y en el caso e que esta llegara a salir, no tuviera poder suficiente para maldecirlos con su mal.
Cuando posteriormente se examinó la tumba y observaron que estaba intacta, y que tal resurrección no se realizó, se lo achacaron a que los ritos chamánicos habían surtido su efecto y que realmente sirvieron como escudo protector.
Desde ese día se hizo tan famosa la imagen de Sarah Hellen que un músico peruano, Julio Andrade, le compuso una canción a la Sarah en su disco “Algo más de mí…” con el título “Sarah Ellen”. En el vídeo musical se veía una mujer saliendo del cementerio toda vestida de negro, muy sensual, sexy y hermosa, todo lo contrario a la imagen que tendría que tener una mujer cuyo cuerpo ha estado 100 años bajo tierra.
También los beatos le han dado su sitio en el púlpito “Santa Sarah Hellen”, aunque no reconocida por la iglesia, se le reconocen entre sus devotos un sin fin de curaciones y milagros, la fe hacía esta “Santa” crece cada día…
¿Vampira, bruja o Santa? Cualquiera sabe, pero lo que si está claro es que ella nunca imaginaria que hoy, más de un siglo de su fallecimiento, pudiera ser tan famosa lejos de su ciudad natal.
anika- La dama de corazones
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Inscrito : 20/01/2010
Re: Historia de brujas
ufffffff lapidas que se mueven,uyyy que mal rollo da anikaaa me da algo jajaja,me rio pero me da un miedito que no veas,pero vamos si quiere salir mejor que se esten quietos y no la perturben el descanso
Re: Historia de brujas
jejeje miedo oh noooo yo no tengo miedoooo
gracias guapisima por tu comentario:marg:
gracias guapisima por tu comentario:marg:
anika- La dama de corazones
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Inscrito : 20/01/2010
Re: Historia de brujas
Baba Yaga
La Mujer Salvaje
Nombre eslavo: Baba Yagá
Representa: Sabiduría, Muerte y Renacimiento.
Símbolos: Almirez y escoba plateada
Historia
Baba Yagá su nombre en ruso significa Mujer Hechicera. Es una antigua diosa eslava de la tierra, antes de que los dioses rusos ascendieran al poder. No era una diosa benévola y poco a poco se fue convirtiendo en una diosa del inframundo, que vivía en una cueva. Baba Yagá se fue alejando de la tierra y de los demás dioses, cada vez teniendo menos contacto con los hombres.
No es una bruja convencional, no usa sombrero. Se dice que mide tres metros de altura con garras de hierro, orladas de negro, de cuarenta centímetros y dientes de tiburón que son de acero. Tiene el pelo grasiento, la piel gris, verrugas y los ojos cubiertos de cataratas. Es vieja, huesuda y arrugada. Su nariz es azul, retorcida y tan larga que rasca el techo mientras duerme. Sus pechos son de piedra. Tiene una pierna normal que representa al mundo de los vivos y una de hueso, para el mundo de los muertos, en los cuales ella deambula. También se le conoce como “Baba Yagá Pata de Hueso” o “Baba Yagá Kostianaya Noga”, la de aspecto delgado y huesudo. Puede ser perversa, sanguinaria y cruel, pero no totalmente malvada; come personas, generalmente niños. Sus dientes le permiten romper huesos y desgarrar la carne con facilidad o destrozarla contra sus pechos. A pesar de que Baba Yagá consume diariamente grandes cantidades de carne, ella siempre tiene un aspecto delgado y huesudo.
Ella vuela montada en un almirez (a veces una olla) que vuela sola, sus rodillas casi tocando su mentón y rema el aire con una escoba plateada hecha con el cabello de una persona muerta; o se empuja por el piso del bosque con un remo en forma de mano de almirez. Cada vez que aparece, vuelan vientos fuertes, los árboles se mueven crujiendo, gimiendo y hojas vuelan en el aire. Chillando y lamentándose, los espíritus agrupados la acompañan. A pesar de los grandes movimientos que provoca, Baba Yagá es secretiva, y va barriendo sus rastros sin dejar huella. Baba Yagá no permite que ninguna persona “bendecida” permanezca dentro de su propiedad, siempre y cuando Baba Yagá sepa que la persona tiene una bendición. Baba Yagá no tiene ningún poder, sobre las personas puras de corazón, y las personas agraciadas y protegidas con el poder del amor, la virtud o la bendición materna. Se cuenta que envejece un año cada vez que le hacen una pregunta y que para rejuvenecer bebe un té hecho de extrañas rosas azules, por lo cual quienes quieran ganar un favor de ella le deberán ofrendar estas rosas.
Vive en una choza que se levanta sobre dos enormes patas de gallina que le sirven para desplazarse por toda Rusia, generalmente escondida en el bosque, la cual parece tener una personalidad propia, ya que gira sobre su eje y chilla al avanzar, siempre da su espalda al visitante. Para detener el camino de la choza, hacen falta encantaciones secretas, que de ser pronunciadas, la obligan a bajar sus patas de gallina y abrir su puerta de manera estrepitosa. La valla que rodea su choza esta adornada con huesos y cráneos, en cuyo interior coloca velas y por las cuencas brilla una luz que ilumina la oscuridad del bosque. La remota locación de la casa hace la referencia a la custodia de la entrada al Otro Mundo. El sólo hecho de entrar a su choza puede significar la muerte. Para entrar en la casa, Baba Yagá dice el conjuro “Casita, Casita, da la espalda al bosque y voltea hacia mí”. El interior de la choza siempre está lleno de carne y de vino. Es resguardada por sirvientes invisibles, los cuales aparecen como tres pares de manos incorpóreas, espectrales y amenazadoras que aparecen de la nada, ella las llama “Mis amigas del alma” o “Amigas de mi pecho”. Baba Yagá también tiene a su servicio tres caballeros: Blanco “Mi Día”, Rojo “Mi Rojo Sol Naciente” y Negro “Mi Noche Oscura”, los cuales controlan el día, el atardecer y la noche.
Baba Yagá dirige los ciclos de la naturaleza y los elementos. El día y la noche obedecen sus órdenes, lo que sugiere que sus orígenes se remonten a una diosa omnipotente del inframundo. Esta teoría se ve reforzada con los ocasionales roles positivos que la bruja juega cuando ayuda al héroe -de corazón puro- en su búsqueda. Baba Yagá no admite debilidad a nadie, y demanda respeto de todos a su alrededor.
Baba Yagá ha aparecido en diferentes historias rusas que muestran distintas facetas de ella. En algunas, ayuda a la gente que le sirve; en otras se dice que guarda las “Aguas de la Vida y de la Muerte”, pues es la “Dama Blanca de la Muerte y del Renacimiento” y en otras se dice que tiene dos hermanas llamadas como ella y con su mismo aspecto.
En Bulgaria, a los niños se les cuenta que si se portan mal, vendrá Baba Yaga (o Dyado Yag) para llevárselos con un saco y comérselos. También se le asocia con magia negra.
La figura de Baba Yagá probablemente deriva de “la Bruja”, la tercer miembro de la Diosa Tripartita (Virgen, Madre y Bruja), símbolo de las tres edades de la mujer.
Baba Yagá es ampliamente usada por los autores de cuentos de hadas del ruso moderno, y desde los años noventa del siglo XX, en la “Fantasia rusa”. En particular, Baba Yagá conoce a Andréi Belanin de sus libros en su ciclo “La Agencia de detectives del Zar Goroj”, etc. La infancia y juventud de Baba Yagá por primera vez fueron descritas en el cuento “La Bahía” (“Lukomorie”) de A. Aliverdíev.
Casi siempre descrita como una terrible y bruja anciana, Baba Yagá también ayuda con su palabra de mujer sabia. La Madre Tierra, al igual que las fuerzas de la naturaleza, puede ser salvaje, indomable además de también ser dulce y amable. Cuando aparece como una vieja, a veces da consuelo, consejo y regalos mágicos a los héroes y a los “puros de corazón”. El agraciado visitante entra en sus dominios buscando sabiduría, conocimiento y verdad. Ella lo sabe todo, lo ve todo y lo revela todo a aquellos que se atreven a preguntar. Baba Yagá es una mujer de experiencia, una Diosa de sabiduría y de muerte, la “Madre de Hueso”. Pura e indomable, es un Espíritu de la Naturaleza que trae sabiduría y la muerte del ego, y por medio de la muerte, el renacimiento.
Palabras Clave de la Diosa
Fuerza vital.
Afirmaciones de la Diosa
“Nutro mi totalidad y me conecto con la mujer salvaje en mi”.
“Me reconecto con lo natural”.
“Pongo en marcha mi vida”.
“Libero a la mujer salvaje en mi”.
“Permito que la mujer salvaje en mi, se exprese creativamente”.
“Expreso libremente mi vitalidad”.
La Mujer Salvaje
Nombre eslavo: Baba Yagá
Representa: Sabiduría, Muerte y Renacimiento.
Símbolos: Almirez y escoba plateada
Historia
Baba Yagá su nombre en ruso significa Mujer Hechicera. Es una antigua diosa eslava de la tierra, antes de que los dioses rusos ascendieran al poder. No era una diosa benévola y poco a poco se fue convirtiendo en una diosa del inframundo, que vivía en una cueva. Baba Yagá se fue alejando de la tierra y de los demás dioses, cada vez teniendo menos contacto con los hombres.
No es una bruja convencional, no usa sombrero. Se dice que mide tres metros de altura con garras de hierro, orladas de negro, de cuarenta centímetros y dientes de tiburón que son de acero. Tiene el pelo grasiento, la piel gris, verrugas y los ojos cubiertos de cataratas. Es vieja, huesuda y arrugada. Su nariz es azul, retorcida y tan larga que rasca el techo mientras duerme. Sus pechos son de piedra. Tiene una pierna normal que representa al mundo de los vivos y una de hueso, para el mundo de los muertos, en los cuales ella deambula. También se le conoce como “Baba Yagá Pata de Hueso” o “Baba Yagá Kostianaya Noga”, la de aspecto delgado y huesudo. Puede ser perversa, sanguinaria y cruel, pero no totalmente malvada; come personas, generalmente niños. Sus dientes le permiten romper huesos y desgarrar la carne con facilidad o destrozarla contra sus pechos. A pesar de que Baba Yagá consume diariamente grandes cantidades de carne, ella siempre tiene un aspecto delgado y huesudo.
Ella vuela montada en un almirez (a veces una olla) que vuela sola, sus rodillas casi tocando su mentón y rema el aire con una escoba plateada hecha con el cabello de una persona muerta; o se empuja por el piso del bosque con un remo en forma de mano de almirez. Cada vez que aparece, vuelan vientos fuertes, los árboles se mueven crujiendo, gimiendo y hojas vuelan en el aire. Chillando y lamentándose, los espíritus agrupados la acompañan. A pesar de los grandes movimientos que provoca, Baba Yagá es secretiva, y va barriendo sus rastros sin dejar huella. Baba Yagá no permite que ninguna persona “bendecida” permanezca dentro de su propiedad, siempre y cuando Baba Yagá sepa que la persona tiene una bendición. Baba Yagá no tiene ningún poder, sobre las personas puras de corazón, y las personas agraciadas y protegidas con el poder del amor, la virtud o la bendición materna. Se cuenta que envejece un año cada vez que le hacen una pregunta y que para rejuvenecer bebe un té hecho de extrañas rosas azules, por lo cual quienes quieran ganar un favor de ella le deberán ofrendar estas rosas.
Vive en una choza que se levanta sobre dos enormes patas de gallina que le sirven para desplazarse por toda Rusia, generalmente escondida en el bosque, la cual parece tener una personalidad propia, ya que gira sobre su eje y chilla al avanzar, siempre da su espalda al visitante. Para detener el camino de la choza, hacen falta encantaciones secretas, que de ser pronunciadas, la obligan a bajar sus patas de gallina y abrir su puerta de manera estrepitosa. La valla que rodea su choza esta adornada con huesos y cráneos, en cuyo interior coloca velas y por las cuencas brilla una luz que ilumina la oscuridad del bosque. La remota locación de la casa hace la referencia a la custodia de la entrada al Otro Mundo. El sólo hecho de entrar a su choza puede significar la muerte. Para entrar en la casa, Baba Yagá dice el conjuro “Casita, Casita, da la espalda al bosque y voltea hacia mí”. El interior de la choza siempre está lleno de carne y de vino. Es resguardada por sirvientes invisibles, los cuales aparecen como tres pares de manos incorpóreas, espectrales y amenazadoras que aparecen de la nada, ella las llama “Mis amigas del alma” o “Amigas de mi pecho”. Baba Yagá también tiene a su servicio tres caballeros: Blanco “Mi Día”, Rojo “Mi Rojo Sol Naciente” y Negro “Mi Noche Oscura”, los cuales controlan el día, el atardecer y la noche.
Baba Yagá dirige los ciclos de la naturaleza y los elementos. El día y la noche obedecen sus órdenes, lo que sugiere que sus orígenes se remonten a una diosa omnipotente del inframundo. Esta teoría se ve reforzada con los ocasionales roles positivos que la bruja juega cuando ayuda al héroe -de corazón puro- en su búsqueda. Baba Yagá no admite debilidad a nadie, y demanda respeto de todos a su alrededor.
Baba Yagá ha aparecido en diferentes historias rusas que muestran distintas facetas de ella. En algunas, ayuda a la gente que le sirve; en otras se dice que guarda las “Aguas de la Vida y de la Muerte”, pues es la “Dama Blanca de la Muerte y del Renacimiento” y en otras se dice que tiene dos hermanas llamadas como ella y con su mismo aspecto.
En Bulgaria, a los niños se les cuenta que si se portan mal, vendrá Baba Yaga (o Dyado Yag) para llevárselos con un saco y comérselos. También se le asocia con magia negra.
La figura de Baba Yagá probablemente deriva de “la Bruja”, la tercer miembro de la Diosa Tripartita (Virgen, Madre y Bruja), símbolo de las tres edades de la mujer.
Baba Yagá es ampliamente usada por los autores de cuentos de hadas del ruso moderno, y desde los años noventa del siglo XX, en la “Fantasia rusa”. En particular, Baba Yagá conoce a Andréi Belanin de sus libros en su ciclo “La Agencia de detectives del Zar Goroj”, etc. La infancia y juventud de Baba Yagá por primera vez fueron descritas en el cuento “La Bahía” (“Lukomorie”) de A. Aliverdíev.
Casi siempre descrita como una terrible y bruja anciana, Baba Yagá también ayuda con su palabra de mujer sabia. La Madre Tierra, al igual que las fuerzas de la naturaleza, puede ser salvaje, indomable además de también ser dulce y amable. Cuando aparece como una vieja, a veces da consuelo, consejo y regalos mágicos a los héroes y a los “puros de corazón”. El agraciado visitante entra en sus dominios buscando sabiduría, conocimiento y verdad. Ella lo sabe todo, lo ve todo y lo revela todo a aquellos que se atreven a preguntar. Baba Yagá es una mujer de experiencia, una Diosa de sabiduría y de muerte, la “Madre de Hueso”. Pura e indomable, es un Espíritu de la Naturaleza que trae sabiduría y la muerte del ego, y por medio de la muerte, el renacimiento.
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“Libero a la mujer salvaje en mi”.
“Permito que la mujer salvaje en mi, se exprese creativamente”.
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